Publicamos entrevista realizada a 2 dirigentes estudiantiles de la Universidad de Chile que le ha puesto el mundo chiquito a la dominacion chilena. Uno de ellos, Gabriel Boric, acaba de ganar las elecciones para presidir la FECH. Estos dirigentes son parte de un colectivo denominado Crea Izquierda. Es grata la madurez politica y la profundidad de sus planteamientos. Y de seguro sera un dolor de cabeza para el gobierno del derechista Piñera.
Quisieron dar la entrevista juntos. Gabriel Boric y Francisco Figueroa: uno, ex presidente de Derecho -lideró una toma de más de 40 días en su facultad el 2009- y el otro el actual vicepresidente de la Fech (que no va a la elección), el que polemizó este año en la TV con Ena von Baer y Sergio Bitar. Querían hablar juntos porque, dicen, su movimiento es más que rostros
-Es una elección complicada. ¿Cómo se enfrentan al principal rostro de estas movilizaciones?
GB: Acá en la Chile no está en juego la continuidad o no del movimiento estudiantil. Entiendo el tema de la figura mediática que es Camila, pero la movilización fue construida entre todos. Y si no hubiera estado ella, habría estado otra persona y el descontento social que se expresó en las calles hubiese nacido con o sin ese liderazgo. Lo que está pasando en Chile no tiene que ver con una persona sino con un proceso que explota. No hay responsabilidades personales: no se le pueden atribuir ni todos los errores ni todos los aciertos del movimiento a un grupo de personas. Lo que está en juego en esta elección es cuál es la estrategia que se debe seguir para salir de este entrampamiento en que está sumido el movimiento desde hace algunos meses.
-¿Cuál es la diferencia en la conducción para el 2012 o lo que hubieran planteado este año?
FF: Primero, la vocación por conducir. Nosotros este año no supimos qué quería plantear la Jota a la cabeza de la Fech. Ellos se abstuvieron mucho, porque como la política del PC es encabezar el descontento inorgánico para luego transar eso como capital para su incorporación al sistema político, apostaron a quedar arriba de lo que pasara, de lo que saliera de las asambleas. Apostaron muy poco por conducir. Muchas veces no conocimos las posiciones del PC en los momentos más críticos del movimiento. Quisimos politizar la demanda del movimiento estudiantil, pasar de la demanda más superficial contra el endeudamiento a la más política, y por eso planteamos la salida a través de un plebiscito. El potencial de este movimiento da para superar las barreras de una demanda sectorial. También está en juego -no sólo en esta elección, sino que en todos los frentes sociales- cuál es el rol que va a tener la izquierda en el ciclo político que se abre. No creemos que deba ser el hermano chico de la Concertación, entrar a la política…
-¿Ese hermano chico es el PC?
FF: El PC y la izquierda tradicional, que apuestan a lo que ellos mismos han dicho, si no es una denuncia nuestra: generar un nuevo pacto de gobernabilidad y ofrecerse como garantes para construir un gobierno de nuevo tipo. Nosotros estamos contra el duopolio Concertación-Derecha, creemos que hay que construir un nuevo sector político, con una izquierda amplia, moderna, que interprete a las mayorías. Y eso pasa por constituir ese espacio y no hipotecarlo en una incorporación a la que más encima van a ir a perder. Si no es una cuestión de ética, que sea sucio, feo; al contrario: se trata que es una apuesta que pone en riesgo la constitución de nuevos actores políticos.
-¿Cómo proponen enfrentar el 2012? Está claro que las movilizaciones seguirán.
GB: Cuando empezó todo, se entendió que esto era un movimiento de carácter político. Pasamos de una lucha gremial de años a una de carácter político. En algún momento el gobierno intentó criticarnos: “Ustedes no están hablando sólo de temas estudiantiles”, dijeron. Por supuesto que no, estamos hablando de que queremos cambiar el país. Y eso parte por la educación. Hablamos de política; hacemos política. Para el 2012, de partida, hay que reflexionar en qué nos equivocamos este año. No podemos creernos el cuento y auto complacernos porque fuimos masivos, porque aparecimos mucho en los diarios. Tenemos que reencauzar las cosas y dejar de hablar de anécdotas, de figuras en particular, y volver a situar en la mesa los temas que alguna vez cohesionaron al movimiento.
-¿qué errores fueron esos?
GB: en un momento, el movimiento dejó de tener iniciativa. Cuando el gobierno vivió su reordenamiento con el cambio de gabinete, quedamos off side y no fuimos capaces de construir una propuesta alternativa a la suya, que era repetir una y otra vez la misma. Faltó combinar la reivindicación sectorial con la demanda política. Y perdió esa oportunidad porque nos encerramos en la lucha sectorial y todas las demandas por mayor democracia y un Estado garante, proveedor y no subsidiario, se perdieron. Nos volcamos hacia adentro, a discusiones de si paro o no paro; se fetichizaron las formas de movilización y de un momento a otro estábamos discutiendo con compañeros con los que antes marchábamos. Y con los rectores y con los profesores.
– Y después pasó lo de Juan Fernández
FF: En el fondo, la lección que sacamos de cara al 2012, y poniendo atención no sólo a este proceso sino también a otras protestas a nivel global, es que si los movimientos sociales no pasan de la indignación al compromiso, y no se forjan una cabeza política propia, terminan siendo agua para el molino del gatopardismo típico, que cambia algo para que todo sigue igual.
GB: Ejemplo más claro, España: partió el movimiento de los indignados, decidieron no constituirse como fuerza política propia, y finalmente el PP terminó ganando.
– ¿EL 2012 implica revisar las formas de movilización?
FF: Por supuesto. el movimiento tiene que empezar a hacerse cargo de cosas e incluir otras demandas que han sido postergadas por el protagonismo de la lucha estudiantil. Hay que construir un Bloque Social por los Cambios, porque no basta con convocar a marchar con conferencias de prensa. El próximo año tiene que ser actor un Bloque Social que aglutine a los que luchan por el derecho a la salud, la vivienda, la necesidad de planificar democráticamente el trato al medio ambiente. Todas esas luchas hoy excluidas de la política. Y eso para dar tribuna y fuerza a demandas que hoy están dispersas. No nos sirve la fragmentación. Las universidades no pueden volver a ser las mismas; tienen que poner los temas participación y política en las mallas; profundizar la democracia. La presencia en la toma de decisiones de universitarios, funcionarios, académicos, le va a dar más dinamismo a la universidad y van a poder ser centros de pensamiento transformador y no estos elefantes que piensan pero no deciden.
GB: La U de Chile y las universidades en general tienen una materia prima exquisita que no se está aprovechando, no está construyendo país, está encerrada en si misma. El próximo año, las universidades y en particular la U, deben volcar todo su conocimiento, todas sus disciplinas, a la transformación de este país. Eso se logra retomando el liderazgo en la formulación de políticas públicas, que hoy se construyen en el CEP, en Libertad y Desarrollo, en la Fundación Jaime Guzmán. Retomemos ese rol que alguna vez tuvieron las universidades del Estado. Que la Escuela de Salud Pública Salvador Allende vuelva a hablar de salud pública, que Derecho incida radicalmente en la reforma procesal civil, como está sucediendo. Que la Facultad de Economía influya en la reforma tributaria.
– Ese nuevo, ¿a qué experiencia se parecería en el mundo? Porque no es un partido político, ¿no?
GB: No es sólo un partido político. No estamos en contra de los partidos políticos como organización. A veces se cae en ese error, que es de un individualismo absoluto. Uno tiene que buscar su mejor forma de organización. Pero uno no puede estar en contra de la organización.
– ¿Pero qué sería esto? ¿Qué otra experiencia se parece a lo que quieren hacer?
FF: Me imagino la experiencia de Uruguay, del Frente Amplio. De Evo Morales, en Bolivia. Pero no todas las realidades son asimilables. Tenemos que hacer un movimiento que considere en su interior partidos políticos, así como movimientos sociales con vocación política. Es importante ver la experiencia de Brasil, que tiene una relación entre lo político y lo social interesante. LO mismo Evo, que logró constituir una mayoría social a través del MAS y permitió aglutinar a un montón de movimientos que le habían dado el gobierno a las dos derechas que tenían allá, así como nosotros también. Va a ser una mixtura entre partidos existentes hoy -creemos que el PC debiera estar-, movimientos sociales, nuevos partidos. Nos gustaría constituirnos como un actor político relevante en un movimiento político ciudadano que tenga una relación orgánica con los movimientos sociales, y no les dé órdenes. Un movimiento político amplio, distinto a la Concertación. Hoy los partidos no cortan nada: pesa más una comida en Casa Piedra. Pero si tu política es incorporarse al pacto de la transición, transar esa fuerza social por cuotas, si esa es tu política, para eso no estamos.
GB: Es importante entender que este movimiento se ha enfrentado contra un muro grande, que reflexionemos contra quien estamos peleando. El adversario no es sólo el gobierno o ciertos sectores de la Concertación. Es principalmente el 1% que controla este país, su elite económica empresarial, los que dicen no a la reforma tributaria, que amenazan cuando se habla de subir impuestos que va a disminuir la inversión, los que se reúnen en Casa Piedra a decidir el futuro; los que sacaron a Bielsa; los que definen la tasa de interés. Contra ellos queremos pelear. Nos parece absurdo que un 1% decida sobre el 99% restante, que finalmente somos nosotros, los que han salido a las calles. Los que queremos cambiar el país.
LA FECH Y EL PC
– Me dio la impresión que durante el año varias veces el PC declaraba que se había terminado el conflicto. ¿Cómo era la discusión dentro de la FECH?
FF: Nadie previó que esto iba a tomar esta magnitud. Pero efectivamente la izquierda más tradicional y la Concertación no estaban, y lo demostraron, listas para conducir y fortalecer un movimiento de estas características, porque entra a desordenar las coordenadas de la política tradicional. Ellos se quisieron desmarcar mucho tiempo de esta crítica directa a la Concertación, que no existe porque los dirigentes la hagan, sino que porque la gente en la calle te apoya porque no le cree a nadie, ni a la Concertación ni a la Derecha. Estuvieron mucho tiempo desmarcándose a las críticas a la ilegitimidad de esta clase política. Ahora, más cerca de las elecciones de las federaciones, han cambiado el discurso.
– ¿Están más puntudos?
FF: Están más puntudos. Se ha visto en las últimas declaraciones de sus dirigentes, de la Jota en particular, que dicen que esto no se soluciona con la vuelta de Bachelet, cuando llevan en conversaciones para integrarse a su eventual gabinete hace un año. Y demostrado por ellos mismos, no es una denuncia. No están interesados en ir sólo en un pacto electoral, quieren estar en el próximo gobierno y saben que la carta es Bachelet. Entonces, que estén agitando lo contrario a nivel estudiantil, es tremendamente oportunista. Pero es la forma en que siempre el PC ha hecho política, porque no le conceden a lo social un rol en lo político. Ahora esta crítica a que las cosas se deciden entre cuatro paredes… NO le vimos eso en todo el año. Ni esa disposición en años anteriores.
– Una de las cosas que le echan en cara a Camila desde la derecha es su representatividad dentro de la U. ¿Cuánta gente esperan que vote?
FF: Entre 8 mil, que es la que vota todos los años, y los 13 mil que votaron en el referéndum sobre postergación del segundo semestre. Ahora, si la gente no está participando es por culpa de los mismos que critican la poca votación en la federación. La derecha, la Concertación, la prensa dominante en este país, nos han convencido que la política y la acción colectiva no son vías y que hay que ir a consumir. Y después que anden apuntando con el dedo, cuando ellos tienen senadores designados… La verdad, es una crítica que nos pasa bien por el lado. Nosotros sí estamos comprometidos a aumentar la participación, no estamos contentos. Pero no necesitamos que nos lo señalen tipos que muchos de ellos no han sido elegidos por nadie y que incluso inducen a la gente a no participar.
Pero se harán alguna autocrítica.
GB: Como nosotros constatamos la crisis de representatividad en Chile, no podemos criticarla solamente como si gritáramos desde una ventana. La Fech también tiene una crisis de representatividad, los órganos democráticos de la U, también. ¿Está la Fech a la altura del rol histórico que le ha tocado? Nosotros creemos que la Fech, su estructura, fue concebida para otro momento. Hoy estamos en un momento histórico de cambio y tiene que readecuarse.
¿Cómo consideras que está la salud del sistema universitario chileno tras esta movilización? Hay gente que considera que algunas, especialmente en regiones, recibieron un tiro de gracia.
GB: Este año no se puede entender sin los 30 anteriores. El sistema universitario chileno estaba en una crisis terminal y pretendían tratarlo con aspirinas. Lo que se hizo es asumir costos, porque cualquier movilización de este tipo los tiene, en pos de un beneficio mayor. Si no lo hubiésemos hecho, los costos a largo plazo hubieran sido mayores. Las universidades regionales están absolutamente dejadas de lado por el Estado. De eso no hay duda. No tienen políticas de investigación y desarrollo apoyadas por el Estado. Se tienen que autofinanciar y eso las hace privatizarse. Ya no se preocupan de ser un aporte a la región, sino de competir con la Universidad del Mar, que te pone sedes en todos los lugares. El problema viene de antes. Estamos conscientes que las movilizaciones generan costos, pero hubieran sido mucho mayores si esta movilización no se hubiera hecho.
FF: No hay daño más grande a la universidad que el que le hicieron la dictadura y veinte años de Concertación. La Concertación alega que Piñera está haciendo destrozos en el sistema, pero no hay nada malo que no lo haya hecho la Concertación antes.
Ultras
¿Cómo se puede trabajar, hacer política, cuando tienes sectores más ultrones, que a veces no razonan tanto?
GB: La radicalidad se juega en la masividad, en la capacidad de convocatoria que uno tenga, en el contenido de las propuestas. A diferencia de lo que creen algunos, no se juega en quién grita más fuerte, en quién le tira más piedras a los pacos o quién habla con más esdrújulas. Y hay muchos en esa. El tipo que le pegó a Giorgio Jackson por la espalda y salió corriendo, seguramente debe creer que es más de izquierda y revolucionario por haber atacado a un dirigente. No. Esas actitudes no convocan a nadie y sólo restan y terminan siendo agua para el molino del gobierno. No son transformadoras; y nosotros hacemos política para transformar. Todas las movilizaciones tienen su gracia porque hemos sido capaces de llegar a gente a la que antes no. Hoy no se movilizaron los convencidos de ayer. Hoy los padres hablan porque tocamos el endeudamiento. Vamos a tocar el próximo año la precarización del trabajo y vamos a llegar a otro tipo de gente. En la medida que uno va siendo convocante, se van aislando a estos grupos que en el fondo no les interesa llegar a ningún tipo de solución, sino que confunden la política con la estética y creen que por ponerse una capucha son más revolucionarios. Eso es errado.
¿Y qué se hace con ellos?