Recientemente, a propósito de la precampaña para las primarias de la oposición, algunos candidatos como María Corina Machado y Benjamín Rauseo, mejor conocido como Er Conde del Guácharo, entre otros, han planteado la privatización de la educación superior y un bachillerato técnico para que el bachiller vaya directamente al mercado laboral, como si fuera la panacea de la solución a los problemas sociales y educativos en Venezuela. Hacen sus propuestas como algo novedoso. Obvian, exprofeso, los preceptos constitucionales y solo representan los intereses de la clase empresarial, hoy aliada con el regimen de Maduro, pues le hacen loas a la política económica del chavismo, que bastante pobreza y miseria ha traido a los venezolanos.
Venezuela requiere de una educación liberadora, renovadora y transformadora, vinculante con nuestra propia naturaleza humana. El saber debe convertirse en un ejercicio ineludible que halle en el conocimiento científico la motivación necesaria para la transformación social y la mejoría de nuestra propia existencia, tomando en cuenta la tecnología.
La educación no tiene porqué ser objeto de medición calificativa, mas bien se debe hacer de ella un proceso dinámico inclusivo, renovador y transformador.
El proceso de enseñanza-aprendizaje debe y tiene que ser una experiencia de crecimiento que conjuga la teoría, la investigacion y la práctica, la constatación del conocimiento como logro propio, que sea fuente de inspiración y motivación para aflorar vocaciones, capacidades, pensamientos, ideas de progreso real, impulsadas y apyadas por la familia y el educador, pilares para el desarrollo social e individual verdaderamente sostenible.
La imaginación debe ser fuente suficiente para generación de nuevas ideas, exaltando los valores humanos para construir una nueva sociedad.
La educación debe convertirse en una ventana que abra nuestros ojos a un mundo distinto y que facilite la consecución de nuestra anhelada, verdadera e ilimitada libertad .
Si pensamos en la educación como la fábrica de máquinas humanas formadas para la industria y el mercado laboral de mayor o menor valor según su calificacion académica, estaríamos limitando la imaginación, la inventiva y la adquisición del conocimiento, cualidades propias del desarrollo humano. Se abriría un inmenso túnel que llevaría a nuestra juventud a la postración ante una máquina o en alguna fábrica para la generación de riquezas de la cual se apropian los dueños de los medios de producción, poseedores de un capital obtenido gracias a la vitalidad y sudor de los trabajadores.
Cuando pensamos en privatizar la educación como método para elevar su calidad académica y su infraestructura es en definitiva condenar a sociedad a la ignorancia y la subordinación de la clase trabajadora ante la clase que la explota, cercenando además la igualdad de oportunidades contemplada en la Constitución.
Proponer la privatización de la educación es mantener a millones de personas en la pobreza y dificultar la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida. No Benjamín, no María Corina. No vamos a permitir que nos quiten un derecho que ha costado sangre sudor y lágrimas.