¿Qué cuesta desprenderse del protagonismo, del afán de hegemonizarlo todo? ¿Qué cuesta desprenderse de intereses parciales y abrir los brazos a la grandeza? ¿Qué cuesta dejar de priorizar los intereses particulares y abrirse a la  historia que se construye? ¿Qué cuesta evitar la tentación de convertir cada jornada de protesta en un festín de electoral? ¿Qué cuesta convencerse de que no es el momento de candidaturas, partidos (ni siquiera de la MUD)? ¿Qué cuesta?

¿Qué cuesta reconocer la grandeza de la dirigencia política del 58 y la de otros momentos históricos de Venezuela y el mundo, para no actuar en consecuencia? ¿Qué cuesta admitir la urgente necesidad de sobrepasar las mezquindades de las aspiraciones particulares y hacer suyas las aspiraciones de todo un pueblo? ¿Qué cuesta pasar del reconocimiento a la grandeza de una propuesta y vencer el temor de asumirla como suya?

Más de 70 asesinados durante unos 54 días de rebelión democrática que llevan los venezolanos en las calles, cerca de 3000 detenciones, de las cuales 1250 personas aún están privadas de libertad, 350 personas presentadas ante tribunales militares de las cuales han resultado detenidos 180 ciudadanos. Sin contar los caídos en el 2014 y en diferentes momentos de la lucha contra este régimen, así como los centenares de presos políticos y torturados. ¿Eso cuesta?

Sería injusto no reiterar que la responsabilidad por los asesinados durante la rebelión democrática es de la dictadura y sus esbirros, que eso junto con el encarcelamiento por razones políticas, la tortura, el hostigamiento y la represión colocan a esta caricatura de revolución junto a regímenes como el de Franco, Videla, Stroessner, Pinochet y en la ruta de ser juzgada la camarilla dictatorial por crímenes de lesa humanidad.

También sería injusto desconocer que la lucha frente a esta dictadura no traería costos en vidas, salud y libertad; ¡ya las había venido acumulando a lo largo de su desnaturalizada existencia! Pero, podemos acortar el camino  para salir del régimen si se dejara de pensar en los costos particulares y parciales, abriendo el cauce para el levantamiento de una grandísima unidad frente a la dictadura, una unidad superior a la que hoy se resume en la MUD y organizando, en paralelo, la rebelión democrática en cada una de las comunidades mediante la realización de asambleas ciudadanas que dejen instancias de coordinación de las luchas que se dan y las que, sin duda, vendrán.

Mientras la dictadura perviva no habrá espacios a la disidencia, a la democracia, a los derechos humanos, al avance de la sociedad. No habrá elección que valga, por lo que más que una necedad e irresponsabilidad es una actitud que raya en el colaboracionismo con el régimen todo esfuerzo que se haga en esa dirección; constitución de comandos, equipos  de campaña, promoción de candidaturas, etc.

El esfuerzo y la energía de la dirección política de la oposición debe centrase en derrotar a la dictadura, en salir de ella, en darle dirección a la rebelión democrática que se ha extendido lo largo y ancho del país y que se mantiene firme, más allá de la vacilación de algunos dirigentes, más allá de la represión y el terror, levantando vigorosa las banderas de la esperanza de un pronto amanecer en libertad.

La propia lucha contra la dictadura se encargará de hacer que emerjan los líderes de la nueva democracia, de premiar con su reconocimiento el esfuerzo de quienes luchan al lado del pueblo, de manera tal que distraerse en la fraudulenta constituyente, en las elecciones regionales y municipales es oxigenar a un régimen al que pronto, si se actúa con desprendimiento, podremos ponerle el epitafio.

Es tiempo de rebelión democrática, es tiempo de parto; Venezuela está preñada de democracia, así que no esperemos más. Aunque el enemigo esté arrinconado y se sostenga a punta de represión, evitemos que la salida surja por caminos distintos a los de la democracia y el bienestar para todos.

Por ello, insisto en el llamamiento urgente a la dirigencia política a la construcción de un gran Frente de Unidad y Reconstrucción Nacional, con expresión en cada estado, municipio y localidad, así como a la organización del pueblo en Comités de Luchas Democráticas que surjan de la realización de asambleas ciudadanas.

Vamos a hacerlo, los invito a debatir sobre esto y a trabajar, desde ya, en la realización, en cada estado, de una Asamblea de Dirigentes Políticos, Sociales, Gremiales, Sindicales y Comunitarios, amplia, plural, inclusiva, democrática, que haga posible esta propuesta que, en modo alguno pertenece a alguna parcialidad. Es el llamado de la historia, es el clamor popular del que habrá de surgir estrategias e iniciativas de luchas legitimadas por todos, así como la organización a todos los niveles y especialmente a nivel de cada comunidad y, particularmente, un Programa de Reconstrucción Nacional que selle el compromiso con Venezuela y el devenir en los venideros años. ¿Qué cuesta echar adelante esto?

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