El siguiente relato da cuenta de la conducta realmente valiente y revolucionaria de nuestros dirigentes y militantes frente a la represión desatada contra la protesta estudiantil y popular acaecida el día 7 de junio de 2016 en Valera, estado Trujillo. También, muestra cómo el pueblo valerano enfrentó al fascismo del Gobierno regional y sus «colectivos», que actuaron como los «camisas pardas» de la Italia de Mussolini .

La conducta popular y de la vanguardia en Valera son ejemplos de la disposición de enfrentar a un régimen que nada tiene de revolucionario ni de socialista. Esa será la conducta que tendrá el pueblo venezolano si el Nicolás Maduro y sus mafias insisten en cercenar el derecho constitucional de revocarlo. Y al frente estará, como siempre, la militancia de Bandera Roja y la Unión de Jóvenes Revolucionarios.

Son aproximadamente las 11:30 de la mañana del martes 7 de junio de 2016, cuando Alejandro es perseguido por unidades de la policía del estado Trujillo y luego derribado con un perdigón grueso que impacta en la pierna. Gracias a cierta destreza adquirida en el trajinar del entrenamiento físico en artes marciales, cae en posición de guardia y acto seguido, dos policías intentan detenerlo: el primero es rechazado desde el piso por Alejandro, lo que le significa otra descarga más de perdigones a corta distancia. Aún sin entregarse, continúan forcejeando con él las hienas hambrientas que ya llegan a cuatro. Un quinto, ante la posición del camarada, irreductible en la lucha, le propina un culatazo de escopeta en el cráneo. El impacto inmediatamente hace aflorar la sangre pero le impulsa más bravura. Al levantarse, se hizo necesario un segundo impacto en la cabeza para que entre los cuatro animales pudieran reducirlo y detenerlo.
Alejandro, sin perder el conocimiento, es aprehendido y trasladado, solo y herido, a la unidad motorizada de la policía donde es amenazado con un traslado al SEBIN, mientras el “oficial” de guardia continúa golpeándolo. Sin curar las heridas, con un profuso sangrado y estando aún consciente, es amenazado permanentemente hasta que, sin explicarle nada, lo “encapuchan” con su propia franela, llena de sangre. Ante la mirada de la madre de su novia ─quien afortunadamente montó guardia frente a la delegación policial─ es trasladado a la comandancia municipal n° 20 y de allí llevado a la emergencia del hospital de Valera, donde no fue atendido por la médico de guardia ya que alegaba que debería estar un familiar con él. Ante esta actitud, los policías que lo llevaron decían que no iban a llamar a familiares ya que consideraban que el herido era de «alta peligrosidad» y debía ser traslado a Caracas. La doctora del centro asistencial, al hablar con los familiares que estaban buscándolo desde ya hacía cuatro horas, les indica que debían haber llevado al muchacho ─que aguantó como un torito porque llegó a propio pie y callado─ a un CDI de cubanos, donde al final fue encontrado por sus familiares. El médico que lo atendió, un cubano, increpó a los funcionarios policiales acerca del estado del paciente, quien aún emanaba mucha sangre de las heridas que suturaron con un total de 20 puntadas externas y algunas internas, la segunda herida hizo visible una parte del cráneo, y a pesar de la negativa de la comisión policial, el doctor exigió hacerle placas radiográficas que solo dejaron ver a sus padres luego de un conjunto de discusiones y amenazas. Alejandro, una vez recibidas las “curas de emergencia”, cinco horas después, es retornado a la comandancia, donde algún funcionario de peso lo entrega a sus familiares bajo el condicionamiento de que se diga que “nunca estuvo detenido».

En esas mismas horas, en plena avenida Bolívar, su hermana comparte lucha en plena calle con una obrera de un local comercial aledaño de la zona, parada frente a la unidad de la Brigada Especial de la policía, bloqueando la marcha de la misma y protestando porque intentaba trasladar a unos cuantos detenidos que fueron capturados por civiles armados y entregados a la policía. En un momento de tensión y al verse rodeados por cada vez más personas; ante la negativa de las chamas de quitarse del medio, los de la brigada piden respaldo. Entretanto, miembros del colectivo oficialista “4 de Febrero” intentan secuestrar a la camarada, montándola en una moto, pero un amigo ─exmilitante de Bandera Roja─ en la inmediatez del caso y a pesar de estar hoy en otra acera política, interviene y enfrenta a las hienas hasta que llega nuestro respaldo.
Paralelamente, otro camarada es herido en la avenida 4 de Valera. Los colectivos allí fueron alevosa y especialmente crueles, llenaron de plomo varias paredes y el compa recibe un tiro en el brazo izquierdo. En medio de la agresión, otro camarada recoge al compa herido y al moverse, se incrustan en la pared tres disparos más donde ellos estaban cobijados. Fue trasladado al seguro social y a pesar de lo público y notorio, no llegó ningún fiscal ni cuerpo policial a formalizar investigación alguna. 
De allí mismo la vinculación con la gente del barrio permitió a otro compañero salir bien librado. Capturado dentro de una casa de vecinos, es encañonado por dos hienas de civil que se lo entregan a la policía, y es bajado del cerro de la avenida 4. Se lo iban a entregar a los colectivos para que lo golpearan. Allí uno de esos individuos lo reclama como una “culebra”, para ajustar cuentas, y se lo dan para que luego de inmovilizarlo, lo traslade a «matar la culebra” junto con otros. En el camino se quita la máscara y le da una franela, y le dice “tranquilo pana, yo lo conozco, pírese que todo está bien y me debe un favor”. 
Otro compañero también recibe en la refriega seguida un fuerte golpe en la cabeza con un casco por parte de dos guardias nacionales que intentan detenerle. Le dan en la frente y él sigue pa´lante. Una vez en la casa de seguridad acordada, los continuos vómitos y una baja de tensión hicieron necesaria atención médica, hasta que llevado a una clínica cercana. Inmediatamente los colectivos se presentaron y atracaron a todos los presentes, pero afortunadamente nuestro compañero logró ser atendido y protegido por los médicos y no fue capturado.
Todo esto en un solo hecho de protesta: UN DÍA DE LA IRA en Valera, que aún al redactar esta nota, no culmina. La protesta estudiantil y popular donde la gente en las colas, los humillados de todos los días con los sorteos de la lotería de la comida participaron, en la que los compañeros sintieron muchísima solidaridad de la gente, en la que mucha gente se incorporó y solo pudo ser controlada con la movilización de más de 150 motorizados civiles sicarios del Gobierno, que no solo hicieron de policías, sino que atracaron y vandalizaron a humildes padres y madres de familia en colas de transporte público y hasta en las zonas de la protesta, orientados por la propia policía y la Guardia Nacional. Asimismo, fueron movilizadas más de seis unidades de transporte de tropa de la GNB, 60 motos y más de 120 policías del estado. Un despliegue técnico-militar de 650 hombres nunca visto en Valera para sofocar protesta alguna.
Nuestros heridos y detenidos son consecuencia directa, elemental y sincera de la disposición de nuestra militancia a estar en la vanguardia de las luchas del pueblo, del arrojo y la valentía de nuestros hombres y mujeres quienes en una situación de represión sostenida y desproporcionada, no se amilanan y avizoran en este presente de lucha, el indiscutible germen del cambio. Debemos empujar y prepararnos aún más, debemos disciplinarnos más y debemos asumir los costos del enfrentamiento en el terreno que sea. 
A pesar de nuestro saldo, quedamos fortalecidos, no solo por la satisfacción de la solidaridad encontrada en la calle y la batalla contra los enemigos del pueblo, contra los farsantes, sino porque en todos los documentos fotográficos, en los videos y en las historias, más de un valerano salió identificado con nosotros, con nuestra disposición y con nuestros argumentos. El ejemplo corrió como pólvora y ahora saben en el país que somos parte de ese cuero seco, que se levanta a diario en Venezuela.
Valera, junio de 2016
Comité Político Regional
Bandera Roja – Trujillo.

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