En esencia no hay diferencias. Sus resultados varían en tiempo y magnitudes. Pero son las mismas políticas. Lenín Moreno, Rafael Correa, Hugo Chávez y Maduro representan los mismos intereses, difieren un imperialismo u otro. Lenín se distancia y busca favorecer a los yanquis. Los otros el arropo de los chinos. A Correa y a Chávez les tocó vivir los tiempos de la mayor bonanza petrolera. A sus sucesores, por el contrario, la caída de precios y producción. Más en el caso de Maduro, claro está.
Los dos fetiches se hacen carne en estas realidades: la dolarización y la deuda pública han sido la guía de estas economías. Mismas que conducen a la debacle.
Los ecuatorianos tienen tiempo con la dolarización iniciada por Mahuad 20 años ha. La venezolana se inicia hace mucho, pero se hace ya dominante desde la profundización de la crisis, desde 2014. Ya el dólar es de circulación libérrima. Junto a otros fetiches va de tienda en tienda. De mano en mano. Y la gente buscando a toda costa el nuevo escapulario.
Víctimas de la misma política
Ambas economías dolarizadas, pierden competitividad, afianzada por la importación de bienes de economías de mayor desarrollo, casi sin aranceles. En Venezuela la cosa fue catastrófica y abrupta. Al caer los precios del crudo acompañado de la merma de la producción, dada la corrupción, ineficacia e intención erosiva, se produce la debacle. En Ecuador la cosa no fue tan acelerada. Sin embargo, tenía que pasar. Y es que no hay economía, cuando no cuenta con una competitividad similar a la de EEUU, en este caso, que pueda salir airosa. En Europa, resulta emblemático el caso griego. El valor de cambio de lo más competitivo resulta más barato. Sumemos que Estados Unidos subsidia su producción agrícola, lo que hace más competitivas aún sus productos.
La deuda, por su parte, hace estragos acá y allá. El porcentaje del PIB que representa la deuda en cada caso representa un peso significativo. De allí que deba usar cada gobierno un elevado monto del presupuesto de ingresos para honrar el compromiso. Reducen gastos sociales para pagar deuda. Además, cada gobierno guarda compromisos con China que afianzan su condición de principal acreedor de América Latina. No vayamos a pensar que estos empréstitos son distintos a los otorgados por otras potencias imperialistas o de los multilaterales. Por ser más competitivos, los chinos pueden hacer una que otra concesión. Sin embargo, allí tienen al FMI para salvaguardar sus intereses. Seguramente, más interés tenían los chinos en que Ecuador adquiriera nueva deuda con el organismo internacional que otorgarla ellos ya que con eso se cubren bajo el paraguas del paquete. A ellos también los beneficia.
Si la deuda no está inscrita en una política económica que busque el desarrollo y que esté claramente ubicada en la capacidad de crédito de la economía real, termina siendo una rémora que frena el avance de la economía. Siempre será una carga tan onerosa que conducirá a que se cumpla la sentencia según la cual la deuda pública no es más que la enajenación del Estado, un mecanismo de traspaso de riqueza nacional a los acreedores de turno. Por eso la deuda se impone.
En corrupción también la cosa es similar. Pero parece que los venezolanos superan también en esta materia. No se trata de meros escándalos. Las riquezas malhabidas, ostentadas de manera grosera, representan un porcentaje significativo de los capitales localizados fuera de nuestras fronteras, suficientes como para echar a andar la economía. El teniente Andrade es una muestra palmaria al respecto.
En un sentido más estratégico, en correspondencia con las demandas de la oligarquía financiera internacional, Venezuela y Ecuador suscribieron acuerdos de eliminación del doble tributo con los países de mayor desarrollo capitalista. Ecuador lo hizo una década antes. Mientras, en Venezuela fue Chávez quien inició este crimen de lesa patria, que conduce a la pérdida de patrimonio suficiente, de no haberse entregado, como para haber atemperado la grave crisis de hambre que viven los venezolanos.
Aquello de la protección y promoción de inversiones extranjeras, es otro de los capítulos que hermana las políticas de los gobiernos de Ecuador y Venezuela. Junto a la eliminación del doble tributo, son fehacientes muestras del carácter antinacional de estos gobiernos.
En esencia son las mismas políticas. Las diferencias son de magnitudes. Cuestión que obedece a que Correa, economista sabedor de algunas políticas económicas y de ingeniería económica, que atemperaron la crisis, no condujo a una catástrofe de magnitud a la venezolana, a pesar de la política y la corrupción. En Venezuela la corrupción y la ineficacia, compañeras inseparables de la política antinacional y antipopular, crearon una crisis de antología.
La respuesta popular y las perspectivas
Con todo y que en esta experiencia ecuatoriana varias organizaciones sociales convocaron a la protesta, su capacidad radica en el descontento acumulado de las masas. Y es que los efectos perniciosos de la política económica contribuyen a elevar el nivel de conciencia de la gente. En relación con Venezuela, más perspectivas pudiesen tener dado que el descontento se centra en los sectores populares. Quienes convocan al menos se presentan como sus representantes.
En el caso venezolano, dos rebeliones a cuestas nos ubican en un plano más elevado en cuanto a la magnitud. Mayor descontento, pero menos capacidad política dada la dirección de la oposición en manos de sectores cuya perplejidad conduce a que no culminen en al menos un cambio de gobierno. Eso es lo que ha permitido, a momentos, propuestas unitarias de sectores muy diversos. Apenas salir del chavismo. Sin mayores pretensiones. Sin posibilidad de acuerdos programáticos dado que los intereses que se representan son antagónicos. Siquiera existe cultura en torno de ese aspecto.
La unidad social y política en cada caso, debe estar sustentada en objetivos estratégicos y programas concretos. Salir de la dictadura chavista es el objetivo en Venezuela. El camino es la rebelión. En Ecuador deberán definir el objetivo inmediato, más allá de frenar el paquete. El camino quedó claro en la jornada recién.
Todo indica que ambos países, ambos pueblos, se perfilan hacia procesos indetenibles. Pueden escribir una relevante página de la historia. Todo dependerá de quien tome la pluma.