Muy corta se quedó la democracia militarizada en los tiempos del bipartidismo. Dentro de quienes trabajan para el inmenso andamiaje del Estado, 4 de 5 están adscritos a la fuerza armada. A esto hay que sumar los integrantes de los cuerpos policiales y los colectivos chavistas. De resto, el personal civil es menor a un quinto del total.

En vista de esto, satisfacer las demandas salariales del sector castrense está muy por encima del que requiere la universidad venezolana. No solamente por su dimensión, sino por las labores que presta a la dictadura.

El Olvido de los próceres —como titula su libro Giovanni Meza— se hace presente. Pareciera que los civiles no hubieran jugado ningún papel en la guerra nacional de independencia. El ninguneo durante el chavismo encuentra su base histórica en esa interpretación propia de los vencedores hasta ahora. Se acalla y se oculta el espíritu de la civilidad y la participación popular como protagonista de la historia venezolana. Por lo que se dibuja en esa historia, y en la presente, que ella fue construida por los militares, como Chávez. De allí que se hayan engrosado las nóminas de las distintas dependencias adscritas a la fuerza armada. De igual manera, luce ilimitado el número de directivos provenientes del sector castrense en las distintas dependencias y empresas del Estado.

Irracionalismo chavista es contrario a la esencia universitaria

De allí se erige el talante del chavismo. Su sostén: el aparato militar. Su base filosófica: el irracionalismo. Desde la aparición de Chávez en los medios de comunicación con el por ahora, se inicia un proceso de arraigamiento de sentimientos y emociones en el encausamiento de la política. Ya en favor o en contra. Se afianza así el método de atención de la política en la que se combina la mentira abierta y descarada con la voz de mando y el espíritu de cuerpo fascista.

El irracionalismo podemos resumirlo en la idea de que la voluntad de poder debe imperar por encima de la razón y las ideas de bondad y solidaridad. Independientemente de que cuente con una vasta bibliografía, el irracionalismo es la prevalencia de la voluntad por encima de la razón. Muy bien logra conceptuarla Nietzsche, cuando ubica que la meta del hombre es el superhombre. Chávez sería su encarnación. De allí que lo militar deba ser privilegiado por encima de lo civil.

Ideas totalmente contrarias al espíritu autonómico universitario y, por ende, a la búsqueda de la verdad. Para el chavismo, por el contrario, la universidad debe fundarse en el irracionalismo. De allí su derivación posmoderna como manifestación de la metafísica.

De allí que, en su esencia, la universidad autónoma y democrática es —tiene que serlo— abiertamente contraria al espíritu chavista. Al régimen y a la dictadura de Maduro.

Eso es lo que explica este asunto de los sueldos y salarios de los universitarios. Es que son desmejorados todavía más en relación con el resto del personal de la administración pública. Muchísimo más en relación con los militares. Además, los mandos militares cuentan con prebendas de las que no gozan ni por asomo los universitarios.

La fuerza armada, en definitiva —por ser el pilar fundamental para mantener a raya la protesta y el descontento, para preservar el orden chavista—, es privilegiada, independientemente de que poco aporte al desarrollo del país. Lógico, entonces, que un general valga muchísimo más para el chavismo que un profesor titular con PhD que labore en la universidad venezolana.

El presupuesto y su distribución para el pago de sueldos y salarios

El presupuesto de ingresos se cubre en cerca de 70 % con presión tributaria. Sin embargo, las arcas de la República se siguen nutriendo de nuevos ingresos extraordinarios. El incremento de la producción y los nuevos precios del petróleo garantizan una buena cuota. Se suma ahora el nuevo impuesto a las grandes transacciones financieras. Lo que nutre la savia del presupuesto de ingresos, aunque sea una nueva carga a la ciudadanía.

Entretanto, la administración de Maduro mantiene firme el timón en aquello de alcanzar el equilibrio fiscal y honrar los compromisos con los acreedores internacionales. Por lo que el pago de deuda externa se lleva buena parte del presupuesto de gastos. Entonces, se obliga a mantener bajos sueldos para hacer ahorros que les permitan cumplir, antes que nada, con el endeudamiento externo.

Lo cierto es que en pago de sueldos y salarios se deberá destinar un monto significativo a quienes forman parte de la fuerza armada, que resume 80 % de la fuerza laboral adscrita a la administración pública, según investigación de Transparencia Venezuela, con base en la información brindada por la Oficina Nacional de Presupuesto, para la elaboración del correspondiente a 2022.

La distribución del personal adscrito a las distintas instituciones lleva a que buena parte del gasto en personal sea dirigida a la fuerza armada. Son 4.441.258 quienes laboran en sus distintas instituciones, siendo la milicia la que más absorbe. Más de 3 millones están adscritos a esta institución. Mientras, son 364.625 los docentes y 42.489 los médicos. El resto de los 5.509.563, que suman 661.191, laboran en distintas instituciones del aparato de Estado. Por su parte, deben quedar pocos profesores universitarios. Es que muchos se han ido. Pero, aún así, sus sueldos deben ser aún más rebajados. Los colocaron por debajo del resto de la administración pública.

Son tiempos en que debemos acelerar el paso para conquistar salarios dignos para los universitarios. Hay recursos suficientes. Más, si en vez de cumplir con el compromiso con los acreedores internacionales, se cumple con los trabajadores universitarios y el resto de quienes laboran en la administración pública.

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