Lo más resaltante de las medidas tomadas por Maduro podemos resumirlo en cuatro aspectos, y un quinto que apenas refleja unas “buenas intenciones”. Lo más significativo es dar un paso más en el pliegue de Venezuela al bloque imperialista encabezado por China y Rusia. Transacciones en yuanes y rublos se inscriben en la corriente encabezada por China en función de convertir el yuan en la moneda de reserva y de cambio por excelencia para la economía mundial. Siendo la primera potencia en manufacturas y en otras áreas, ramas y sectores, convertir el yuan en la divisa imperante es una aspiración en correspondencia con su condición hegemónica mundial. A pesar de tener esta ambición represada desde hace cierto tiempo, en virtud de la cantidad de deuda estadounidense en sus manos, han ido dando pasos en esa dirección, ahora apuntalada por el Gobierno de Maduro, que seguirá trayendo consecuencias en el terreno de la economía y la política. Se trata de una respuesta Clara en relación con las acciones de Trump al dar ese paso, el de las sanciones, que indiscutiblemente echa más aún en los brazos del imperialismo chino a la economía del país.
En segundo lugar, la nueva devaluación en relación con una buena masa de dólares que entrarán en el circulante mediante libre convertibilidad, al abrirse casas de cambio. Sin embargo, se sigue reservando el Gobierno un dólar preferencial con el cual logrará mantener importaciones para cubrir demandas ineludibles como las bolsas Clap, mientras hacen negociados que satisfacen La Mafia gobernante.
La tercera medida de significación es la compensación salarial. El incremento en los últimos días del costo de la vida es una cosa que frena tanto la demanda efectiva que el Gobierno nuevamente se ve obligado a compensar, lo que estimula un tanto la capacidad de demanda social y, a su vez, busca mantener los niveles de oferta de bienes y servicios.
Y la cuarta es que existe una articulación entre la modificación o readecuamiento de la ley de promoción y protección de inversiones extranjeras y lo relativo al arco minero, con un régimen tributario que habría que ver en qué se sustenta. En cualquier caso ambos, aspectos forman parte de la política de entrega de la soberanía nacional y de sus riquezas al imperialismo chino o el bloque encabezado por el imperialismo chino y ruso a cambio de lo cual recibirá algunas bondades, una de las cuales ya fue anunciada: el trigo enviado por Rusia en cantidades que seguramente llegarán a buena parte de los mercados venezolanos y a las panaderías.
Este es el proyecto estratégico del Gobierno de Maduro. O sea, como hemos indicado en otras oportunidades, convertir a Venezuela en un país petrolero minero exportador. Esto es, la superación de la renta petrolera por una renta ya no solamente petrolera sino también minera. Ello explica que no haya cambios, por ejemplo, con el sector externo, con la política con el sector externo, o ninguna medida que apunte en el estímulo de la inversión productiva.
La política o leyes tomadas de fiscalización del sistema de abastecimiento soberano y acuerdos para los precios de 50 rubros, son medidas punitivas que en nada permiten superar los problemas de especulación. La especulación estimulada por el Gobierno con una política económica de destrucción del aparato productivo, antes que nada es natural en las relaciones capitalistas imperantes. Cuando hay escasez o inflación hay condiciones para una mayor especulación. Alguien compra barato para vender caro. Eso es un principio de estas relaciones sociales de producción y de cambio. De tal manera que los mismos chavistas sacan productos de las bolsas Clap para colocarlos en el mercado a precios exorbitantes en relación con el que tuvieron que pagar para importar ese mismo producto a un dólar preferencial. A un dólar protegido fue adquirido, pero al llegar al mercado de esa manera, automáticamente tiende a dolarizarse. Así, un kilo de harina pan sacado de una bolsa Clap, adquirido a un precio irrisorio, llega al mercado compitiendo con el producto importado desde Colombia, por ejemplo.
Medidas punitivas, medidas coercitivas, por otra parte, sin que vayan acompañadas de un cambio ético, difícilmente pueda dar el más mínimo resultado. Si hubiese un cambio ético, si quienes dirigen el país se nos presentarán al menos como gente honesta, seguramente tendría algún efecto. No tan grande como puede suponerse, pero sí pudiese tener algún efecto, en virtud de que quienes dirigen el país y quienes están en la intermediación se presentan como gente honrada y eso pudiese ser un ejemplo a seguir. Pero no, quienes especulan son quienes gobiernan a distinto nivel.
De resto, son “buenas intenciones”. No pasan de ser tales ya que no hay cambio en la política bancaria, no hay cambio en el sector externo de la economía, no hay cambio en la política fiscal, entre otras.
Mientras tanto sigue galopante la inflación, no hay un crecimiento importante del producto interno bruto. Es más, a pesar de que no se conocen datos acerca del crecimiento del producto, podemos observar que la escasez está entronizada. Si en algunos rubros ha disminuido es como resultado de las importaciones. El proceso de dolarización de la economía venezolana, que afianza esta tendencia a seguir dependiendo cada vez más del producto importado, es resultado de que no hay una política de sustitución de importaciones en firme. La otra aspiración que se observa claramente en el discurso de oficial, es el de contar con los beneficios que brindará en el arco minero, o que está brindando ya pero que no conocemos en toda su extensión. De resto, es la misma ruta que profundizará la crisis y que empuja cada vez más a los venezolanos, inevitablemente, a la rebelión popular.