El pueblo expresó claramente su descontento el 26-S

Las elecciones parlamentarias del pasado domingo 26 dejan claro una cosa: el régimen de Hugo Chávez Frías ha perdido la mayoría dentro del pueblo venezolano, ha perdido el encanto con que engatusaba a gran parte de la población, y sus promesas ya no despiertan el entusiasmo que en otros tiempos movía densas masas de la población.

Pese a que la alianza gubernamental contaba con todas las instituciones del Estado a su favor, con la abierta parcialidad del árbitro electoral, con una ley electoral que negaba la proporcionalidad para favorecer a sus candidatos, con el uso desmedido de los recursos, medios y bienes de la administración pública, con la imposición del miedo, el chantaje y el terror hacia los millones de empleados públicos y de quienes contratan con el Estado, pese a todo ello, el régimen no pudo obtener la mayoría calificada de las dos terceras partes (66 por ciento), y ni siquiera las tres quintas partes (60 por ciento) que requerirá para aprobar leyes habilitantes y los viajes del Presidente al exterior.

Ya desde noviembre de 2008 se asomaba firmemente el declive del apoyo popular al autoritarismo despótico ―bautizado falsamente “socialismo del siglo xxi”―, con los triunfos resonantes en los estados Zulia, Táchira, Miranda, Carabobo, Nueva Esparta.

Hoy a esos espacios conquistados por las fuerzas democráticas se le suman los éxitos en varios estados, entre ellos Anzoátegui y Sucre, y el avance en toda la geografía nacional del caudal de votación que rechaza la opción de Hugo Chávez.Profundizar y consolidar ese declive del favor popular es la enorme tarea que tienen los sectores democráticos, y para ello el avance significativo que se obtuvo a través de la Mesa de la Unidad Democrática el pasado 26 de septiembre requiere de expandir más aún el abanico de la unificación ya no entre los partidos sino dentro de la sociedad venezolana toda, de sus luchas sociales, de sus organizaciones gremiales, sindicales, estudiantiles, comunitarias y de la sociedad civil.

Se trata de convertir esa fuerza en una arrolladora avalancha que, basándose en los espacios de elección popular conquistados ―gobernaciones, alcaldías y ahora la robusta bancada parlamentaria―, pueda convertirse en una nueva esperanza de progreso, paz, bienestar y justicia social frente a los desafueros, desaciertos e ineficacias de un régimen que ha estafado los sentimientos de cambio de los venezolanos. La Agenda Parlamentaria y el programa Cien soluciones para la gente deben servirnos de guía en el accionar unitario de los tiempos venideros. Junto a ello requeriremos de mayor unificación en nuestro accionar en las luchas sociales y en el fortalecimiento de la autonomía de las organizaciones sociales, para potenciarlas como verdaderos diques frente a las intenciones autoritarias y centralizadoras.

Bandera Roja ratifica su firme voluntad de continuar contribuyendo a allanar los caminos que nos permitan librarnos de la manera más democrática y participativa, y también menos traumática, de esta terrible pesadilla que hoy ensombrece las posibilidades de hacer de Venezuela un espacio para el avance sostenido de nuevas formas de ejercer la democracia, para lograr una unidad nacional asentada en el diálogo, el acuerdo, el consenso, la tolerancia, la paz y la reconciliación. Sólo así podremos pensar en el engrandecimiento de nuestras capacidades industriales y la disminución de tan creciente dependencia, en la creación de millones de fuentes de trabajo decente, estable y bien remunerado, en el impulso de verdaderos planes de superación de la pobreza y de elevación de la calidad y la cantidad en el sistema educativo y de formación técnica y profesional, en la reconstrucción de la vida ciudadana devolviéndole a la gente espacios para la convivencia tranquila, con buenos servicios, con seguridad, y a la población campesina el ánimo de seguir luchando, entre otras cosas, por una vida digna.

Declaración de Bandera Roja frente a resultados electorales.

Partido Bandera Roja 02- 10 – 10

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