¡Qué contrariedad siente uno al conocer las leyes! Al revisar el artículo 104 de la Constitución vigente y compararlo con el 80 y 81 de la promulgada en 1961, debemos colegir que la educación —para el constituyente de ambas fechas— gozaba de una alta valoración en la construcción de una sociedad que buscase avanzar en el conocimiento de la verdad, en el crecimiento del ser humano y en hacer resplandecer las luces que vencen la sombra.

Los tres artículos estipulan que quienes imparten la educación deben ser de reconocida moralidad y comprobada idoneidad académica, pues deberán promover el desarrollo pleno de la personalidad, formar ciudadanos con un profundo sentido democrático, cultos y solidarios. Por otra parte, el Estado les garantizaría un régimen de trabajo y nivel de vida acordes con su elevada misión, y además su ingreso, promoción y permanencia responderían a criterios de evaluación de méritos.

Desde 2004 —con la implantación de la “educación bolivariana”—, el régimen chavista se dedicó a destruir el sistema educativo basado en esos principios. Eliminó los concursos de oposición de méritos para controlar políticamente los recién ingresados, a quienes mantenía como “interinos” para chantajearlos a placer. Copó 99 % de directores y subdirectores de las escuelas públicas con militantes del partido oficialista, y eliminó los supervisores de carrera.

Estableció, mediante sus fichas en consejos comunales o comunidad educativa, una vigilancia policial para quebrar la libertad de cátedra, y en particular para distorsionar la historia, impidiendo un debate abierto sobre opiniones y corrientes diversas del pensamiento. Completó esta nefasta campaña con el desprecio hacia la UPEL y las facultades universitarias de Educación, privilegiando la formación de “maestros express” de dudosa calidad académica o provenientes de “chamba juvenil”.

El centro de su búsqueda no es el conocimiento de la verdad sino “el manejo de los saberes”, por lo que se despachó de un tiro el sentido científico y liberador, para sustituirlo por la superchería y el pensamiento mágico-religioso. Se disminuyó el peso y la importancia de las materias científicas —matemática, física, química, biología, etc.— en favor de la promoción de falsos valores sociales y el endiosamiento de héroes de pacotilla.

En su afán destructivo, llevó el magisterio a niveles de mendicidad y destruyó inmisericordemente su sistema de seguridad social, en particular el Ipasme. Sus salarios en absoluto se correspoden con el elevado valor que se le da a su función social. Todo esto condujo al abandono de más de 56 % del personal docente, que migraba a otros países o se dedicaba a otras labores que pudieran cubrir mínimamente los gastos más básicos.

Frente a este desplome de la carrera docente, el régimen coloca al frente de la cartera de Educación a personajes sin ninguna credibilidad, y como si fueran cartas de relleno sin personalidad alguna, como sucede ahora con Yelitze Santaella. Y, en el caso del Ministerio de Trabajo, a un patán, irrespetuoso y grosero, Francisco Torrealba, de la camarilla de confianza de Maduro en un sinfín de espacios del alto funcionariado del Estado. Se prefiere a este grosero y soez que a su antecesor y melífluo José Ramón Rivero.

Una convención de pura apariencia

Faltando cláusulas importantes de la venidera III Convención Única y Colectiva del magisterio, hace apenas dos semanas se volvieron a dar cita las partes: 17 federaciones magisteriales (9 de maestros y 8 de obreros educacionales), representantes de los ministerios de Educación y Trabajo, y de la oficina de presupuesto. Para esa reunión, la ministro Santaella se hizo acompañar de Francisco Torrealba.

Las palabras de este señor fueron tan insultantes e irrespetuosas que los presidentes de 8 federaciones magisteriales —solo Sinafum, dirigida por el esquirol Orlando Pérez, le hizo comparsa— se levantaron en son de protesta, rechazando las amenazas y agresiones verbales de Torrealba. Las direcciones federativas inmediatamente convocaron a asambleas en todos los estados. El miércoles 15 de junio se plenaron los sitios de convocatoria en todo el país y se vio una gran disposición del magisterio a defender lo que por derecho les corresponde.

Mientras existan maestros de pie…

Con una magnífica presencia de educadores y luchadores sociales, Cumaná y Carúpano dieron un ejemplo de dignidad y firmeza: “Debemos recordarles, a ambos funcionarios oficialistas y patronales [refiriéndose a Torrealba y Pérez], que el régimen antiobrero que defienden es el único culpable de la crítica situación social, económica y laboral que viven los trabajadores venezolanos y entre ellos los educadores activos, pensionados y jubilados, quienes además de no contar con una efectiva seguridad social, siguen percibiendo salarios de hambre, menguados aún más (…) al disminuir los porcentajes de las primas contractuales y eliminar el pago de la Compensación de Estabilidad Económica y el Bono de Alimentación y Transporte”.

El llamado es “a repudiar estas deplorables conductas (…) exhortamos a nuestra dirigencia nacional del magisterio a asumir posiciones mucho más enérgicas”. Exigen “el desarrollo de un plan de acciones sindicales en los próximos días con mayor firmeza, contundencia y fuerza, para acelerar la discusión y firma de la III Convención Colectiva Única y Unitaria de Trabajo mejorando sustancialmente las cláusulas con incidencia económica y de seguridad social, el pago de la deuda de 280 % y la restitución de los porcentajes de las primas recortadas por la Onapre”. Antonio José de Sucre estaría orgulloso de ellos.

Tomado de El Pitazo

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