Esta semana se siguieron viendo muestras de que el Banco Central de Venezuela (BCV) existe. Tras mostrar algunos indicadores acerca de la economía venezolana, el BCV anuncia la ampliación del cono monetario incorporando billetes de mayor denominación. Lo que refleja la pérdida de poder adquisitivo del nuestro signo monetario. Nuevamente le agregan ceros, lo que pudiese anunciar un nuevo cono, de seguir la hiperinflación.
Una de las cuestiones importantes que refleja este anuncio es que la pérdida del poder adquisitivo, pareja a la dolarización, es de tal magnitud que deben aumentar el cono. Bajo la premisa, suponemos, de que eso facilitaría el intercambio dado el incremento de precios, ya que se requerirían menos billetes para las transacciones. Sin embargo, no parece pensar el órgano emisor que la ampliación del cono debería contemplar billetes intermedios entre el billete de 500 y el nuevo de 10 mil. No hacerlo conduce a que el redondeo perjudique al comprador de bienes finales. Se producirá un redondeo hacia arriba pues. Además, lejos de facilitar la transacción la puede perjudicar. Pagar un bien o servicio, valga el caso del servicio de transporte urbano, con billetes de alta denominación supone un vuelto de muchos billetes de baja denominación.
Ojalá que, al menos, se logre disminuir un tanto el mercado de efectivo, tan dañino del bolsillo de la gente. Odioso mercado que pone en evidencia el principio de que en el capitalismo todo es mercancía, y hay mercancías cuyo precio se coloca muy por encima de su valor. Lo del efectivo es un fenómeno muy nuestro. Es creación exclusiva del régimen. Seguramente por esa razón lo mantiene de la manera más campante. Es más, se aprovechan de ese mercado tan suyo.
Con esta medida, además de poner en evidencia el deterioro del signo monetario, se empuja más hacia la dolarización. Muy a pesar de lo cual el dólar pierde cada vez más poder adquisitivo. La cantidad de dólares en circulación es de tal magnitud que es dable pagar cualquier bien o servicio con un billete estadounidense. Son muchos los bienes que se ofrecen en dólares. Servicios diversos se contratan en dólares. Alquileres, y transacciones a futuro, así como préstamos, se transan en dólares, aunque cada vez más las renegociaciones tienden a ser incrementadas, en menor proporción que las que se realizan en bolívares, pero ya reflejan la tendencia a la pérdida del poder adquisitivo de la divisa.
También son muchos los empleos que se contratan con base en el dólar. Lo que. Además de afianzar la tendencia anterior, amplía la capacidad de demanda. Y es que la mercancía fuerza de trabajo, en la medida en que se sincera la economía, busca aproximarse a su valor. Largo tiempo muy por debajo de su valor, la pérdida de capacidad de trabajo del obrero, el trabajador que produce plusvalía, hace que los mismos empleadores, para mantener el ritmo de explotación, de creación y realización de plusvalía, eleven un tanto el salario real. Caso emblemático y gráfico, es la situación del obrero de la construcción. Requiere al menos una alimentación que le permita mantener el ritmo del trabajo. No es el corazón del empresario lo que le impulsa a elevar el salario. Es la producción de plusvalía, misma que le permite mantener la empresa y sus gastos de representación.
Desacelera la hiperinflación
La desaceleración de la hiperinflación hace que se vaya rescatando al bolívar, en tendencia, como signo monetario para las transacciones. Aunque parece mediar un trecho grande. Eso le permite al Gobierno continuar con su criminal política de descargar en la gente el presupuesto de ingresos mientras deteriora los servicios de salud y educación, entre otros. Brindando, a su vez a los empleados públicos salarios de hambre.
Son varias las razones por las cuales se produce la desaceleración hiperinflacionaria. No solamente se trata de las medidas monetarias como el aumento desmesurado del encaje legal y, por ende, la reducción del crédito, que motivan una importante disminución de la masa monetaria. También la caída de la demanda de la gente ante la pérdida del poder adquisitivo del bolívar, hace lo suyo.
Pero se suman algunas cuestiones que cada día cobran cierta importancia. Aunque el Gobierno chavista, dentro de sus instituciones, el BCV, no brindan informaciones, la minería ha de haber aportado algo a las arcas del régimen, también de sus bolsillos, claro está. Asimismo, el proceso de concentración del capital que, de manera natural, fuera de política u orientación económica alguna, encuentra un desarrollo, ante la escasez de bienes, antes importados.
Pequeño rebote
Podemos inferir, por tanto, que se ha desacelerado la caída del PIB. De allí que se pueda iniciar la tendencia al aporte del impuesto sobre la renta al equilibrio fiscal. Desaceleración de la hiperinflación y de la caída del PIB, es lo que permite que el régimen asome una contraofensiva en el terreno político.
Son estas las razones que llevan al BCV a emitir algunos indicadores. A reconocer que la economía fue destruida en más de un 50% en apenas un lustro y sin guerra alguna que no sea su inventiva. Es una decisión política inscrita dentro de la estrategia del régimen de mantenerse en el poder a toda costa. Buscan poner en práctica algo en torno de lo cual ya tienen bastante experiencia: sembrar falsas esperanzas. Naturalizada la pobreza y la mendicidad, caja y bolsa Clap mediante, se plantean la estrategia de afirmar que han derrotado al enemigo que le lanzó la «guerra económica».
Aún sin resolver los problemas fundamentales que sufrimos los venezolanos, una pequeña manifestación de desaceleración de la hiperinflación y de la caída del PIB, les parece suficientes como para lanzar más adelante una ofensiva política afirmando que marchamos hacia la «recuperación».
Debemos tomar en cuenta, eso sí, que la estrategia gubernamental se mantiene incólume. Profundizar la economía extractivista brinda un gran atractivo a China, Rusia e India. Es el apoyo irrestricto del bloque imperialista liderado por los asiáticos lo que le da fortaleza a la dictadura, a cambio de marchar por el camino de la dependencia y la entrega de nuestras riquezas.
Ubiquemos que se trata de un proyecto estratégico. No es una mera política económica. Se trata de un propósito inscrito dentro de las contradicciones interimperialistas por la hegemonía mundial. Se plegaron al nuevo bloque hegemónico.
Más allá de las aspiraciones de los capitalistas chinos y rusos por ver resarcidas sus inversiones, sus verdaderos objetivos están inscritos en el detalle que representan las riquezas venezolanas. Los beneficios y el rescate de las inversiones realizadas son cuestiones subalternas. Lo fundamental está en el subsuelo. El oro inscrito en la guerra de divisas. El coltán, las tierras raras y el rodio para la industria moderna. El torio para la planta energética del futuro inmediato. Qué decir del petróleo, bauxita, hierro…
De otra parte, la fortaleza del régimen son las debilidades de la oposición. La falta de una férrea unidad contra la dictadura. La carencia de una estrategia política y de una correcta dirección para guiar al pueblo, fortalecen al régimen y le restan perspectivas a la oposición.
Mientras, el régimen gana tiempo. Mientras, el régimen se apresta a lanzar una contraofensiva. El apoyo luce fuerte. Pero el descontento también. El hambre siquiera puede ser atemperada.
Las condiciones objetivas y subjetivas para una rebelión triunfante no son de larga duración. Venezuela cuenta con recursos inmensos que bien puede utilizar la dictadura para brindar paliativos, correr la arruga y seguir encaminado en su proyecto estratégico. Hay que acelerar la marcha. Hay tiempo. Pero quienes buscamos aprovechar el momento debemos hacernos de una dirección estratégica que nos permita aprovechar lo fundamental del momento, el descontento popular y las aspiraciones de cambio por un mundo mejor. Convertirlo en fuerza material poderosa, frente a la cual no hay aparato terrorista que la detenga..