Luis
Salas el nuevo ministro de economía y sus ideas peregrinas
carlos hermoso
El
nombramiento del nuevo ministro de economía productiva Luis Salas, nos lleva a
leer sus propagadas tesis contenidas en el folleto editado por El perro y la
rana, titulado 22 claves para entender y combatir la guerra económica. Un
primer juicio es que se trata de un batiburrillo que resume ignorancia e
incoherencia. Aun cuando estamos alejados del estilo del debate político que se
ha impuesto en Venezuela, basado en la diatriba encendida, que parece esconder
los principales problemas del país, analizar las letras contenidas en el
escrito del nuevo ministro de economía Luis Salas, nos lleva a esta dura
sentencia, que nada tiene que ver con el sainete de marras.
En
este escrito se aprecia claramente un desconocimiento acerca de cuestiones
fundamentales y de primer orden de la economía y, por tanto, de los problemas
nacionales.
Hay
que hacer un esfuerzo adicional para comprender lo redactado en el folleto en
cuestión. Se convierte sí, en un alerta que nos permite asegurar que, de
adelantarse una política económica basada en estas ideas, se profundizará el
desastre que vive Venezuela.
Arranca
la clave número 1 con un claro desconocimiento acerca de la inflación. Dice el
autor que:
La
inflación no es una distorsión de los mercados. Es una operación de
transferencia de los ingresos y de la riqueza social desde un(os) sector(res)
de la población hacia otro(s) por la vía del aumento de los precios. En lo
fundamental, esta transferencia se produce desde los asalariados hacia los
empresarios, pero también desde una fracción del empresariado hacia otra
fracción de los mismos.
Eso
lo genera la inflación pero no la define. La inflación es producción de papel
moneda sin respaldo. Sólo eso. De allí la necesidad del equilibrio fiscal con
base en el crecimiento y desarrollo económico y no en la reproducción de papel
moneda. No distingue el autor la diferencia entre papel moneda y dinero. Apenas
señala una consecuencia cual es la afectación en la distribución de la riqueza
en favor de unos capitales, los que más centralización han alcanzado, no
concentración como señalara el autor. La inflación empobrece a los trabajadores
y conduce a más explotación del trabajo. Por ello la inflación es una tendencia
dominante en el régimen de producción capitalista. Pero la responsabilidad de
la inflación la tiene el gobierno que emite papel moneda sin hacer nada por el
crecimiento y desarrollo económico del país que permitirían que la cantidad de
dinero circulante esté en correspondencia con la masa de bienes y servicios a
ser transados sin que haya un mayor incremento de los precios vía inflación.
Para que esto sea así se debe cumplir con el principio según el cual:
«…la emisión de papel moneda debe limitarse aaquella cantidad en que sin
él, circularía necesariamente el oro (o la plata) representado simbólicamente
por ese papel». MARX, El Capital, tomo I, capítulo 3.
No
ubica el autor que una cosa es inflación y otra aumento de precios. La
inflación es aumento de precios. Pero no todo aumento o disminución de precios
es inflación o deflación. Este error en el que incurren muchos economistas,
algunos sin reflejar tanta ignorancia como en el caso que nos ocupa, crea
confusión y nos aleja de otros problemas.
Es
por ello que, bajo esas premisas el autor se mete en otras ideas erróneas
cuando afirma en la clave 2 que: «de lo que estamos hablando es de
especulación usura y acaparamiento». No ubica el novel ministro que las
inexorables leyes del capitalismo, tan sólidas como las que se cumplen en otras
formas como se expresa la materia, valga el caso de la ley de la gravedad,
conducen a la realización de estas tendencias. La inflación, responsabilidad
exclusiva del gobierno, conduce a una presión de demanda ya que la gente busca
salir del dinero y hacerse de bienes para proteger un tanto sus ingresos. Esa
presión de demanda hace que suban aún más los precios. Esto es, se crean
condiciones para que la especulación se afiance. Recordemos que uno de los
componentes fundamentales de la economía capitalista es el principio según el
cual todo comerciante busca comprar barato para vender caro. Si las condiciones
del mercado le permiten vender muy caro y obtener jugosos beneficios, pues
bien, lo hace. De allí que el principal estímulo de la especulación proviene
del gobierno. Además de que sabemos que quienes han estimulado y hasta
organizado a los bachaqueros son los mismos agentes políticos del gobierno. El
comercio del cemento, para poner un ejemplo, es controlado por el gobierno, su
precio se incrementa en la intermediación a escalas insólitas. En Nueva
Esparta, por ejemplo, un saco de cemento cuesta 2 mil bolívares. Bajo control
gubernamental. 
Sumemos
que, como resultado de la política económica durante este largo período, erosiva
del aparato productivo, se han creado niveles de escasez nunca alcanzados en la
historia moderna de la economía venezolana. A la presión de demanda producto de
la inflación se suma la de esta circunstancia. La escasez, la inflación y la
vigencia de tres tipos de cambio oficiales más el mercado paralelo, hacen que
los precios sean propios de la especulación. La guerra económica la adelanta el
gobierno. No solo es el responsable, también lo alimenta y muchos de sus
agentes le sacan beneficios.
En
las claves número 3 y 4, Luis Salas hace gala de su idea subjetiva en relación
con el asunto de los precios. Desde la perspectiva de Marx el asunto es a la
inversa a como lo aprecia Smith, en el sentido de que el afán de lucro es el
resultado de la función de la producción capitalista. No es el afán de lucro lo
que determina la función de la producción y las relaciones capitalistas. De la
condición objetiva que supone la producción de plusvalía, junto a otras leyes
del desarrollo capitalista como el comportamiento de la cuota de la ganancia,
emerge una forma de conciencia en correspondencia. De tal manera que las
determinaciones del precio obedecen al valor de las mercancías y no al afán de
lucro. Es un hecho objetivo. Sus fluctuaciones obedecen a la relación oferta y
demanda. Circunstancia que, en condiciones normales de una economía burguesa,
se presenta de manera transitoria. Hablamos de una economía productiva.
Remata
en la clave 5 que «La inflación no existe en la vida real». Idealismo
grosero que parece ser burla de lo que viven los venezolanos cuando van a
comprar cualquier mercancía. La.Inflación es una de las formas como se expresa
el incremento de los precios como resultado de la emisión de papel moneda sin
respaldo lo que hace que el signo monetarios pierda su condición de equivalente
universal.
Pero
la incomprensión o ignorancia al respecto lleva a que el nuevo ministro llegue
a la conclusión en la clave 6 de que: «El control de precios en los
mercados es un falso problema porque en los mercados los precios están
controlados: en realidad, cuando los economistas se refieren al control de los
precios como problema, se están refiriendo al control de precios por el
Estado». La ley del valor establece que el precio se determina en torno
del tiempo socialmente necesario para la producción de un bien. Cuando la
fuerza de la oferta y la demanda de un bien se encuentran anuladas, el precio
se sitúa en torno del valor. Por ello la idea del precio justo es una cosa
tonta. En el precio de una mercancía se incluye lo correspondiente al pago del
salario de los trabajadores, esto es, él capital variable en el que invierte el
capitalista; lo atinente a los medios de producción; y la plusvalía de la que
se apropia el capitalista en su condición de dueño de los medios y del proceso
de trabajo y producción. No es el oferente quien determina los precios. Es un
hecho objetivo. Por eso es que la teoría objetiva del valor, cuyos padres son
William Petty, Smith y Ricardo y elevada al mayor rigor científico por Marx,
parte de la premisa de que es el trabajo lo que determina el valor de la
metafísica cancia. No es la idea metafísica cantilista de que el.mejor cado
determina el acrecentamiento de la riqueza, ni la teoría subjetiva que
establece que el precio lo determina la relación de necesidades ilimitadas y
bienes escasos. Pero el mercado se mueve. Momentos en los cuales cae la demanda
caen los precios. Aumenta la demanda en relación con la oferta, los precios
suben. O bien, cuando el desarrollo de las fuerzas productivas hacen que el
valor de los bienes sea menor, porque el tiempo de trabajo socialmente
necesario es menor, el precio de la mercancía cae. Es lo que confunden muchos
economistas con deflación, aunque esta también existe pero sujeta a cuestiones
atinentes al circulante limitado de papel moneda en relación con el volumen de
bienes circulando. Así, mientras en Suiza los precios de las mercancías caen,
producto de la deflación y el incremento de la productividad del trabajo, en
Venezuela contamos con la mayor escalada de precios del mundo, siendo la
inflación de más de 300%. Esto parece ignorarlo el ministro. Seguramente en
Suiza el afán de lucro es similar al de Venezuela, sólo que las leyes de las
relaciones de producción y de cambio, se le imponen a los capitalistas suizos.
Esto es, los precios son más bajos no porque tengan mejor corazón que el de los
nativos.
La
clave 7 resume una falsedad y una justificación. los altos precios pueden
representar una tendencia histórica ciertamente, pero sujeta a políticas económicas
que pueden atemperarla e incluso anularla. Lo que no supone un cambio en las
relaciones de producción. Dos cuestiones que se verían expresadas es que se
eliminaría un mecanismo de mayor explotación del trabajador y, por ende, de
mayor ganancia del capitalista. Que la especulación pudiese ser controlada, no
significa que desaparezca el principio del comercio capitalista de comprar
barato para vender caro. La herencia de un tal modelo y de una intención de la
burguesía parasitaria para que no sea cambiado solo indica su naturaleza
antinacional, con lo cual el regimenchavista ha sido consecuente.
El
corolario de estos escritos es la temeraria conclusión a la que llega en la
clave 13 donde sentencia que: «La guerra económica es la reacción del
sistema capitalista para conjurar el germen socialista que lo amenaza».
Luego de indicar que el praneo es la base del orden burgués, malinterpretando a
Smith y mucho más a Marx, señala el ministro que esta supuesta guerra económica
se ve sustentada en la acción de pranes que crean inflación, escasez y
acaparamiento.
Como
podemos apreciar, Luis Salas, apenas indica un sui géneris conjunto de ideas
acerca de la supuesta guerra económica, una que otra idea de cómo enfrentarla,
pero nada coherente en relación con el diseño de una política para superar la
crisis.
Las
claves 19, 20, 21 y 22, es la reivindicación de los controles al margen de una
política económica de contenido nacional y popular. El subjetivismo e
ignorancia de la ciencia económica, junto con la reivindicación de criterios
que pretender mantener un sistema de controles que afianzan la especulación
profundizan la.catástrofe que vivimos. Los controles deben existir de cara al
crecimiento y desarrollo económico. Control de calidad para que la producción
nacional sea cada vez más competitiva. Control de precios en el marco del
crecimiento sustancial de la oferta de bienes y servicios de producción
nacional. Control de las importaciones y el otorgamiento de dólares
preferenciales para bienes de producción que permitan elevar el producto
interno. Pero el control para el chantaje en un contexto de erosión del aparato
productivo conduce a un incremento de la especulación.
Salir
de este desastre supone antes que nada un análisis riguroso acerca del origen y
naturaleza de la crisis. De allí la posibilidad de definir alguna política
económica. Partimos de considerar que toda política económica conduce al
favorecimiento de un sector de la sociedad en detrimento de otro. En Grecia,
caso emblemático, en medio de una crisis profunda, se asumió una política
económica que busca aumentar la capacidad de crédito para así cumplir con los
requerimientos de la banca internacional que busca asegurarse el retorno de los
créditos otorgados de manera ligera, por decir menos. Se le saca del bolsillo
al trabajador para cumplir compromisos contraídos que para nada se tradujeron
en desarrollo de las fuerzas productivas.
En
Venezuela, amparados en el principio constitucional de alcanzar el equilibrio
fiscal con base en el crédito público, la política económica parece dirigirse
en la misma dirección. Mermados los ingresos petroleros se busca incrementar la
recaudación fiscal tributaria, mientras se aumenta la deuda pública interbna y
externa. Pero no se toma medida alguna que atienda lo fundamental de la
economía. Esto es, no se toma ninguna medida que permita un crecimiento de la
producción, lo que supone una canalización del ahorro social para la inversión
productiva. En ese sentido, el sociólogo Luis Salas parece un buen partido para
darle continuidad a las orientaciones que profundizan el desastre y la entrega
del país al gran capital internacional y favorecen a los importadores,
especuladores y usureros.
Carlos
Hermoso 7 de enero de 2016

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