«Ustedes no son suficientemente maduros para decir las cosas como son», dijo Greta Thunberg a los representantes de países del mundo en la Cumbre sobre la acción climática el 23 de septiembre de 2019, en la sede de la ONU. Y creo que muchos pensamos lo mismo sobre la capacidad de quienes dirigen los países, sobre decir la verdad o decir lo conveniente y políticamente correcto. La diferencia entre ella y el resto de quienes pensamos esto, es que ella pudo estar frente a los decisores políticos del mundo y no dudó en decirles la verdad.

No es mentira que los líderes políticos apropiados hoy del poder, piensan principalmente en «dinero y crecimiento económico». No es menos cierto que esos son «cuentos de hadas», como la adolescente les dijo en el discurso. Lo sorprendente para el mundo no fue su acertadísimo discurso o lo veraz de sus palabras, sino que sea una chica de 16 años quién lo dice sin miramientos en una reunión donde más de 70 representantes de Estados y al menos 100 representantes de empresas, todos adultos, la escuchaban.

Pero, de este suceso, lo mejor es que esos adultos son responsables de que la realidad del mundo esté como está. Son quienes pueden hacer cosas para que la situación cambie, pero deben tener la disposición política y la conciencia social para ponerlo en práctica. No sabemos si cuentan con esas precondiciones. Pero Greta sí las tiene y las utiliza efectivamente.

Luego de su participación recibió apoyos, pero también muchos comentarios negativos en los que la acusan de ser “utilizada”, de hacer una “actuación” en la cumbre, de no ser suyas las palabras que dijo, sino de “alguien más”, que además, “la financia”.

Vaya afirmaciones las de quienes se atreven a publicar barbaridades, y digo bárbaros, no porque discuta si son falsos o ciertos, o tenga certezas sobre si es genuina la acción de Greta o no. Es bárbaro porque supone estar contra lo que ella plantea. En primer lugar, si estamos de acuerdo con una opinión, aunque la consideremos manipulada, no lanzarían en una campaña de desprestigio de la persona que le pone rostro a ese discurso. En segundo lugar, porque parte de la idea adultocéntrica de que los niños, niñas y adolescentes no tienen por qué meterse en cosas de adultos, y si lo hacen y además las ideas son válidas y coherentes, es porque han sido utilizados, manipulados y expuestos por otro adulto.

Una cosa que debemos tener clara cuando se trata de Greta, quien seguirá su lucha y dará mucho más de que hablar, es que, desde el inicio de su pequeña campaña individual pasando sus actividades escolares los días viernes y apostándose en el parlamento sueco con un cartel manuscrito donde exigía acciones para frenar el calentamiento global, es que ella es una persona con Asperger. Esto, que es una condición del desarrollo y que puede sonar a “enfermedad o limitación”, en realidad es, seguramente, de las principales razones que la impulsan a estar donde está. No se trata de que sea chévere apoyar a una persona por Asperger en sí mismo, sino que está condición le da algunas características particulares que inciden en su lucha.

Una de las características de las personas que son diagnosticadas dentro del espectro autista en el que se encuentra el Asperger, es su capacidad de abstracción frente a situaciones que, en el caso de una persona de su edad sin está condición, tendría dificultades para comprender. El problema del calentamiento global y de la contaminación, es decir, de la destrucción del planeta por la mano humana, es complejo. Son múltiples sus determinaciones, aunque una sola sea la principal. Comprenderlo no es sencillo. Pero Greta, adolescente, lo comprendió.

Otra característica del espectro es la perseverancia o insistencia, por decirlo de alguna manera. Casi siempre las personas que se ubican dentro del espectro, se dedican a temas particulares, es decir, lo estudian, lo investigan, se convierten en expertos en determinados asuntos que son de su interés, pueden ser excéntricos o no, pero cuando algo capta su atención, se dedican a ello. Es bastante probable que eso suceda con Greta. La situación del planeta, del cambio climático, llamó su atención, investigó, estudió y decidió actuar en consecuencia, al punto de consultar a expertos para tener claridad sobre el tema, para poder hablar con conocimiento de causa y además saber cuál es la real alternativa para su superación.

Hay un tercer elemento y es que algunos especialistas de esta área de la psicología, han concluido que la contaminación ambiental tiene una importante incidencia en la existencia del espectro autista, o como se denominaba anteriormente, Trastornos del Desarrollo. Así que tenemos tres elementos fundamentales que influyen en que hoy Greta sea lo que es; que haya logrado llegar a llamar a los adultos políticos que deciden el rumbo del mundo, “inmaduros” e “incompetentes”; y además les haya dicho “¡No los perdonaremos!”.

La tercera lucha

La primera de las batallas de Greta es la lucha es por el cambio climático. La segunda es desmontar la idea de que estar en el Espectro Autista es en sí mismo sea una limitación para desarrollarse. La tercera es aún más complicada. Ella es adolescente, tiene solo 16 años. ¿Cómo se atreve? Dirán algunos. Otros, como se leyó en redes sociales, se preguntan si es a una adolescente a quién le toca dar está pelea. «Ser niño, niña y adolescentes en Venezuela, es muy difícil», dijo hace algún tiempo Carlos Trapani, defensor de los derechos de la infancia. Y tiene razón, pero también es difícil serlo en el mundo entero, con mayores o menores limitaciones, pero difícil al fin.

La voz de los NNA no es tomada en cuenta por el mundo adulto. Pareciera que ser NNA los limita para ser personas o ser ciudadanos. Pero resulta que los jóvenes han comenzado a entender la “traición de los adultos”, parafraseando a Greta. Los NNA cada día son más exigentes de su derecho a participar, a defender sus derechos, a ser respetados en su condición de personas de este mundo.

Resulta ser que la única forma de que los NNA, cuando sean adultos, puedan ser mejores ciudadanos, preocupados por el mundo que les rodea, por sus comunidades, es participando y siendo ciudadanos progresivamente. La ciudadanía se ejerce a partir de la participación. Si los NNA no participan nunca, cómo les pedimos a los 18 o 21 años que lo hagan y lo hagan bien. Esta tercera pelea de Greta es contra el adultocentrismo. Los NNA tienen cosas qué decir, tienen conciencia, pueden hacer valoraciones y como en su mayoría son políticamente incorrectos, hay más posibilidades de que su acción y su palabra tenga más elementos de justicia, humanidad y verdad. Los NNA piensan, tienen ideas, soluciones, ellos también son víctimas y se afectan con los problemas, por lo que desde su mirada siempre tendrán algo qué decir.

La defensa de los DDHH en general termina siendo políticamente incorrecta para quienes están en el poder. Y la lucha por los DDHH de los NNA es políticamente incorrecta para los que tienen el poder en relación con los pequeños, es decir, los adultos. Pero, así como para la gente, ciudadanos, los que no tienen el poder político, la defensa de los DDHH es justa, porque a fin de cuentas son los que cargan en hombros el peso de las decisiones de una minoría «políticamente correcta», para los NNA es justa la defensa de sus derechos especiales porque son quienes cargarán en sus hombros las decisiones de los adultos.

Aplaudo las luchas de Greta, que también son mis luchas. Y le recuerdo a los humanos del mundo, o de este pedacito de tierra que es Venezuela, que cuando un niño, niña y/o adolescente diga algo con lo que no estés de acuerdo, aplaudele su valor de decirlo en una sociedad que los calla, los vulnera y los mata. Y a los niños, niñas y adolescentes les digo: tengo la esperanza de que tomen como suyas las palabras de Greta. «Aquí y ahora es donde trazamos el límite. El mundo se está despertando y el cambio está llegando, les guste o no».

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