Buena parte de los venezolanos está experimentando el trago amargo de estar padeciendo carencias nutricionales, pues cada vez come menos y en su mayoría dos veces al día, con la probabilidad de estar sujeto a la mala calidad del producto o simplemente no encontrarlos, dejando de consumir alimentos fundamentales como los granos, huevos, carne, pollo y hortalizas. Hoy día se ha convertido en una odisea obtener ciertos productos esenciales para el buen desarrollo y rendimiento de nuestras capacidades físicas e intelectuales.
La Encuesta Condiciones de Vida del Venezolano 2014, realizada por investigadores de las universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello, alertó acerca del desequilibrio del menú que se sirve en los hogares. “La alimentación se ha deteriorado en todos los estratos sociales”, sin distingo de color, raza o sexo. Pero si esto está aconteciendo en todas las casas de cada barriada, sector o población, como será para aquellos que no tienen acceso a supermercados, hospitales e incluso a cuentas bancarias. Me refiero a nuestros indígenas venezolanos, que son los verdaderos dueños de las tierras y que por años han sido maltratados, se les ha vulnerado sus derechos como parte fundamental en nuestra sociedad y como seres humanos que son.
Existen estudios realizados por especialistas, e incluso por el Banco Mundial, que han demostrado que en nuestro continente la pobreza y la exclusión social están asociadas a variables étnicas. En otras palabras, los más pobres y marginados de la sociedad son los indígenas.
Según los últimos datos del INE (2012-2014), el consumo de comida se desplomó en los últimos dos años y la población entró en insuficiencia calórica. Nuestros niños, ancianos e indígenas son las primeras víctimas ante la llamada hambruna desoladora, que en su conjunto de miseria trae la desnutrición y enfermedades asociadas a parásitos, diarrea, problemas cardiovasculares, fiebres y cuando ya es demasiado tarde para tratarlos, la muerte.
En la Guajira venezolana abunda la desnutrición, el síndrome pluricarencial (trastorno dietético grave observado en niños entre los 10 meses y los tres años, que se debe a una malnutrición severa que incluye una carencia de nutrientes vitales básicos y un déficit importante de proteínas), marasmo (delgadez extrema que resulta de una desnutrición severa), escorbuto (enfermedad carencial que resulta del consumo insuficiente de vitamina C), raquitismo (producida por la carencia de vitamina D en la nutrición y deformaciones óseas , deshidratación severa) entre otras.
En la Guajira mueren 360 niños por hambre y nadie dice ni hace nada al respecto. Las zonas aledañas a la frontera generalmente están sin carreteras, sin acueductos o sistema eléctrico, por consiguiente, son lugares donde abundan los niños y niñas desnutridos, sin atención de las autoridades regionales o nacionales.
Los municipios Mara y Guajira del estado Zulia son las entidades que presentan mayor índice de desnutrición infantil en el país, según estudios realizados por la Universidad del Zulia, mostrando de igual manera que los mayores afectados son las etnias añú y wayuu que viven en la faja lacustre. En nuestro estado, la desnutrición infantil alcanzó el 34%, tomando en cuenta a niños de 0 a 13 años. En el municipio Maracaibo la cifra de desnutrición alcanza el 19,9%, pero en los municipios foráneos especialmente en las zonas desfavorecidas como Mara, Guajira y Almirante Padilla, rompen el promedio del 30% de la población infantil. (Esta investigación se detalló en una encuesta realizada a 43.772 niños).
Antes de que se iniciara el proceso inflacionario que estamos sufriendo los venezolanos, solo el 16% de la población de la Guajira vivía en casas no precarias, es decir, 84% de las población de la Guajira vive en medio de un cuadro económico frágil. Tres de las cinco parroquias más pobres en el Estado Zulia están en Mara (Las Parcelas, Monseñor Marcos Godoy y La Sierrita), en Páez las más pobres son las parroquias La Guajira, Alta Guajira y Sinamaica. Estudios realizados por LUZ demuestran que al menos 229.908 personas de la etnia wayuu viven en condiciones de pobreza, siendo ésta la que tiene mayor peso poblacional a nivel nacional (según INE- censo 2011- la Guajira tiene la mayor población indígena – 88,25% – a nivel nacional).
¿Por qué a estas alturas, luego de 17 años de supuesta «revolución», el Ministerio de Salud no da cifras exactas sobre la nutrición y la pobreza en el Zulia, ni divulga nada de estos acontecimientos terribles y no da un porcentaje de los casos que llegan a cualquier institución hospitalaria y del nivel de desnutrición y muertes de nuestros hermanos wayuu?
Hay que darle una solución a esta problemática que tanto ha hecho sufrir a nuestros indígenas por años, que pudiéramos llamar crimen de lesa humanidad y que por lo general no tiene fecha ni hora en el calendario.
La falta de atención por parte de los organismos competentes y del gobierno nacional, ponen en jaque la vida de una comunidad que muy pronto se verá reducida a pequeños grupos. Pero lo más preocupante es que quienes terminan pagando las consecuencia de este desastre son los más pequeños, por ser los más vulnerables.
Estamos ante un gobierno fracasado que no ha sabido gerenciar nuestros recursos y que no está dando solución al problema de la escasez, al problema del hambre en todo el territorio nacional, al trato inhumano hacia nuestros hermanos wayuu. Han profundizado la pobreza de nuestros indígenas a pesar de haber recibido grandes sumas de dinero en estos años que han estado en el poder. La única solución que vemos a esta situación es salir de este mal gobierno para comenzar la reconstrucción nacional. Ya está activado el mecanismo constitucional para ello: el referéndum revocatorio. Estoy segura que el revocatorio será exitoso porque la mayoría de este país, incluyendo a los que en algún momento simpatizaron con el chavismo, quieren un verdadero cambio y salir de la crisis generada por este régimen. Se hace necesario también levantar nuestras voces y ser ejemplo de solidaridad para con nuestros hermanos wayuu antes de que desaparezcan.
Muy buen articulo recoge como una fotografía de manera acertada la terrible situación por la cual atraviesa nuestra comunidad Wayuu tan vulnerable históricamente, su realidad tan bien argumentada por la camarada Tajischi Molina miembro del CPR de Bandera Roja en el Zulia tristemente se manifiesta con igual o mayor profundidad entre las comunidades indígenas de la Sierra de Perija, es decir, entre los Japrerias (casi extinguidos), los Yukpa y los Bari pero también entre las comunidades campesinas de todo el Estado Zulia. No tenemos nada que perder el camino es de lucha y rebelión
Excelente Artículo, plasma la realidad Obviada por los entes Regionales y Nacionales. Para desgracia de nosotros una vez más como a lo largo de nuestra historia contemporáneas, especialmente Democrática, los intereses políticos mal infundados, Politiquería, se han despreocupado por completo en hacer un uso consiente, eficaz y preventivo de nuestros recursos. Sin bien también nuestra región esta pasando la mayor sequía registrada de la historia, la ineficaz de este ggobierno no ha permitido hacer un frente al hecho de que las zonas de siembra están fuera de producción ya sea por el clima ò Simplemente los pobladores no tiene recursos para su para su faena de producción, esto unido a las demás deficiencias que presenta nuestra sociedad termina en el desastre de hambruna y de salud colapsada que sinddudas dejará secuelas muy profundas en las vidas de los pobladores más humildes de nuestra región.
Buen articulo.muy abundante en su contenido.,su caracter investigativo lo convierte en un buen documento para el analisis…mil felicitaciones a la autora Licda Thaichi Molina