Por Angeyeimar Gil @LaFlaks25

El pasado Febrero 2014 fue la mejor muestra de los últimos tiempos del papel que juega la juventud venezolana en los cambios de la vida nacional. La rebelión popular fue una explosión social que nuestro partido Bandera Roja previó el último trimestre de 2013 y en la que la Unión de Jóvenes Revolucionarios (UJR), su juventud, asumió la vanguardia de las luchas. La UJR se planteó como meta la organización de la juventud y la exigencia de un cambio político en Venezuela, por lo que participó en las distintas manifestaciones y  promovió la toma de las principales plazas del país como forma de protesta pacífica y principalmente como espacio para la organización del pueblo, para que desde las bases se discutiera el rumbo nacional, lo que se constituiría en el germen del verdadero poder popular.
Ocho meses más tarde, después de haber conocido la represión que es capaz de ejercer esta mafia oficialista por mantenerse en el poder, podemos contar con mucha tristeza los venezolanos caídos en manos de la cruenta represión gubernamental, el inmenso número de ciudadanos a los que se les inició procedimientos penales, los juicios masivos ralizados en el Palacio de “Justicia”, el número de jóvenes que conocieron las cárceles venezolanas por tener una opinión distinta a la del régimen y los que aún siguen detenidos o con libertades limitadas por el proceso judicial que se llevan en su contra, la mayoría de ellos sin pruebas ni evidencias, inocentes y tratados como delincuentes.

A pesar de esta historia reciente, y del fallido intento del pueblo venezolano de cambiar lo establecido, las condiciones de los venezolanos siguen empeorando, con un énfasis sostenido en la población más joven. El régimen no se detiene en su deseo indetenible de mantenerse en el poder a como dé lugar, y no le interesa hacer cambios en sus políticas lo que indica la indolencia abyecta frente al desastre que están causando a la nación, que mucho costará, luego que pase la tormenta, reconstruir.
El aumento exponencial de la inseguridad es el más grave flagelo. Todos los años las ONG dedicadas a la atención de la violencia nos muestran datos que dan cuenta del número de personas que mueren de forma violenta, que a primera vista parece exagerado ya que son similares a los que se conocen de países que se encuentran en guerra. Pero que sabemos son reales. A esto unimos la cantidad de armas de fuego que están en las calles, que en oportunidades son de mayor calidad que las utilizadas por los cuerpos de seguridad. El control de armamento es una responsabilidad estricta del gobierno que recién acaba de iniciar una recolección de armas de fuego, atenidos a la «buena» voluntad de los delincuentes. Las principales víctimas de la violencia en Venezuela son hombres entre 15 y 29 años, es decir, la fuerza joven y productiva del país, razón por la cual esta problemática debería ser la principal misión del Gobierno, pero en 16 años más allá de prevenirla, disminuirla o mantenerla, lo que han logrado es aumentarla otorgándole a la delincuencia mejores condiciones para asumir el control en las calles.
La fuga de talentos es un problema que va en aumento y golpea directamente las posibilidades de avanzar al desarrollo. Para la juventud la posibilidad de ascenso social es inexistente y así mismo se refleja en el país cuando los más talentosos se van a otros continentes o a otros países de la propia Latinoamérica. Los jóvenes, al terminar una carrera universitaria, se colocan como meta emigrar y en la mayoría de los casos obtienen mejores salarios y las posibilidades reales de continuar sus estudios y ser valorados en mejor medida. Resulta casi imposible para un recién graduado obtener su primer empleo en la rama en la cual se formó, aunado a todas las limitaciones legales y jurídicas generadas por el gobierno sobre la inversión que han disminuido la oferta de empleos. Los salarios no están ajustados a las necesidades para progresar. La compra de una vivienda, de un vehículo es una ilusión y hasta los gastos cotidianos se ven afectados por los niveles de inflación y la disminución del poder adquisitivo de los venezolanos. Esta problemática está afectando al campo industrial, la mano de obra calificada está emigrando a países donde por sus conocimientos logran obtener hasta 4 veces el salario que perciben en Venezuela. Y hasta el problema de la inseguridad tiene una influencia importante en la emigración de venezolanos.
La educación, aspecto fundamental para el progreso; aspirar desarrollo y bienestar, teniendo una educación como la venezolana, es una cuestión impensable. Atender este problema pasa por varias decisiones pero la principal es la voluntad política y la conciencia de quien gobierna sobre su importancia. Al poder actual la educación y la cultura no les conviene, razón que justifica el nivel de deterioro de la educación venezolana. Luego, se debe atender la infraestructura, la formación docente, el salario docente, la actualización del currículo educativo y en definitiva una nueva forma de educar, adaptada a los avances tecnológicos, que no se traduce en regalar computadoras a todos los estudiantes porque eso es simple populismo. Se trata de transformar la educación para convertirla en una realmente democrática, científica y creadora, que sea atractiva, que invite a estudiar a querer formarse.
Sobre la educación universitaria habría que comenzar por fortalecer las universidades existentes con salarios justos para los docentes y un presupuesto adaptado a la realidad económica del país que permita el incentivo para la investigación científica, mejores condiciones para los estudiantes, mejorar constantemente la infraestructura y que la universidad realmente se convierta en un espacio plural y diverso, donde se forme el profesional que el país requiere para su desarrollo científico, tecnológico, económico, cultural, social, etc. Y posterior a ello, el diseño y construcción de nuevas universidades que no solo busque atender la cantidad, sino que se centre como aspecto prioritario en la calidad educativa.
Para la OIJ (Organización Interamericana de la Juventud), uno de los 5 puntos de mayor relevancia para la atención de la población joven es el acceso a la participación ciudadana. En Venezuela la legislación está cargada de democracia, de participación popular y protagónica, comenzando por la propia Constitución, y hasta las leyes orgánicas y reglamentos que hablan de organización, libertad, opinión, participación, pero eso solo es en el papel. El mejor ejemplo de las limitaciones para un ejercicio pleno y efectivo de los derechos ciudadanos de participación que existe en Venezuela, es la represión ejercida desde febrero hasta ahora.
En Venezuela exigir a los y las jóvenes venezolanas el ejercicio pleno de su derecho a la ciudadanía, a participar, a opinar, a involucrarse, a formar parte de quienes tienen el poder para decidir los asuntos públicos, es una oda a la ironía. ¿Con qué cuenta el joven que se atreve a participar, a opinar, si su opinión es en oposición a quienes tienen el poder? Los poderes públicos, que deberían ser autónomos y separados los unos de los otros, son la misma cosa y andan al mismo ritmo, siguen las órdenes del Presidente de la República, no existe justicia, ni defensa del pueblo. Todos los poderes públicos están dedicados proteger al poder y todos sus representantes militan en el partido del Presidente y manifiestan públicamente su afinidad política y su compromiso con ese partido.
Son muchos los problemas que debemos enfrentar los y las jóvenes venezolanos y el futuro está nublado, pero somos los más afectados, es nuestro futuro el que está en juego. Los negocios del gobierno hipotecan a Venezuela lo que nos hace más dependiente, no de un imperialismo, sino de varios. Los jóvenes tenemos el deber y el compromiso con Venezuela y con las futuras generaciones, de rebelarnos, de asumir la vanguardia, de construir un nuevo poder y unas nuevas relaciones de producción, tenemos el compromiso y la obligación de transformar este país en uno independiente, productivo, democrático, justo y humano.
Hoy, 04 de Octubre, la UJR cumple 27 años de lucha constante, codo a codo con el pueblo venezolano lo que han traído consigo camaradas caídos, detenidos, torturados. Pero son años que demuestran que solo luchando contra lo injusto se hace justicia. Nos toca enaltecer el nombre de nuestros compañeros, levantando sus banderas de libertad, independencia, democracia y revolución. Eso solo será posible, en las calles, junto al pueblo joven, organizándolo, orientándolo y formándolo. Y será posible si quienes asumimos la vanguardia tenemos la conciencia de clase necesaria para evaluar el momento histórico y el papel que en él debemos jugar.
Es nuestro tiempo. Debemos tomar las calles para exigir un cambio en el país, debemos organizarnos para definir cómo será la lucha, debemos discutir el plan para reconstruir la nación y debemos creer en nosotros, en que podemos construir el cambio, pero más que poder, necesitamos construir el cambio.
La represión existirá como mecanismo intimidatorio del régimen, que buscará limitar la acción ciudadana, pero la protesta y la lucha de calle tienen toda la legitimidad y legalidad necesaria y se justifica frente al deterioro constante y progresivo de las condiciones de vida de los venezolanos y en el enriquecimiento constante y progresivo de las élites del poder.
Están dadas las condiciones, en la dinámica diaria siempre se abren caminos nuevos y nuevas formas de organización. Ante la ausencia de legitimidad de la MUD, por sus intereses turbios en la dinámica nacional más cercana al régimen que al pueblo, y ante de poca credibilidad de los partidos que en ella confluyeron, ante la necesidad de separar la política del negocio, de la trampa y de la mentira, pero con la urgencia de crear mecanismos que permitan la organización popular y la definición de las estrategias que enrumben al país en dirección al progreso, el Congreso Ciudadano por la Reconstrucción Nacional nos abre las puertas.
Todos los jóvenes debemos organizarnos en asambleas, en nuestras comunidades, colegios, universidades, lugares de trabajo, plazas, canchas, debemos discutir nuestras ideas para rescatar a Venezuela. El Congreso Ciudadano es un espacio que debemos asumir como propio, ese Congreso debe llenarse de juventud, de ideas nuevas y revolucionarias, que saquen de raíz las miserias que mantienen a este régimen en el poder y que nuestro espíritu joven y rebelde haga florecer la nueva Venezuela, esa en la que todos soñamos amanecer.

JUVENTUD, CONSECUENTE, LUCHANDO POR EL FUTURO EN EL PRESENTE

¡Si el pueblo no se arrecha, lo mataran de hambre!

¡O con balas o con chikungunya!



Unión de Jóvenes Revolucionarios

27 años de perseverancia y ética



@UJR_BanderaRoja

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