Sairam Rivas (medio) encabezando Marcha de Mujeres por la Paz, Caracas, Venezuela |
Caracas- “Luchamos por una libertad que lleva en sí sueños genuinos y sublimes, incluso para las generaciones que vengan después de nosotros”. Sairam Rivas tiene 20 años y ayer cumplió 70 días entre rejas, en un calabozo que sólo abandona para recibir visitas y para salir al patio a tomar el sol durante dos horas a la semana. Su delito: protestar contra Nicolás Maduro.
Esta líder estudiantil en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y dirigente nacional de la izquierdista Bandera Roja se ha convertido en una de las presas políticas más emblemáticas del chavismo. Y, sin duda, en la más bella: ejerce como aprendiz de modelo y participa en concursos de belleza. Sus amigos suelen describir aquel certamen en Santo Domingo, donde acabó como primera finalista.
Un rostro dulce y unas convicciones muy fuertes, que incluso la llevan a definirse como marxista-leninista. Ideales como los que describe en las palabras que abren esta crónica, que forman parte de la carta dirigida al Partido Socialista Chileno desde su mazmorra caraqueña en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin).
Comparte reclusión con otras tres jóvenes. Ha pedido una lámpara a su familia, para aprovechar los días y las noches y seguir devorando ensayo político. Acaba de terminar “Ideología Alemana”, de Karl Marx, y ha tenido la suficiente paciencia para sumergirse en el primer tomo de “El Capital”.
“Existe un ensañamiento particular contra Sairam. Sobre todo, por ser la presidenta del Centro de Estudiantes de la Escuela de Trabajo Social de la UCV, muy emblemática para el oficialismo”, explica Jesús Hermoso, dirigente de Bandera Roja. Rivas decidió enfrentarse en la UCV a Kevin Ávila, líder universitario del chavismo y cachorro favorito de Hugo Chávez, elevado por el “comandante supremo” al Olimpo del oficialismo.
«Trofeo de la neodictadura»
El caso de Rivas desnuda el manejo de la justicia chavista.
“Sai es un trofeo de esta neodictadura”, asegura Hermoso. La única prueba contra ella es un informe de inteligencia, que le acusa de “marchar bajo el sol, declarar en contra del gobierno y llamar a la lucha de los estudiantes”.
En el caso de Sairam las comparaciones, más que odiosas, son surrealistas. Los guardias nacionales que asesinaron a la joven Geraldine Moreno, disparándole una ráfaga de perdigones a la cara a muy pocos metros, está libres. Muy poco se sabe de los agentes del Sebin y policías que participaron en el asesinato del joven Bassil Dacosta.
En cambio, Sairam espera su audiencia para finales de mes, donde la fiscalía intentará que sea juzgada por instigación a delinquir, agavillamiento y uso de menores en la comisión de un delito. “Ella tiene la esperanza de salir a la calle con medidas cautelares. Es evidente que ha dirigido manifestaciones y ha participado en ruedas de prensa, es público. Ella no oculta nada”, explica Angeyeimar Gil, camarada de lucha política.
“Mi hija cumple 21 años el 30 de julio y espero que para esa fecha ya pueda estar en casa. Es muy buena muchacha y todo lo que hace es para mejorar las condiciones de los estudiantes y del país”, se queja Sandis Moreno, madre de la presa política.
Periodista: Daniel Lozano
Fuente: El Diario
Fecha: 16/17/2014