Hasta este 15 de octubre en Venezuela el camino electoral era la tabla de salvación de la nación para salir de la crisis económica política y social que atraviesa, ¿ahora qué fue lo que pasó? ¿Acaso el acto electoral no fue suficiente para comenzar a producir los  cambios que la población necesita?

Es importante acotar que en un régimen como el que sufrimos en el país, de claro corte dictatorial, que ha violado infinidad de veces la Constitución que dice defender, la única garantía que había era que haría todo lo posible concretar el fraude continuado que ha venido desarrollando desde hace algún tiempo.

Analicemos algunos aspectos sobre este proceso electoral que se realizó con un año de retraso justamente, porque al régimen no le convenía hacer elecciones en el 2016, año cuando correspondía elegir a los gobernadores.

Podemos comenzar por el grado de participación. En esta oportunidad llegó al 52%, lo que significa que una vez más el venezolano salió a votar. Ahora bien, ante este dato surge la pregunta ¿por qué un régimen que según las encuestas tiene un 80% de rechazo gana 18 gobernaciones?

Múltiples factores influyen directamente en este resultado. Uno de ellos es el reflujo de masas o lo que es igual, el desánimo de las personas en participar en estos comicios. En ningún momento se sintió el entusiasmo de cambio y sobre todo en no evidenciar de parte de los candidatos que sería un golpe directo al régimen, es decir, no se potenció el factor de debilitar a la dictadura con la victoria. En estos comicios regionales algo que caracterizó la campaña fue que no se vinculó este proceso con el anhelo y necesidad de cambio político. La gente vio en el discurso de los candidatos y los partidos que esta era una elección más por cargos regionales de gobierno. Un “quítate tú pa’ ponerme yo”.

Otro factor importante fue la acción minuciosa del régimen en cuanto a preparar, no solo para el día de las elecciones un posible fraude, sino que durante dos años (cuidado si más) han venido adecuando el sistema electoral a sus necesidades de victoria. Podemos mencionar: la legitimación de los partidos políticos ante el CNE: apartando a aquellos que les estorbaban e impidiendo la creación de otros; el cambio de los centros de votación con y sin previo aviso; el amedrentamiento a los electores sobre todo a los empleados públicos; el chantaje en las bases de la población que tiene algún beneficio social de régimen (tarjeta de la patria, bolsa del CLAP, entre otros). Todo esto es un plan estratégico de largo alcance para obtener la victoria no solo en estas elecciones si no en cualquier elección que esté programada a futuro.

Por su parte la oposición nuevamente se engolosina con el llamado a elecciones y concentran su acción a la maquinaria electoral olvidando la lucha social por un verdadero cambio político. Olvidó lo que millones de personas expresaron en la rebelión democrática desarrollada valientemente entre abril y julio: salir de la dictadura. Esto aumenta el desánimo del pueblo, que no ven esperanza alguna en la dirigencia, con el mismo discurso sobre la salida electoral, sin un programa de gobierno, ni un plan mínimo para sacar al país de la crisis, ni mucho menos un plan concreto para salir de la dictadura.

Esto solo evidencia una vez más que a la dirigencia política tradicional, representada en los partidos de la MUD, no les interesa salir del régimen y el que demuestra algunas acciones impugnadoras, de movilización y rebeldía, los apartan o lo dejan solo, como ha sucedido con Andrés Velásquez, quien junto al pueblo salió a reclamar su victoria en el estado Bolívar, demostrando en la calle el fraude cometido por la dictadura. En este caso la MUD no manifiesta apoyo efectivo, dejando prácticamente solo al pueblo de Bolívar y a su candidato. Esto nos demuestra que la oposición solo busca cohabitar con la dictadura haciendo el papel de la oposición cómoda que necesita el régimen.

Otro factor importante destacar es que para el régimen estas elecciones solo fueron una pantalla cuyo fin único era darle legitimidad a la ANC, obligando a los gobernadores regionales electos a que se juramentaran ante esta instancia de origen fraudulento. De esta forma cambiaría la percepción de los organismos internacionales y así para poder optar por créditos y financiamiento económico.

Ante este cuadro todas las acciones de campaña han debido estar dirigidas a la salida del régimen. Solo de esta forma podemos reformar el sistema electoral, con igualdad de condiciones de participación, y, sobre todo, de respeto a los resultados. Que acudamos a unas elecciones sin la sombra de que pondrán gobiernos paralelos o desconocimientos de autoridades electas por el pueblo.

Como podemos ver, estas elecciones fueron algo más que la búsqueda de unos cargos regionales. Fue toda una estrategia de legitimación de la dictadura y sus organismos en los cuales la oposición una vez más le hace el juego perfecto al régimen.

Ahora bien, ¿si todo este cuadro se sabía de antemano porque se llamó a la participación? Porque solo con la participación podríamos demostrar todo esta maniobra del régimen; porque se debía convertir este proceso en una acción de combate contra la dictadura; porque con la mayor participación de la población dábamos una señal al régimen de que no estamos sumisos a sus acciones políticas, y porque era una oportunidad de organizar la resistencia política efectiva y combatir a la dictadura en todos los terrenos.

Es hora  de conformar una nueva dirección política de la oposición. Una organización que se active más allá de lo electoral, con participación amplia de todos los factores de la sociedad, con un plan claro para salir de la dictadura y un programa orientado a la reconstrucción nacional que reactive la producción nacional, atienda la crisis de alimentación, salud, seguridad y detener la inflación.

Hoy el país necesita acciones concretas y efectivas, hoy el país está en nuestras manos solo con la participación de todos los venezolanos podremos salir de la dictadura de Maduro y del PSUV. Los resultados electorales no son más que un maquillaje democrático de la dictadura, no garantizan ningún cambio  político económico o social, solo demuestran la necesidad de una UNIDAD SUPERIOR efectiva y verdadera, que derrote tanto a la dictadura como a los que están impulsado a cohabitar con ella.

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