Es una expresión muy venezolana aquella de que la cosa está buena pero mal repartida. No sabemos si el origen es autóctono. Pero grafica en cierta medida lo que perciben los venezolanos. Es que la cosa no está nada buena. Lo que sí es cierto es que está muy mal repartida. Si no, veamos cómo brilla la ostentación de ricos y enchufados, mientras la inmensa mayoría de venezolanos vive en cada vez peores condiciones.
De allí que las últimas luchas adelantadas por los trabajadores busquen dar cuenta de esa sentencia. Se debe luchar por un nuevo reparto de la riqueza. Que la cosa sea repartida de manera más equitativa al menos.
Es que la riqueza creada en la sociedad se distribuye atendiendo los intereses del capital. No de los trabajadores. Eso lo podemos apreciar, de manera muy parcial pero suficiente, en el cálculo del PIB con base en la distribución del ingreso nacional. Podemos ubicar que se dan variaciones en el tiempo, producto de la puja natural en la sociedad basada en la explotación obrera. Cuando las luchas de los trabajadores les permiten alcanzar victorias o conquistas importantes, se puede incrementar la remuneración al factor trabajo. Pero, dadas las políticas antipopulares como la adelantada por el chavismo, se profundiza la brecha en favor del capital y la renta.
La sempiterna idea dogmática que busca atender este asunto, desde la perspectiva del capital, es que los aumentos salariales conducen a incrementos en los precios. Dogma que llega a mucha gente que vive del salario, por lo que muchos de ellos repiten la sentencia de manera automática, sin razonamiento alguno. No se percatan de que la inflación y la devaluación las produce el gobierno. Luego, deben ajustar un tanto los salarios para que haya algo de demanda.
Las luchas salariales y un eventual logro que permita un incremento del salario real no conducen a un aumento de precios. Si se mantiene un equilibrio fiscal y se emite papel moneda en correspondencia con la riqueza que representa y los requerimientos para las transacciones, un aumento salarial no conduce a un incremento de precios. Conduce, sí, a movimientos en la relación entre el capital constante, los salarios y la plusvalía. Aumentan los salarios, disminuye la plusvalía. Aumenta la plusvalía, disminuye el salario.
Es un proceso natural que se ve apuntalado por cada sector. El capital cuenta con el Estado a su servicio. Los trabajadores con sus organizaciones naturales, sindicatos y gremios, y con los movimientos políticos que luchan en favor del interés de la clase explotada. Es una puja. Si los instrumentos de los trabajadores se debilitan o no comprenden el proceso, los resultados serán negativos afectando las condiciones de vida de las grandes mayorías.
Por otra parte, la lucha por salarios en estas circunstancias, encuentra en el artículo 91 de la Constitución un parámetro que debe ser estudiado. Se trata de un cálculo que se formula a partir de la sumatoria de rubros cuyo rango valorativo se ubica en la interpretación de las condiciones de reproducción de los trabajadores. Esto es, la canasta básica se diseña de acuerdo con la idea que se tiene de cuáles deben ser las condiciones de vida de los trabajadores.
En la medida en que se han desarrollado las fuerzas productivas, los bienes y necesidades han seguido un desarrollo dialéctico que lleva a que muchos bienes lleguen incluso a los trabajadores y a los obreros que producen esos bienes. La alienación del trabajo no supone el extrañamiento de los bienes que se encuentran en el mercado.
Es más, buena parte de los bienes que salen al mercado son consumidos por los obreros que los producen. Los bienes de estos tiempos reflejan el altísimo desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas. De allí que haya bienes que van entrando al mercado que, mientras más se masifica su consumo, mejor para el capitalista. Es el caso de los celulares y el sistema de comunicaciones de estos tiempos. Cualquier obrero cuenta con telefonía relativamente avanzada. Los sectores medios ven en ellos no solamente la satisfacción de la necesidad de comunicación sino también de estatus.
De lo que se trata es de que los obreros deban alcanzar salarios que les permitan hacerse de bienes que se encuentran en el mercado que bien pueden mejorar sus condiciones de vida. Muchas de esas mercancías, en otros países, son ampliamente adquiridas por los obreros. Pero en Venezuela muchas de ellas les resultan prohibitivas.
Así, el artículo 91 termina siendo un parámetro que, en primer lugar, debe ser asumido de manera firme y sin vacilación alguna. Pero, además, debe ser acompañado con la idea que levantemos sobre el contenido de la canasta en cuestión.
Hay evidencias de que la dictadura cuenta con recursos suficientes como para elevar significativamente el salario de los trabajadores. Pero quieren mantenerlo a raya. Buscan que sea un imán para las inversiones. Muy a pesar de lo cual no logra calar, ya que las grandes potencias guardan un lugar a Venezuela en la división internacional del trabajo en la producción de materias primas. Nada más. Si se produce un desarrollo distinto, será el turismo para los ricos, rusos, chinos y otros naturales de países desarrollados. También la maquila puede encontrar espacio.
Vista así las cosas, la lucha por mejoras salariales debe ser comprendida como una modificación de la distribución de la riqueza, que permita elevar el salario real de los trabajadores.
Este asunto no parece ser comprendido por el movimiento sindical venezolano. Resulta alarmante que dirigentes sindicales no entiendan siquiera qué es el salario. Su historia. Su desarrollo. No ubiquen las desigualdades entre el salario en países de gran desarrollo industrial y el paupérrimo del venezolano. No comprenden que la dictadura, como los gobiernos anteriores, buscan presentar la baratura de la fuerza de trabajo, los bajos salarios, como ventaja para atraer inversiones. La más amplia unidad, esa que obliga al entendimiento con sectores del chavismo descontento, sobre todo en el sindicalismo, resulta una tarea urgente. Aunque, en primera instancia, se debe superar el escollo del sectarismo entre los sectores de la oposición, junto al debate acerca del salario.