Pues bien, el sentido político que le otorgamos a este conflicto, comienza con el origen de toda política: en la del agrupamiento de colectividades en función de defender sus intereses, entendiendo en esto último una serie de valores y principios que rigen la civilización. Justamente, estos “principios” son los promulgados por los partidos políticos que identifican a esas colectividades. Cuando la fuerza del consenso (o sea, el Derecho) no les sirve para mantener su hegemonía, es la fuerza militar la que los perpetúa, esto ocurrió en Chile durante los primeros años de los 70′, cuando a la clase “alta” no le bastó la Constitución para defenderse y tuvo que acudir al apoyo de EE.UU y de las FF.AA. para no perder su posición de poder respecto del resto del país.
Así se edificaron en Chile, una serie de valores y principios elementales que rigen nuestra vida y que se encuentran agrupadas en la Constitución Política de la República. Entre las características más fundamentales están: lo liberal en lo económico, lo conservador en lo político, la democracia representativa y la coerción social por medio de la policía. Estas premisas son las que mantienen al país pendiendo de un hilo, entre la desesperación financiera de los empresarios, el abuso patronal, la venta descomunal de nuestros derechos básicos (educación, salud, vivienda, trabajo, etc.), la destrucción de nuestra naturaleza y la desconfianza general en toda la clase política (17% según la encuesta CEP de agosto de 2011).
Particularmente en educación, esta ley promueve la “libertad de enseñanza” estableciendo con ello, la “libertad de comercio”, sin que ello motive la necesidad de ocultarlo, basta recordar las declaraciones del Presidente, quien se atreve a decirle al país que se vaya olvidando de la educación gratuita porque “todo se paga en esta vida”, no así fueron los antiguos gobiernos de la Concertación, quienes intentaban ocultar sus verdaderos propósitos privatizadores con verborrea lacerante y con políticas asistenciales.
Pero es precisamente allí dónde radica “lo político” del problema de la educación, porque la “libertad de compra-venta” beneficia a los grupos económicos que se generan ganancias en la educación, bajo al amparo de la Constitución. No existe ninguna legislación que frene este proceso, más aún la clase política en su conjunto, agrupada en el Congreso Nacional, es la que ha permitido que esto suceda, todos los años que llevamos de democracia les han servido para terminar de vender todo el país y para dejarnos solos frente al mercado que nos ahoga en deudas ridículamente millonarias. Para una casa: un crédito, para la cura de una enfermedad: un crédito, para educarse: un crédito, para comer: un crédito. Toda legislación apunta a lo mismo: otorgarle la mayor libertad a las empresas para generar riquezas privadas y otorgarnos a nosotros -la mayoría de Chile- la libertad para elegir entre tal o cual Banco o tarjeta de crédito ¿Le parece a usted justo?
Mantener la vigencia de esos intereses forman la tarea principal del gobierno y del parlamento, son sus propios intereses y por tanto los de su clase social los que están en juego y por lo mismo se muestran intransigentes en dar su brazo a torcer, distorsionan la demanda hablando de “calidad” de la violencia en las marchas, de volver a clases, etc., porque realmente les asusta que les quitemos sus negocios.
¡¡Chileno despierta, los políticos y los empresarios nos están puro cagando!!
¡¡Estudiantes de Chile y el mundo reclaman Educación gratuita e igualitaria para todos!!
NUESTRA PALABRA ES ACCIÓN
Boletín Estudiantil Universidad de Playa Ancha Campus San Felipe
Septiembre de 2011