«Hola, Pedro. No conseguí tus teléfonos. Tampoco has podido atendernos cuando hemos ido al Ministerio de Educación Universitaria. Así que te escribo una carta por este medio a ver si te llega. Soy Julián, colega tuyo de la Facultad de Humanidades. Creo que, aunque tampoco es que nos veíamos muy a menudo, podemos considerarnos amigos, porque nos conocemos desde hace mucho tiempo. Justamente por eso es que me atrevo a escribirte, porque recuerdo que eres alguien con quien se puede hablar y, para decirlo en corto, un tipo buena gente. Y no creas que estoy siendo amable para mendigarte algo.
En primer lugar, no estoy siendo amable, sólo escribo lo que creo y recuerdo de ti (por eso hasta te tuteo). Y en segundo lugar no quiero mendigarte nada. Sencillamente espero ponerte al día con la Universidad Central de Venezuela (donde sigues siendo profesor). Es posible que por tus trabajos de Ministro de la Cultura y ahora de Educación Universitaria, no sepas que muchos de los sueldos de los profesores ni siquiera llegan al salario mínimo. Pero lo del presupuesto de hambre no es sólo algo que atañe a los docentes, sino también a obreros, empleados y estudiantes.

Por ejemplo, en la Escuela donde soy Director, hace quince años había tres secretarias, ahora sólo hay una y el resto del trabajo se logra hacer gracias a varios pasantes, estudiantes de la Escuela sin los cuales no podríamos funcionar. ¿Sabes cuánto ganan al mes esos héroes y heroínas? Pues ganan cuatrocientos bolívares mensuales (400 bolos!!). Así mismo, en mi Escuela hay un profesor que devenga esto: menos trescientos bolívares. Luego de los descuentos por seguridad social, etc, este profesor tiene que conseguir trescientos bolívares para pagarle a la Universidad y no quedarse sin los beneficios sociales. Dentro de una semana voy a ser jurado en la defensa doctoral de otro de nuestros profesores. Se trata de un investigador brillante que Dios mediante tendrá el título de Doctor por la UCV. ¿Sabes de cuánto es su quincena? De 235 bolos. Sí, se trata de un doctorando que ganará doscientos treinta y cinco bolívares quincenales por dar clases en la universidad más importante del país. Y hay muchos más casos como este o peores. Podría presentarte a una profesora de la Escuela de Enfermería que, tras levantarse regularmente a las tres de la mañana para ir de Guarenas a la Universidad a dar clases, cobra quincenalmente,­ neto, cien bolívares. Eso, claro, después de haber hecho un posgrado.
Para tener el poder adquisitivo que teníamos hace quince años, el aumento salarial tendría que ser de un 300%. Sin embargo sólo estamos exigiendo el 147%. Y ojalá pueda conseguirse lo mismo para los laboratorios, las bibliotecas, las becas y las pasantías estudiantiles, los salarios de los empleados y obreros, etc. Aquí está en juego nada más y nada menos que la dignidad y la calidad de los estudios universitarios.­ Piensa en el lema del Gobierno que tú apoyas: “Eficiencia o nada”. No permitas que triunfe la segunda opción. Gracias de antemano.
Profesor Julian MartinezDirector de la Escuela Filosofía UCV»

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