Ayer nos devolvíamos a casa, luego de una reunión de la dirección del partido Bandera Roja Miranda, del cual soy su Secretario General, y el compañero José Castro, Secretario General del municipio Lander, cuando fuimos interceptados por una comisión de la guardia nacional (en minusculísimas) apostaba en la entrada de Ocumare del Tuy, que de manera ilegal y arbitraria nos detuvo, junto a más de 70 humildes jóvenes que regresaban de sus trabajos o se dirigían a comprar pan en Pampero, como ellos mismos relataban. Fue una redada al propio estilo de los viejos tiempos. La verdad es que esta guardia nacional ha perdido cualquier respeto y consideración con los ciudadanos, su forma de hablar, dirigirse y tratar a las personas no dista mucho del estilo de los malandrines del barrio. Una vergüenza realmente.
Hemos sido testigos y víctimas del trato humillante y despreciable de quienes se supone son los garantes de la ley y la ciudadanía. Tenebrosos gritos de cuartel, como si fuéramos súbditos reclutas, vulgares y groseras expresiones, traqueteo de fusiles y amenazas de bastón, nos proferían sin contemplaciones. Todos estuvimos tirados en el suelo 6 horas frente a un paredón, que decía «hoy más que nunca el pueblo venezolano lleva a la guardia nacional en su corazón…» firmada por Hugo Chávez. Ironía, ¿no?. Y al lado una celda hacinada de presos, mirandonos fríamente. No conozco los requisitos para ser guardia nacional, pero a leguas en el destacamento 44 se evidencia que no han pasado por ningún espacio de formación en relaciones humanas y personales, atención ciudadana, educación y buena conducta y costumbre, que se yo. Dudo, incluso, de su formación académica. Estoy hablando desde el capitán, quien dirigió personalmente la operación (que dejó como resultado cero delincuente atrapado, cero solicitado y cero demostración de delito cometido), hasta el último soldado. ¿Qué habrá pasado con aquello de la prohibición de las redadas masivas, del principio constitucional según la cual se presume la inocencia, la prohibición de tratos discriminatorios y humillantes, incluso contra los 8 menores de edad que se encontraban entre los «sospechosos» de quién sabe que carajo. No me queda más que ratificar los que hemos dicho hasta el cansancio sobre la violación de derechos humanos, sobre el carácter y naturaleza despótica y militarista del régimen que se instauró y la estafa que éste ha resultado para el pueblo humilde y trabajador.
Marlon Quintero
@marlonjqa
Miranda