Yo pensé que la juventud de este país estaba mayormente ida, o mejor dicho, con disposición de emigrar ante la falta de perspectivas que hay de construirse un futuro, de lograr movilidad social, de ejercer una profesión o trabajar para comprar sus cosas, tener una familia, un hogar, una casa, como comúnmente se comenta. Hay quienes dicen que se han ido más de 5 millones de personas buscando oportunidades fuera de Venezuela y se dice también que la mayoría son jóvenes. Pero recientemente me percaté de que no es así.

El 17 de febrero (5 días después de la conmemoración del Día de la Juventud) fui a buscar a mi hija a Los Próceres, a donde acudió con sus compañeros del liceo para celebrar la octavita de carnaval. Cuando llego a la altura del IPSFA (un centro comercial de los militares, lo que da cuenta del nivel de militarización que estamos viviendo los venezolanos) vi que una gran cantidad de jóvenes estaban corriendo. Huían de la zona de Los Próceres hacia Los Símbolos, para allí concentrarse.

Cuando por fin consigo a mi hija, quien todavía andaba con sus amigos, me cuenta los detalles de lo ocurrido. La mayoría de los jóvenes que se concentraron allí no solo lo hacían para recrearse, sino porque querían expresarse contra el tirano, y aprovechaban las actividades carnavalescas convocadas por la Alcaldía de Caracas para desplegar sus mentiras y distraer a los caraqueños de la grave crisis que vivimos, para manifestarse políticamente contra el régimen. Lo hicieron de forma autónoma, a través de las redes sociales. Se autoconvocaron y para dar respuesta a la injusta represión desatada contra ellos el lunes y martes de carnaval, pues esos días los jóvenes solo se estaban divirtiendo como lo hicimos nosotros en nuestra época.

Los chamos de Caracas quieren hacer actos de rebeldía contra la dictadura (quizás no tan políticamente como en 1928 o 1958, por ejemplo). Desean manifestar su descontento con el régimen y la situación que está viviendo el país. La cosa tiene un claro tinte político, de rebeldía e inconformidad, no es una “muchachada” como tal vez piensen algunos. Me cuenta mi hija y sus compañeros que  más 5000 jóvenes gritaban: “Y va caer, y va caer, este gobierno va caer”. La pegajosa consigna se oía en las calles de Los Próceres y alrededores, razón por la cual  los esbirros comienzaron a reprimir con perdigones y bombas lacrimógenas. Si señores, los uniformados de la PNB, los que supuestamente deben “cuidar el orden público y la seguridad del ciudadano» como dicen las mafias gobernantes, son los que generan los “desórdenes”, pues tienen la orden de reprimir toda manifestación de rebeldía que tenga el pueblo y su juventud contra el régimen y que evidencie los anhelos de cambio político.

La expresión de rebeldía y descontento juvenil durante la octavita de carnaval no es apagada con facilidad por los uniformados, ya que la mayoría de los jóvenes se defendía de la represión (cosa que pasó durante dos horas), pues la PNB perseguía a los muchachos desde Los Próceres hasta Los Símbolos, lugar donde los chamos se reagrupaban y seguían con sus gritos contra los represores y voceando consignas contra el régimen.

La juventud rebelde de Venezuela no está de espalda a las aspiraciones de cambio que necesita y anhela toda la población, en especial la de Caracas. La rebeldía de los jóvenes caraqueños está más viva que nunca. Pude observar que tienen mucha disposición a la lucha. Lástima que, al igual que el resto del pueblo, también carece de dirección política que la dirija. Sin embargo, estoy segura que desde su seno saldrá un nuevo liderazgo que oriente la lucha contra la dictadura. Tengo confianza de que así será.

1 COMMENT

  1. Los lacayos del castrismo, anclados en los años 60 del siglo pasado, siempre cuestionaron a los gobiernos de «la cuarta», de AD y COPEI, y constantemente «denunciaban, rasgándose las vestiduras» la represión puntofijista, pero esos mismos miserables con doble moral, llevan
    19 años aplaudiendo la creciente y muy criminal represión del sucialismodelsiglo21, y a la detención arbitraria, a la patada, a los golpes en el calabozo, al ruleteo judicial, los definían como delitos aborrecibles, pero esas mismas o peores actuaciones, realizadas por los esbirros de la GN
    o la PN del régimen dictatorial castrochavista, les parecen muy civilizadas y encomiables. Los que llevan décadas reclamando por «la masacre de
    Cantaura», ahora escudriñan sus propios mocos y ponen en OFF la parte del cerebro que organiza la indignación contra las injusticias, cuando
    ocurre una masacre (sea en un chalet, con 7 asesinados, sea en una Mina de Bolívar, con 18 asesinados). Inventaron que «en la cuarta los pobres
    comían perrarina» (algo absolutamente falso, pues la perrarina siempre ha sido más cara que las pastas, los granos y las harinas), pero niegan con el mayor cinismo que en esta «quinta» la gente escarba en las bolsas de BASURA para poder alimentarse, y los pacientes que necesitan DIÁLISIS, QUIMIOTERAPIA, pastillas para la tensión, etc, deben morir, porque no hay medicinas o no hay el realero que cuestan, cuando aparecen.
    http://www.analitica.com/opinion/masacres-malas-o-buenas-segun-la-doble-moral/

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