Con las perspectivas del mercado petrolero y minero y las que brinda Biden, podrían ingresar muchos más dólares. Pero el chavismo sigue dispuesto a quemar buena parte de ellos para estimular la importación de bienes y servicios. Esto es, seguir la política que se impone desde 1989. Aunque es una tendencia de los países débiles eso de servir de mercados de los amos, lo de Venezuela es más que emblemático, antes de los gringos, principalmente; ahora de los chinos, aunque a los otros les dan una parte.
Eso se desprende del tipo de cambio (TC) estabilizado por el flujo de dólares que llegan a la economía y la acción del Banco Central de Venezuela (BCV) que, semana a semana, interviene en el mercado de divisas usando una creciente porción de las reservas internacionales para tales efectos. El problema es un tanto complejo.
El dólar ha mantenido su precio a lo largo de cinco meses. Debemos recordar que el dólar es una mercancía, la hacemos más competitiva en la medida en que se hace más barata. En este caso, requerimos menos bolívares para adquirir los dólares, aunque esta afluencia de dólares al país no conducirá a un mayor desarrollo. Ese no parece ser el negocio chavista, seguirán la política inaugurada por CAP II: la sustitución de producción nativa por importación más competitiva, ese fue el negocio durante el período de ingresos altos cuando Chávez. Una parte la roban; otra la dilapidan; pero una muy sustancial la usan para importar y sustituir producción nacional por producto importado más competitivo. Y sus jugosas ganancias.
A eso contribuye la política monetaria y cambiaria desarrollada, sobre todo en los últimos cuatro meses, aunque se viene adelantando desde 2019 con la decisión del BCV de intervención cambiaria, junto a la reducción de liquidez.
Luego, en vez de llevar la inflación a cero, la mantiene. Es que eso permite sostener la sobreexplotación que sufren los obreros en la empresa privada. Con baja inflación, se incrementa lo que destina el dueño de los medios a la inversión en capital constante. O sea, maquinaria y materias primas. Se mantiene el salario. Esto es, lo que destina al capital variable. Mientras, la plusvalía crece de manera más que proporcional a la escala de inflación moderada. O sea, aumenta la explotación de la fuerza de trabajo obrera.
La inflación alcanzada de un dígito, esto es, superada la hiperinflación, va a sumar de septiembre a febrero alrededor de 40%. Tiende a bajar aún más de sostenerse el relativo equilibrio alcanzado entre el presupuesto de ingresos y el de gastos. Mientras, la paridad cambiaria se ubica tendiendo a cero, de poco más de 4 millones en setiembre de 2021 pasa a 4.3 en marzo de 2022. Luego, siendo el dólar una mercancía como cualquier otra, debemos encontrar la razón por la cual se ubica en ese precio y no alcanza la escala alcanzada por la inflación.
Sobre el tipo de cambio y el gran “bodegón”
Es que el tipo de cambio (TC), como suelen decir los economistas, es manipulable exprofeso atendiendo la relación oferta y demanda y las orientaciones de la política económica. El TC se mueve con base en la tendencia a la productividad del trabajo. Los países atrasados cuentan con monedas débiles ya que sus balanzas comerciales y de pagos propenden al déficit. Lo que será seguido de la devaluación de su moneda frente a las divisas. Por lo que deben contar con reservas en las monedas fuertes de los países más competitivos.
Además, cuando hay inflación, el signo monetario de los débiles es reemplazado por la moneda mundial en sus funciones de reserva de valor, atesoramiento, hasta convertirse en medio de pago y de cambio. Esa es una de las determinaciones para que se cuente con reservas en divisas.
Luego, los países débiles no pueden alcanzar la paridad del poder de compra (PPC) de los países más desarrollados. Recordemos que la competitividad supone menor precio y más calidad. Esto es, menos tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de mercancías, los países débiles producen más caro y menor calidad. Es la tendencia dominante a menos que protejan su economía y busquen el desarrollo. Mientras, los dueños de los medios sobreexplotan a los obreros para alcanzar tasas de plusvalía elevadas que compensen la menor ganancia en relación con la alcanzada en los países más desarrollados.
De lo que se desprende que el tipo de cambio real, obtenido por la relación del poder de compra de un país con la de las naciones más desarrolladas, tiende a aumentar. En definitiva, el asunto está en la competitividad alcanzada en relación con la de las naciones más desarrolladas.
En este contexto, de sostenerse la tendencia al incremento de la capacidad de demanda social mediante aumentos de sueldos y salarios, tanto en la administración pública como privada, favorece la realización del producto importado. Así, Venezuela va camino a convertirse en un gran bodegón. Pero más temprano que tarde se impondrá la tendencia general y se pudiese producir una gran devaluación, de no contar el gobierno con suficientes dólares.
Un aspecto que redunda en el freno al incremento del precio del dólar en relación con la inflación obedece también al aumento del flujo de dólares a la economía proveniente de los negociados del gobierno de oro y otros minerales. Es que el TC no solamente obedece a la acción del BCV, también opera la acción de la fuerza de la oferta.
El torno del dólar, en tendencia, la demanda es mayor que la oferta, por lo que su precio suele colocarse por encima de su valor. El incremento de la oferta redunda en el freno de la demanda. Por lo que no solamente opera lo aportado por el BCV al mercado cambiario.
El gobierno ya quema reservas internacionales de manera desmesurada, hasta mediados del año 2021 era moderada. Es que la caída de la inflación hace que el precio de la divisa sufra un comportamiento en correspondencia. No es que el incremento en el precio de la divisa determine los precios. Mientras más componentes importados tienen las mercancías que se producen en el país, su precio se incrementa en correspondencia con lo alcanzado por el precio de la divisa. Pero si la inflación gira en torno de cero, no hay mayor variación del precio de la divisa. Luego, luce positivo mantener a raya el incremento de su precio con base en la intervención, siempre que esa medida vaya acompañada de otras que protejan la producción nativa: estimular la producción mediante la canalización del crédito hacia la producción, reducir la importación a medios de producción y establecer barreras de salvaguarda de la producción nativa, entre otras.
Se abre un nuevo momento en el cual los ingresos extraordinarios pudiesen apuntalar un mayor desarrollo de la economía con base en la diversificación del aparato productivo. Tendrían que invertir en la producción de bienes que sustituyan muchos de los importados. Textil, calzado, alimentos y bebidas, entre muchos otros. Pero no. La dictadura seguirá los pasos del sátrapa mayor y creará demanda para que haya más importación.
Publicado en El Pitazo, 21/03/2022