Saludamos y acompañamos las expresiones de lucha popular en América Latina. La respuesta del pueblo ecuatoriano contra las medidas tomadas por el Gobierno de Lenin Moreno, así como las del pueblo chileno contra la circunstancia que viven bajo el gobierno de Piñera, son las más hermanadas en su naturaleza popular. Es la rebeldía contra políticas que favorecen de manera exclusiva a la oligarquía financiera mientras empobrecen cada vez a las grandes mayorías. A su vez, son políticas de claro carácter antinacional.

Se trate del favor hacia un imperialismo u otro, o a ambos, tanto como en Venezuela, las de estos gobiernos son orientaciones que en nada favorecen el interés popular y nacional. Bajo un discurso u otro, con ropaje socialista o liberal, en esencia son la misma política. De allí, que la respuesta está hermanada en sus objetivos.

Se trata de expresiones de un ascenso a escala planetaria de las luchas de los trabajadores y los desposeídos contra las políticas de hambre. A su vez, son respuestas inscritas en las luchas de los países atrasados y sometidos contra el imperialismo y sus diversas expresiones.

Aun cuando en el caso de Chile se trata de un movimiento espontáneo de masas, no le resta importancia, mucho menos justicia. Nos señala, sí, la más grande limitación de estos movimientos, la carencia de una vanguardia, de una dirección política capaz de orientar al pueblo hacia objetivos concretos, e inscribirlas en las luchas por un mundo mejor.

En Bolivia, levantada por el hartazgo popular frente a una falsificación del socialismo que ha conducido a la entrega de la riqueza boliviana a un imperialismo para garantizar el respaldo y permanecer en el poder, Evo Morales apuesta hoy a maniobras electorales y jurídicas, como en otras oportunidades ha apostado el chavismo venezolano.

Es la respuesta natural a las políticas imperialistas a escala planetaria que resumen medidas en función de frenar la caída de la cuota media de la ganancia. Aumento de la explotación, reducción del salario de los trabajadores, aumento incesante de los mercados exteriores, ampliación de los mercados especulativos y de deuda, búsqueda desesperada por fuentes de materia prima baratas y de cierta exclusividad. Son las tendencias a las que está obligado el capital financiero desde sus asientos nacionales para lograr frenar la inexorable caída de la cuota media de la ganancia.

En condiciones del imperialismo se convierten en espolones de las luchas entre los bloques en la pugna por la hegemonía mundial. La tendencia a la recesión mundial —en el camino al estallido de una crisis mundial de terribles consecuencias para los pueblos del mundo, principalmente de los países oprimidos, dependientes y semicoloniales—agudiza todavía más esta sentencia.

Esta es la base objetiva de la tendencia que toma cuerpo en la respuesta popular en América Latina. Pero también lo es de las luchas en Hong Kong, en París o en el Líbano y, en pleno desarrollo, en el país catalán. Y es que, en medio de las contradicciones interimperialistas renacen acá o allá las luchas nacionales. España parece la más movida en este respecto. Pero esta tendencia se desarrolla en otros puntos del planeta. Son tiempos en los cuales las luchas nacionales y de los trabajadores a escala planetaria se convierten en una voz al unísono contra la explotación y la dominación imperialista y sus políticas.

El anticomunismo responde a la circunstancia arreciando sus ataques contra las expresiones políticas, que en el fondo se han convertido en expresiones del bloque imperialista que encabezan China y Rusia. Parece que esta corriente reaccionaria es la punta de lanza del imperialismo estadounidense y de sus expresiones políticas en todo el continente. De allí que levanta el ataque contra el fantasma del comunismo, o de lo que ellos hacen ver como tal, haciéndolo responsable de los levantamientos populares que se vienen produciendo como resultado del descontento de las mayorías empobrecidas.

A la inversa, chinos y rusos atizan fuegos contra los estadounidenses. Identifican, por ejemplo, las políticas del Fondo Monetario Internacional como expresión de los estadounidenses, cuando en realidad todos los imperialismos usan ese paraguas para atender sus intereses. Pero también todos los imperialismos tratan de desnaturalizar las luchas populares.

Natural que sea así, sobre todo cuando, además del temor a las masas, al descontento y a la radicalización de las luchas hacia una perspectiva revolucionaria, busca cada imperialismo frenar la penetración de su contrincante en uno u otro país. Cosas de la disputa interimperialista.

Son tiempos en los cuales, en la medida en que vamos tejiendo espacios para el debate entre comunistas, para el análisis científico de la coyuntura, producimos acuerdos para el diseño de una política contra el imperialismo en su conjunto, en lo que podemos considerar una fase de agudización de las luchas interimperialistas por el reparto del mundo. A su vez, estamos obligados a trabajar aceleradamente para cumplir el compromiso histórico de ser vanguardia de los trabajadores en la lucha por un mundo mejor. Así, debemos tener la sabiduría para atender una política general, respetando las tácticas formuladas en cada país. Aquello del análisis concreto de las realidades concretas no debe ser una mera consigna. Cada organización debe desarrollar su política atendiendo su realidad. Pero en ningún caso se debe descuidar el principio de convertirnos en reserva estratégica de las luchas de los pueblos y de sus vanguardias en la lucha por el cambio revolucionario.

Han sido tiempos los vividos más de dos décadas hasta hoy, en los cuales el capital ha encontrado salidas reformistas y revisionistas que les han permitido atemperar situaciones revolucionarias. A su vez, han servido para facilitar la penetración del imperialismo chino o ruso bajo el argumento de que eso es lo que permite enfrentar al imperialismo estadounidense. Hasta contaron con el sustento teórico de sustituir la categoría imperialismo por “Imperio”. Identifican los revisionistas esta categoría con una abstracción según la cual se encuentra por encima de las naciones. O bien, la vertiente que establece que EEUU es el imperio, por encima del cual no hay dos. Esa fue la asumida por el chavismo.

Puede convertirse en una tendencia dominante este ascenso de las luchas de los pueblos. Obligados estamos a impulsar la más amplia unidad y acercamiento de las corrientes marxista leninistas a escala planetaria. Mientras apoyamos y buscamos asumir la vanguardia de las luchas de cada uno de nuestros pueblos. Asimismo, se abren tiempo en los cuales debemos propiciar la más amplia unidad en la lucha por las libertades democráticas y los derechos ciudadanos.

Son tiempos en los cuales debemos analizar la situación concreta con base en el marxismo leninismo, por su plena vigencia en todos los terrenos. Más que eso, debemos definir las tareas con base en la doctrina de la clase obrera. Comencemos por hacer verdad la más activa solidaridad con estas luchas cumpliendo con el primer principio internacionalista de hacer la revolución en cada uno de nuestros países.

Vivan las luchas, vivan los pueblos

Comisión Internacional, Bandera Roja

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