El trabajo de los organismos dirigentes y celulares del partido combina la dirección colectiva con la responsabilidad individual; de esta manera se ejercita la democracia, el centralismo y la disciplina consciente de la militancia

La acción revolucionaria implica un proceso que inicia con la elaboración política a la luz de la teoría científica del desarrollo de la sociedad, del marxismo leninismo y del conocimiento de la realidad concreta; seguido por la socialización, análisis y asimilación de esa política por parte de todos los miembros del partido; la aplicación de la misma; y la evaluación de los resultados en base a la cual se retroalimentan nuevos procesos. En todas estas etapas concurren y combinan dos elementos: la dirección colectiva y la responsabilidad individual, en aplicación estricta del principio del centralismo democrático.

Si partimos de la premisa de que los miembros del partido asumen una militancia consciente y voluntaria, por ende, sujeta a las normas estatutarias que otorgan derechos y responsabilidades; que adoptan una vida partidaria en la que hay tanto centralismo como democracia, tanto disciplina como libertad, tanto unidad de voluntad como espíritu creador, es natural que la ejecución de las orientaciones, la aplicación práctica de la política sea una viva demostración de la dirección colectiva de los organismos dirigentes y celulares combinado con la iniciativa y creatividad del militante.

La dirección colectiva es una expresión de la democracia dentro del partido; es el momento en el que todas las estructuras analizan, discuten, disienten, acuerdan y deciden sobre las orientaciones políticas y las tareas concretas de la acción revolucionaria. Sirve para imprimir mayor objetividad al trabajo, superando el voluntarismo individual; contribuye al análisis del escenario concreto, de la correlación de fuerzas, de las fortalezas y debilidades, de las amenazas y oportunidades; fija metas, plazos, distribuye y optimiza el recurso humano para aprovechar, de mejor manera, las cualidades y potencialidades de cada militante.

Con este antecedente, la asunción individual de la responsabilidad es una consecuencia; mientras de mejor manera se ejercita la dirección colectiva, mayor y más eficiente es el compromiso personal del militante. Ya en el escenario de los hechos se pone en juego su comprensión de la política, sus cualidades de líder, su capacidad e inteligencia para sortear imprevistos, su iniciativa para desarrollar las líneas y consignas generales de la orientación política a fin de materializarlas y hacerlas operativas en el sector concreto.

Concebido el trabajo de esta manera no hay excusas; se pueden visibilizar y personificar los aciertos y los errores; los primeros para aprovecharlos y potenciarlos y, los segundos para corregirlos y superarlos. No se trata de buscar culpables para sancionarlos sino de ubicar los fenómenos que inciden en los resultados

El partido no es un todo abstracto, es la conjunción de seres humanos, con nombres y apellidos, por consiguiente, tanto las victorias como las derrotas tienen que ver con la armonía y experticia que guarden la combinación del trabajo colectivo y la responsabilidad individual.

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