Resulta noticiosa la situación en Ecuador. La política económica de Lenín Moreno trae como consecuencia inmediata una rebelión en desarrollo. Al menos 5 muertos y más de 600 heridos por la represión frente a un paro nacional hasta que deroguen las medidas impopulares.
Un paquete “clásico”. El propio del deudor frente al acreedor multilateral. Crear un fondo social para pagar deuda mediante aumento del precio de la gasolina, despojo de un día de salario, cercenamiento de derechos adquiridos, como los 15 días de vacaciones, flexibilización laboral; acompañadas bajo el disfraz de eliminación de aranceles para la exportación. Claro, elimina también aranceles para importación en algunos rubros.
Todo en medio de manifestaciones claras de agotamiento de la política económica de larga data. Sustentada en la dolarización, que ha ido minando la capacidad competitiva de la producción nativa frente al producto importado, está política apunta al desmantelamiento de buena parte del aparato productivo.
Además, se busca imponer estas medidas en medio de la disputa interimperialista entre China y EEUU. El presidente Moreno pudiese ser el restaurador de la dependencia del imperialismo estadounidense venida a menos en toda América Latina y en buena parte del mundo.
En lo fundamental, contribuye con la política del Fondo Monetario Internacional (FMI), que busca a toda costa otorgar préstamos acá o allá. Se trata de un organismo con una correlación de fuerzas internas cambiante. China resulta, hoy día, de los que más aporta a este organismo. Es el segundo en acciones y en tendencia busca la primacía. De allí que sus decisiones, suerte de democracia fiduciaria, cuentan al menos con la anuencia de chinos y rusos. El peso específico de China es tan grande que ya Chrintine Lagard anunció la perspectiva de que la sede del FMI se traslade a Shanghai.
Este asunto de la ideología de la deuda pública es pareja a la condición que ella supone de convertirse en la forma más segura de hacerse de ganancias sin riesgo alguno, toda vez que entra en posesión colectiva, social. Por eso, como señalara Marx: “El crédito público se convierte en el credo del capital. Y al surgir el endeudamiento del estado, el pecado contra el Espíritu Santo, para el que no hay perdón alguno, deja su lugar a la falta de confianza en la deuda pública”. Esta ideología se propaga con más intensidad en la medida en que se hace un refugio para el capital financiero a escala planetaria, en momentos en los cuales la cuota media de la ganancia tiende a descender cada vez más. El FMI, liderado todavía por EEUU, pero seguida por su más agudo competidor, China, es el instrumento que apuntala esta perspectiva. En eso los bandidos se unifican. Los imperialismos se ponen de acuerdo por el interés común de estrujar a los pueblos del mundo, incluso los propios.
Ecuador y Venezuela bajo la lupa
La experiencia ecuatoriana nos obliga a atender algunas cosas del pasado reciente. Fueron muchas las fuerzas que apoyaron a Chávez. Es más, son muchos quienes siguen apoyando la criminal dictadura de Maduro, con cada vez menos argumentos que no sean la condena a la política estadounidense. Pero nada dicen de la dependencia de Venezuela del imperialismo chino. No se percatan de que la tiranía es la responsable de la catástrofe nacional y sigue firme en su política de cancelar la deuda mientras hambrea al pueblo. Igual sucedió con Correa.
La destrucción de la economía venezolana no tiene parangón en el mundo entero. Pero algo de eso se da en Ecuador. Es lógico que sea de esta manera, bajo una política erosiva del aparato productivo a escala cada vez mayor. Inscrita, a su vez, en la lógica imperialista de convertir nuestras economías en demandantes de bienes finales procedentes de un imperialismo u otro, mientras les brindamos materias primas baratas, principalmente petróleo.
La dolarización en Ecuador es oficial. La de Venezuela se fue dando de manera relativamente natural. Inducida por la pérdida de su condición dineraria del bolívar, fue copando espacios el dólar. El resultado, en un caso y otro, es la pérdida de la soberanía monetaria. Cuestión que afianza la pérdida de competitividad.
A su vez, Ecuador, como Venezuela, es presa de la ideología del endeudamiento. Los chinos son los más interesados en su realización. Y es que se han convertido en el acreedor por antonomasia. Ahora bien, Moreno, como Maduro, debió atender la economía con medidas propias de la oligarquía. A ella se deben.
Incapaces de ubicar la naturaleza de clase de las alternativas burguesas en condiciones de transición de la dependencia de un imperialismo a otro, que agudiza las situaciones revolucionarias, fueron muchos quienes siguieron la farsa de uno u otro o ambos. Gente que se asume de izquierda, radical, comunista, progresista, apostó por Chávez o por Correa, o por ambos. A pesar de que la destrucción de Venezuela es una experiencia única en el mundo, todavía hay quienes, desde esta posición, no ubican la responsabilidad del régimen dictatorial, mientras señalan que la responsabilidad es del imperialismo estadounidense.
Por su parte, Correa levantó un importante apoyo de sectores de “izquierda” y del “comunismo”, el resultado de su política, si bien no llevó a una catástrofe como la venezolana, afianza las bases para la crisis, sobre todo con la continuidad de la dolarización. Además, toma partido en favor de los chinos que copan buena parte de la economía ecuatoriana, sin desprenderse de los estadounidenses. Convierte a Ecuador en área en disputa. Continuismo con nuevos rostros y discursos, contribuyen con el afianzamiento de una política de sostén del orden imperante, aunque en medio de la disputa entre los elefantes.
Capítulo aparte es la manera como se busca sacar provecho o enlodar la protesta popular en Ecuador. En Venezuela este asunto cobra bastante notoriedad. La solidaridad automática con Lenín Moreno, dado su enfrentamiento a Maduro, ha llevado a dislates de alto tenor. En política, la mentira y tergiversación de hechos puede hacer mella en oídos irracionalizados. Pero en honor a la verdad, lo de Lenín Moreno es una política antipopular y antinacional. Meter a quienes quieren ser metidos resulta poco eficaz. Maduro busca aparecer al lado de quienes protestan, a pesar de que hambrea al pueblo con una política que en nada dista de la de su par ecuatoriano. Correa hace lo propio buscando el perdón de los ecuatorianos. Por su parte, Moreno busca enlodar la protesta acusando a Maduro y a Correa de estar inmersos en esta rebelión popular. Vaya dislates.
De otra parte, la rebelión popular y las opiniones al respecto miden la ubicación de cada quién. De quienes se colocan al lado de los pueblos y de sus intereses. O de quienes comparten una política a todas luces hambreadora de los pueblos y en favor de la oligarquía.
En cualquier caso, nada puede manchar la naturaleza justa y popular de esta rebelión contra una política de hambre. Las cartas sobre la mesa echadas pueden conducir al empuje hacia una salida popular y democrática. Así, Ecuador puede encaminarse a acompañar a Venezuela en la perspectiva insurreccional.