La marcha del 23 de diciembre como respuesta universitaria a la aprobación de la Ley de educación universitaria era apenas un asomo de lo que esperaba la sociedad de la comunidad académica. Debemos resaltar que se trató de un acto extraordinario cuando miles de universitarios, destacando los más jóvenes y los más viejos, dieron una respuesta en la calle que anunciaba lo que vendría en caso de que se promulgara la Ley.
Las movilizaciones estudiantiles, las declaraciones públicas de las universidades en sus distintas instancias y gremios, así como las múltiples reuniones, eran expresión de que estábamos calentando los motores para frenar a todo evento la intensión totalitaria. De allí que el cálculo que hicimos, en el sentido de que Chávez estaba tanteando la situación para promulgar o no la Ley, se evidenció con la alocución del 4 de enero. Se echó para atrás. No le quedaba de otra. La cosa tendía a ser explosiva. La marcha del 10 a las 10 sería de antología. Los universitarios ya teníamos respuestas a la Ley en sus aspectos concretos. La cuestión filosófica, la autonomía, la democracia… en fin, ya la respuesta teórica y política estaba armada. Más que eso, la forma de lucha estaba definida: la calle. A eso es a lo que más le teme Chávez. Por su parte, el respaldo popular a la universidad venezolana es incólume. Eso debe de haberlo medido Chávez. Así, la respuesta no se hizo esperar. El costo político de Chávez sería demasiado grande de cara al 2012. Por eso, echó patrás…
Sin embargo, de llevarse a cabo la orientación del presidente, seguramente el debate los rebasará. Son demasiadas las incongruencias del chavismo en la materia, sobre todo entre lo que dice, socialismo, y lo que hace, capitalismo salvaje. Además, el debate democrático es demasiado peligroso para el chavismo. A fin de cuentas estamos contestes de que una cosa es la tropelía, el grito destemplado que irrespeta al otro, el uso de la fuerza y de las lacrimógenas, y otra el debate razonado, al que tanto miedo le tienen, así como la poderosa fuerza de la participación democrática. Por tanto, debemos prepararnos a dar el debate. Debemos armarnos con una propuesta de desarrollo nacional que es lo que en verdad le da sustento material a la autonomía universitaria, frente a la abstracción chavista del plan de la nación Simón Bolívar. Así, la libertad de cátedra, la orientación de la investigación, tendrán un norte que no sólo se realizarán en el conocimiento científico sino en la consolidación de la cultura de carácter nacional y universal. Este debe ser el discurso que con seguridad permitirá evidenciar la naturaleza de un régimen que apenas reparte migajas al pueblo para mantenerse en el poder. A eso no lo puede enfrentar la pretensión totalitaria ni sus métodos antidemocráticos.
Pero también se echó para atrás con lo del IVA. Y es que Chávez está midiendo cada paso que da. Siendo preciso y “juicioso” en cada medida, buscando satisfacer las demandas de la oligarquía, mientras estimula esperanzas en los pobres con la demagogia. Pero el desgaste es demasiado grande. Apela al carisma casi religioso. Apela a la demagogia y la actitud despótica a la hora de repartir migajas. Pero nada parece darle resultado. Por eso se cuida en no excederse a la hora de tomar medidas que mermen aún más sus perspectivas reeleccionistas. Apela a las maniobras y piruetas más descarnadas, pero nada parece ayudarlo. Por su parte, los sectores alternativos comenzamos a ubicar el camino de manera clara. La calle, la protesta, la articulación de la protesta con la alternativa programática. Ese parece ser el camino que la vida comienza a imponer y que los universitarios así como quienes nos disponemos a iniciar la protesta popular en la calle, evidenciamos de manera muy clara.
Carlos Hermoso, Secretario general (adj.) de Bandera Roja