Nuevamente los niños, niñas y adolescentes (NNA) son noticia. Lamentablemente, por un hecho que nos horroriza y genera desesperanza. Un grupo de chamos asesina a dos jóvenes venezolanos, además militares, en el bulevar de Sabana Grande.

Abandonados por su familia, por el Estado y por la sociedad, este hecho nos obliga a voltear y mirarlos, conocerlos, darnos cuenta de que están allí, que son venezolanos y que han perdido sus derechos. Nos exigen una atención priorizada porque no tienen “días” en esa situación. Según reseñó Efecto Cocuyo, tienen al menos dos años actuando como grupo «organizado» para delinquir. Cabe preguntarnos: ¿Por qué en dos años no se han tomado las acciones para que estos chamos puedan vivir una infancia feliz en vez de entrenarse como delincuentes?

Los NNA en situación de calle han existido desde hace bastante tiempo. Hubo entre 2006 y 2010 una campaña para atenderlos y por diversas razones disminuyeron considerablemente. Una de ellas -con conocimiento de causa puedo manifestar porque fui educadora de calle del Distrito Capital- es que muchos crecieron y se hicieron adultos, dejaron de ser niños para ser adultos en situación de calle. Cambiaron de grupo etario, situación legal y la forma de atención por parte de las autoridades cambió, aunque su realidad era la misma. Otros simplemente murieron en la calle.

Para un NNA la calle es supervivencia. Si están allí, seguramente en casa -quienes la tengan- no tienen un espacio de protección. En la calle tienen comida o les es más sencillo conseguirla, en casa pueden morir de hambre. En la calle se hacen de un grupo de pares que se convierten en familia, en casa tienen abandono. Por miedo o por solidaridad, quizá por la gente les da dinero, comida, ropa, calzado, en la calle obtienen cosas que estando en casa es más difícil conseguir. Esto promueve su permanencia en calle. Pero la calle les exige prepararse para sobrevivir, adaptarse a los códigos que allí se manejan. Son víctimas de distintos tipos de violencia. Deben aprender a defenderse a toda costa para sobrevivir. Se construyen sus propias armas. Antes no mataban, eran pocos los que arrebataban celulares o carteras y la mayoría solo pedía dinero. Pero esta nueva forma de sobrevivir delito, más hostil quizá porque la calle es más hostil, es una reacción consecuente.

No se justifica la acción de este grupo de NNA pero menos se justifica no mirar más allá del hecho. Estas acciones y situaciones tienen una historia, antecedentes, causas y es allí a donde debemos fijar la mirada. Porque es desde allí es donde se debe actuar para superarla.

En 2007 se reformó por vez primera la Lopnna delegando casi exclusivamente en el Estado la responsabilidad en materia de infancia. La anterior paridad entre Estado y sociedad desapareció, pero con ella también se diluyó la claridad sobre cuál institución del Estado tenía la responsabilidad en la planificación y diseño de políticas públicas para la atención de los NNA.

En 2015 ante una nueva reforma aprobada por unanimidad, Consejeros de Protección fuimos a la AN exigiendo el fortalecimiento del sistema de protección, uno que permitiera al Estado ahorrarse tiempo, esfuerzo y dinero para la atención de los adolescentes con responsabilidad penal, porque estamos convencidos que en la medida en que se protegen los derechos de los NNA de forma integral, disminuyen los factores de riesgo para que se acerquen a la delincuencia. También dijimos que no estaban dadas las condiciones para aumentar la edad de imputabilidad, aunque sabíamos que hacia allá debíamos ir. Dijimos que no se estaba atendiendo lo relevante y urgente, como la creación de programas para atender a la infancia y su familia, brindarle herramientas a ésta para asumir su rol fundamental. Pero no fuimos escuchados.

Hoy, cuando la noticia nos desborda, debemos preguntarnos ¿qué pasará con los NNA participantes de un suceso tan horrible? La edad de imputabilidad es desde los 14 años. De los involucrados, quienes tengan menos de 14 deben ser presentados ante el Cpnna de su municipio. Estos organismos no colocan sanciones, pero deben dictar medidas de protección dirigidas a restituir derechos.

Una de las debilidades del Sistema de Protección es la ausencia de programas especializados para atender la variedad de situaciones que afectan a la infancia. Los que existen no son suficientes, por lo que la atención no se brinda en cantidad y calidad suficientes. La ley no prevé programas para la atención de quienes hayan cometido delitos y que no tengan edad para ser imputados. Es decir, programas con profesionales especializados en temas de ciudadanía, desarrollo moral, convivencia ciudadana, que promuevan la comprensión del hecho del que participaron y las consecuencias en ellos y en su víctima, así como la atención integral para evitar que se repitan. Sin programas así, es poco lo que se puede lograr.

Ya el Ministerio Publico informó que los adolescentes de más de 14 años están detenidos, y los que no son imputables, fueron referidos al Cpnna y están en Entidades de Atención. No se trata de que vayan a Entidades de Atención después de cometer un delito, eso sería retornar a la institucionalización que aplicaban en el sistema tutelar. Pero adicionalmente, esas Entidades fueron creadas con un espíritu de protección para NNA que sufren el abandono familiar y la violencia. No para quienes, como resultados de estas dos situaciones no atendidas a tiempo, se convierten en victimarios. Para ellos es urgente la creación de programas especializados.

La mezcla de poblaciones, como respuesta apresurada a la ausencia de programas especiales, traerá peores consecuencias, porque vinculará a NNA que no han estado en la calle, con otros que sí. Pequeños que no han cometido delitos con quienes sí tienen esa experiencia. Estarán bajo la atención de profesionales que no están formados para atenderlos y educarlos para retornar a sus casas, incorporarlos en la escuela y la sociedad, y se atienda lo delicado de haber estado inmerso en un hecho punible.

Mientras la crisis se agudiza, las situaciones serán aún más complejas y el Estado deberá prepararse para asumir esas consecuencias como resultado de su abandono absoluto a la infancia y adolescencia; como resultado de que no exista una cara visible a quien exigirle en nombre de los NNA. No para delegar en NNA la responsabilidad individual, sino para asumir la propia responsabilidad que es principal.

Pero como sociedad también tenemos nuestra propia responsabilidad. Exigir que el Estado cumpla, que garantice los derechos y que no mueran más NNA por violencia, por hambre, por falta de medicamentos; que no haya más NNA cometiendo delitos o en situación de calle, que se brinde a la infancia el espacio para un desarrollo pleno y de felicidad, para lograr en un futuro contar con ciudadanos capaces de construir mejor país.

Foto referencial

Publicado en Efecto Cocuyo

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