Aunque en reducidos espacios, uno de los debates que han surgido en los últimos meses es si nuestro país puede ser negociado. Si los chinos y rusos pueden negociar espacios de Venezuela con Estados Unidos y Alemania, entre otros. Un reparto de nuestro país pues. Muchos ven esto con optimismo, toda vez que ello supondría la eventual caída de Maduro y el desalojo del chavismo del poder en favor de una salida negociada, reparto del pastel mediante.
Cuando el análisis político y la política se asumen desde una perspectiva subjetiva, las cosas suelen verse de esa manera. Subjetiva pues. Independientemente de que se parta de la defensa de los intereses nacionales o no. independientemente de si se miren las cosas en la perspectiva popular o no.
El asunto es si se analizan las cosas objetivamente o no. Y estas son cuestiones de mucha monta como para dejarse guiar por cuestiones subjetivas. Al menos el sentido de responsabilidad obliga.
Hay cuestiones objetivas que determinan el comportamiento político. Así como la ley de la gravedad nos mantiene en el piso, la tendencia a la caída de la cuota media de la ganancia coloca al capital cual perro sabueso detrás de una presa. Es un hecho objetivo. Va tras materias primas baratas. Va tras obreros baratos. Va tras mercados. Va tras mercados especulativos más gananciosos que los que brindan los procesos industriales y agrícolas. Se abre espacios a codazos que muchas veces cargan con explosivos. Son los mecanismos, para decirlo de manera gráfica, que permiten frenar su descenso.
Pero, así como busca abrirse paso a troche y moche, hace lo propio para que el competidor se quede con nada. Y es que la competencia capitalista se traslada a la que se da entre potencias imperialistas. Cómo ser competitivos sin que la cuota de ganancia descienda. Cosa harto complicada. A su vez, como frenar la posibilidad de que el contrincante no alcance ventajas.
Estas propensiones son las que permiten frenar el descenso de la cuota de la ganancia, manteniendo la competitividad o buscando elevarla. Es el caso, de un lado, de China. Buscan mantener los asiáticos su capacidad competitiva, tratando de evitar, a su vez, que no descienda mayormente su cuota de beneficios. Busca Estados Unidos elevar su capacidad competitiva incrementando, a su vez, su cota de ganancia. Tarea más difícil aún. Son cuestiones objetivas. Son determinaciones del desarrollo empujadas por el capital.
Son esas cuestiones que hacen a una potencia imperialista más agresiva que otra. Lo que no supone que la menos agresiva no responda en la misma proporción y sentido.
La ofensiva estadounidense, además de la guerra comercial proteccionista, buscando reducir la capacidad competitiva de china con barreras arancelarias, junto a los dientes que muestra indicando su poderío bélico, parecen no ser suficientes para enfrentar las armas chinas. Y es que mercancías más competitivas se convierten en misiles capaces de penetrar las barreras más resistentes que impone Trump. Derrumban los muros más sólidos de concreto armado. Penetran cualquier superficie. China, además, cuenta con tierras raras. Mismas que demanda Estados Unidos de los chinos.
Venezuela en el contexto de la confrontación interimperialista
A raíz de los últimos desarrollos de la economía minera, desde la política adelantada por el Gobierno, teniendo en el escrito de Rodolfo Sanz editado en enero de 2016 su guía, podemos afirmar que el chavismo ha conducido a Venezuela hacia la profundización de la economía extractiva minera, mientras la hipoteca al bloque imperialista liderado por China y Rusia.
No es poca cosa lo que se encuentra en las tierras de Guayana.
Las tierras raras en suelo guayanés, es suficiente motivo para una disputa a sangre y fuego. Hay constatación de existencias importantes de estos elementos, seguramente constatados por los chinos mediante el estudio que realizaran de nuestros suelos. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, que encuentra en la competencia entre Iphone y Huawei su emblema principal, parece estar en favor de China, dado que produce el 95% de estos elementos. Mientras los estadounidenses importan más del 80% de tierras raras para su industria desde China. Es de hacer notar, además, que EEUU, encuentra en estos elementos materias primas fundamentales para el desarrollo de su industria militar de punta. Los desarrollos en láser, por ejemplo, requieren de varios de estos elementos, a saber: el Itrio, el samario, el europio, el holmio, el erbio, el iterbio y el neodimio. Son muchas las aplicaciones de estos elementos en la industria moderna que desarrollan los estadounidenses. Romper con la dependencia de la importación de China de seguro es un objetivo estratégico. China, por su parte debe hacer lo propio para evitarlo.
Por su parte, el “regreso” al patrón oro, que nunca se fue, fuerza como nunca a las potencias imperialistas a hacerse de este recurso mediante los más disímiles métodos. China parece haber adelantado la tarea al punto de que hay estimaciones según las cuales alcanza en su mercado más de 30 mil toneladas del vil metal. Aunque su banco central declare apenas más de 4 mil. Pero el hecho de que el centro mundial del mercado del oro se haya desplazado de Londres a , indica que ciertamente algo de eso es verdad. Rusia, por su parte, en 2018 fue el primer comprador del metal, alcanzando 250 toneladas. La sumatoria de lo adquirido por los países que se ubicaron del segundo al décimo puesto, no alcanzan esa cifra. Da una idea de la tendencia indicada. Cada potencia busca fortalecer su signo monetario y, a la postre, desbancar al dólar como la principal moneda de cambio y reserva.
El rodio es otro metal estratégico. Lo depositado por la naturaleza en una parte al menos de Guayana, en los ríos Parguasa y El Pao, zona los Pijiguaos, municipio Cedeño durante más de mil siglos, parece ser de tal magnitud que también la convierten en otra fuente de disputa. Para la industria farmacéutica es vital. La competitividad de uno u otro medicamento alcanza primacía con este elemento. Otro tanto sucede en la industria automotriz. Las potencias que se disputan este escaso metal son las principales productoras de fármacos y automóviles. China, India, Estado Unidos y Alemania se disputan este recurso cuyo principal productor es Sudáfrica con alrededor del 80%. Le sigue Rusia con 12%. La tendencia es su rápido agotamiento.
China, desde hace un lustro, viene realizando un proyecto con miras a cambiar su fuente de energía de carbón y petróleo por plantas nucleares de torio. Lo descubierto en Venezuela la ubica entre los principales reservorios de este elemento, fuente de energía limpia. Llamada la energía del futuro.
Coltán, bauxita, hierro, diamantes, uranio… Suficientes riquezas como para afirmar que la leyenda de El Dorado se quedó corta. Contar con Guayana puede inclinar el fiel de la balanza en favor de una u otra potencia imperialista.
En 2012, el entonces presidente Chávez, mediante convenio, entregó a los chinos la elaboración del mapa geológico de nuestro territorio. Aunque no culminaron el estudio, seguramente fue suficiente como para que se hicieran los asiáticos de suficiente información en cuanto a la ubicación de nuestras riquezas más que los propios venezolanos. En marzo de 2019, el mismo proyecto fue entregado a los rusos. El acuerdo fue suscrito en diciembre de 2018. Indica el convenio que se trata de una actualización. Así, la soberanía ha sido entregada a quienes custodian al régimen.
Podemos afirmar que el centro de la disputa imperialista es Venezuela. Pero la médula es Guayana. Difícil de que sea negociada. Cabe aquella sentencia de Lenín: “Los capitalistas no se reparten el mundo llevados de una particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino para obtener beneficios”. Reparto que supone las disputas y las guerras. A momentos pueden negociar. Pero son tiempos en los cuales la negociación parece dar pie a la confrontación. Son las leyes del desarrollo del capital en condiciones monopolísticas e imperialistas las que la imponen.
Pero también, la liberación de Venezuela encuentra en Guayana la base de la reconstrucción con sentido nacional. Guayana debe ser el asiento para alcanzar la soberanía mediante la repotenciación de las industrias bases de la industria pesada. En este suelo está la plataforma del desarrollo nacional. Aprovechar las fuerzas hídricas, la minería y la fuerza de trabajo de mayor calificación permitirá la reconstrucción del país.