«Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es, para el pueblo y para cada porción del pueblo, el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes»
La Fayette
Desde que comienza el día, nuestro trajinar se hace cada vez más intenso. Cada vez que salimos a la calle y recorremos nuestras barriadas llenas de agonía y de sus tortuosos lamentos, cuando escuchamos a nuestros hijos pidiéndonos comida, la vida se vuelve más insoportable. Cuando vemos que no nos alcanza el sueldo miserable, estamos siendo humillados y vejados por un incompetente. Somos incluso para potencias extranjeras, la piedra preciosa en disputa, un botín al que se quiere meter mano. Somos un mar de lágrimas cuando vemos que ls mafias gobernantes nos llevan a un abismo profundo.
Aún no tenemos la certeza de cuándo caerá este régimen, pero si sabemos que nuestra lucha no es vano y que de ella se desprende el ímpetu de seguir avanzando hasta que las cadenas se rompan.
Nos une un solo sentir, un solo amor por nuestra patria. No hemos perdido la fe y esperanzas. Estamos cansados de pasar hambre y necesidades, no hay medicamentos, no hay ningún hospital en todo nuestro territorio nacional que pueda reaccionar ante una gran cantidad de heridos y muertes. No tenemos resguardo de ningún ente gubernamental porque todos se han vendido y se han puesto una venda en los ojos. Caminan y danzan al son de la flauta dictatorial cual ratas asquerosas.
No tenemos un sistema de educación que valga la pena, da vergüenza decirlo, porque queremos solo el bien de nuestros hijos para que en el mañana sean hombres y mujeres de bien, el futuro de Venezuela.
Los alimentos son escasos y los que podemos encontrar están a la vista de todos los ciudadanos pero con sobreprecios que no podemos pagar, precios autorizados por la dictadura, que rimbonbatemente habla de que esa medida es para atacar la pobreza. Hemos tenido que ser malabaristas y magos para poder darle de comer a nuestras familias y lo peor de todo esto, es que los mismos gobernantes lo saben y dejan pasar esto como dejar pasar el agua que se desliza sobre el pavimento de cualquier calle, o sea, no les importa en lo absoluto. Nos colocan pañitos de agua tibia con las cajas de los C.L.A.P (Comité Local De Abastecimiento y Producción) en las cuales colocan algunos artículos importados de México y otros de Brasil. Nos hacen sentir y ver como mendigos esperando cada mes o cada dos meses esta caja, que no es más que una burla a nuestra necesidad de comer. Para colmo de males, si no sacas tu carnet de la patria no podrás tener acceso para comprar estos alimentos, que de paso son de mala calidad. El descaro se apoderó de este régimen al destruir nuestro aparato productivo y culpar a cualquiera que lo critique de una “guerra económica” inexistente. Las consecuencias de ello es un pueblo que sufre las carencias más básicas.
No tenemos pan pero si hay para comprar bombas lacrimógenas. No tenemos un sueldo digno pero si hay para regalar nuestras riquezas a imperialismos como China y Rusia. No tenemos oportunidades de futuro para nuestros jóvenes, por lo cual muchos optan por irse del país. Los que se quedan corren el riesgo de ser asesinados, ya sea por el hampa sin uniforme auspiciada, protegida y amparada por el régimen, ya sea por el hampa uniformada que reprime toda manifestación que exige democracia y mejores condiciones de vida. Pero si tenemos un Defensor del Pueblo que voltea la cara ante la violación de derechos humanos por parte de la dictadura, siendo cómplice de estos crímenes, pero que va a escenarios internacionales a mentir.
Creemos que la mayoría de los venezolanos esperanzados y muchos luchadores apostamos a la democracia. Estamos comprometidos con una causa: salir de esta dictadura con claros rasgos fascistas, corrupta, incapaz y neoliberal, que no tiene en como objetivo solucionar los principales problemas económicos, políticos y sociales de nuestro país, sino mantenerse en el poder a costa de lo que sea, incluso de la muerte de nuestros jóvenes. Como venezolanos luchamos por un verdadero cambio, hacia nuestra liberación como nación, por la reconstrucción nacional.
Vivimos en un país donde se le celebra la muerte de un hampón y se le coloca como un héroe delante de nuestros ojos y a los que clamamos justicia por nuestros hermanos caídos, a los que nos arriesgamos por defender lo que por derecho nos pertenece, se nos trata como terroristas o como delincuentes.
Estos días han sido muy críticos y fuertes ante las medidas que el Gobierno venezolano ha dictado frente a un pueblo desalmado, estamos en el ojo del huracán. Somos un pueblo que pide ayuda humanitaria, que reclama sus derechos, que exige la libertad inmediata de los presos políticos, que desea se restituyan los poderes públicos, que exige elecciones que no estén amañadas por el Consejo Nacional Electoral (C.N.E), instancia que se ha convertido en un apéndice del PSUV.
Este régimen criminaliza la libertad de expresión, de manifestación y protesta. Los derechos humanos son violados permanentemente. Se leen bonito en nuestra constitución, pero en las calles es otra cosa, se violan nuestros derechos sociales, individuales y económicos.
Tenemos una Guardia Nacional (su Honor no su Divisa) desacreditada y que solo obedece una orden: reprimir y si es preciso matar. No más muertes señores. ¿Hasta cuándo tanta tristeza? ¡Lloro por nuestros hermanos asesinados!
Ante tantos atropellos nos toca como pueblo rebelarnos, incorporándonos en esta grandiosa rebelión democrática que desde hace más de un mes grita en la calle ABAJO LA DICTADURA. Debemos activarnos, organizarnos en todos los frentes de lucha posible, en todos los sectores, para restituir la democracia.
Llamamos al pueblo a sumarse a las luchas de calle, a la organización de Asambleas Populares para exponer nuestras opiniones, debatirlas democráticamente y definir acciones orientadas a salir de esta dictadura cruel que ya ha asesinado a 43 venezolanos.
La rebelión democrática en desarrollo, extendida por todo el país, un mecanismo de defensa de nuestra patria en contra de quienes pretendan dañarla. Somos un pueblo grande, hermoso que ha enfrentado dictaduras y ha salido airoso. Somos un ejemplo para el mundo, que está enfrentando a un régimen por la vía constitucional, con la firmeza y combatividad de un pueblo que ha exportado libertad, democracia y progreso. Venezuela seguirá pariendo estudiantes, pensadores, poetas, médicos, ingenieros, abogados, un sin fin de profesionales reconocidos dentro y fuera de nuestras fronteras para que sigan apostando a un mejor futuro, donde no se tengan que ir a otras latitudes porque aquí no hay trabajo o no hay comida. Venezuela será mejor que ayer, es mía, tuya y de quien desee amarla.