La terrible situación que padecemos los venezolanos debe ser suficiente combustible para unificar y masificarlas las luchas. El caos reinante en el país una vez más condena a la población a la miseria, pobreza extrema y la cárcel. Estamos en la más clara y evidente muestra de un Estado fallido y la dictadura no está dispuesta a entregar el poder. Nada los detiene. El país sucumbe ante una administración que secuestró las empresas, instituciones y recursos, del que hace uso desmedido. Las cifras exorbitantes de saqueo corrupción y entrega, son inocultables.
Pero para los venezolanos esto no es novedoso. Basta con mirar las excéntricas apariciones de cualquier personero del Gobierno y darnos cuenta del enriquecimiento al que han accedido durante estos 25 años de chavismo. Las casas y camionetas de pequeños grupos rodeados de escoltas o la más amplia gama de comercios lujosos que no requieren de clientes para mantener gigantescas estructuras comerciales, allí no acceden ni compran los pobres .
A los venezolanos y en espacial a los trabajadores, les toca un trabajo duro que nos conduzca a fortalecer los gremios sindicatos y estos decanten en un gran movimiento unitario, capaz de movilizar el país entero con un criterio común. Esta es una tarea inmediata que no puede posponerse y aunque ya hay avances en ella, cada venezolano debe convertirse en vocero y promotor de la unidad. Cada iniciativa cuenta, puesto que la situación para los venezolanos cada vez está en peor en términos de lo económico, justicia y libertades .
Mientras estamos en riesgo de perder definitivamente nuestros derechos sobre el Esequibo y se pierden miles de millones de dólares de nuestras empresas, y aún más grave la permanencia de cientos de inocentes presos entre ellos los seis luchadores sociales detenidos y encarcelados en un sistema judicial amañado y carente de legitimidad, órdenes emitidas por jueces y fiscales hoy investigados por corrupción; traducir esto a una verdadera obtención de justicia indiscutiblemente requiere de la intervención de todos. Despojar a estos pillos debe ser algo inaplazable .
Atacar la corrupción para Maduro y el chavismo es más una tramoya imperiosa por recuperar una credibilidad que no posee y que no recuperará, además utilizará para implosionar la unidad opositora.
Es imposible para cualquier de ellos saltar de la olla que arde en el fondo, pues todos forman parte de la misma maraña mafiosa que combaten.
Sin la necesaria separación de poderes y siendo todos militantes del partido de turno en el Gobierno, aspirar transparencia y que estás investigaciones lleguen al fondo, es un engaño. Mucho más cuando el dinero en juego no es cualquier monto, son miles de millones, capaces de comprar lo que ningun venezolano imagina. Ya estaríamos devengando en un salario digno superior a los 600$ si se hubiese destinado a ello.
La purga delictiva continúa y como si más bien se tratase de un arreglo, el tiempo pasa y se establecen nuevas responsabilidades, en la que no hay dudas imputarán a aquella parte de la mafia que está lejos de ser los verdaderos responsables. Estos eventos que suceden con un cuidado minucioso y estético, llevará sin lugar a dudas a algunos que se autodenominan oposición, enrolados en estos negocios y servirán de sustentos para tales casos mientras otros salen de las escena sin responsabilidad alguna.
Hace poco, un personero del gobierno hacia énfasis que tales investigaciones llegarían al límite sin importar quién caiga. Además de emplazar a la población a denunciar a quienes consideren se hayan enriquecido por medio de la corrupción. Esto no es más que un juego de palabras que intentan confundir, pues como reza el viejo adagio: «no hay peor ciego que el que no desea ver». La corrupción es pública y notoria, presente es casi todo el Estado y en cualquier actividad, sobre todo la pública.
La mampara justiciera busca esconder detrás de unas bragas naranja, las redes de saqueo, corrupción y entrega, cuyos responsables son los capistotes chavistas, los mismos que niegan un salario justo y digno a los trabajadores y en manos de quienes el país se cae a pedazos. Un país en el que hospitales, escuelas y universidades requieren de presupuesto, que ellos desvían sin medida.
El presupuesto para mantener el Estado es cada vez más precario y los venezolanos debemos conformarnos con una paupérrima bolsa alimentaria y bonos asistencialistas que apenas paga un desayuno. Con eso pretenden comprarnos y darnos sosiego.
La fuerza popular será la única capaz de detener a los responsables de los desmanes a los que somos sometidos. Defenderá nuestros derechos y construirá justicia basada en la verdad.