Nuevamente el pueblo ha tomado la calle en rebeldía en contra de este régimen fascista y neoliberal, que usa el lumpen como defensa mientras entrega nuestras riquezas al mejor postor.

El pueblo salió a recordarle a los gobernantes que cuando ya no los quieren, se tienen que ir por la buenas o por las malas. El pueblo no tiene nada qué perder, ya le quitaron la salud, la educación, los alimentos… ¿Qué más le pueden quitar? Sobrevivimos todos en Venezuela. Un trauma, una zozobra. Y ante esa realidad, algunos dizque dirigentes nos dicen «calma y cordura», como sin este pueblo no ha sido cuerdo y calmado en los momentos más duros. No solo ofenden al pueblo, sino que se nota que no viven nuestra realidad, porque solo el que padece y sufre está ya hace rato cansado y hastiado de lo que se vive en Venezuela.

La rebelión democrática se volvió sangré, sudor y esperanza. Por toda Venezuela nuevamente el pueblo asumió su rol histórico como lo ha hecho en el pasado y solo aguardo la esperanza de que esta vez no sea confundido y traicionado por los conservadores o reformistas, seudosdemócratas y liberales, que solo quieren con esta rebelión «cambiar todo» para que todo siga igual, un quítate-tú-para-ponerme-yo. Esas aspiraciones no son nuevas en Venezuela. Ya ha pasado varias veces en tiempos lejanos y también cercanos.

Para los conservadores la rebelión es una amenaza que pudiera convertirse en una revolución. Por eso no la estimulan, la frenan, la adocenan, la hacen show y tratan de minimizarla con acciones banales y desgastantes para desestimular al pueblo rebelde. Para los revolucionarios de Bandera Roja la rebelión es un método y un instrumento, es una herramienta para enrumbar a las masas en una vedadera revolución democrática y soberana.

Es necesario reiterarlo para dejar bien en claro quiénes son los que están del lado correcto de la historia y quienes son los oportunistas, revisionistas, colaboracionista y reformistas.

La lucha de las masas en la calle es sin duda heroica y esperanzadora para los que creemos en una sociedad de verdadera justicia social. Algunos ven a esta rebelión como una oportunidad de mero provecho electoral o mediático, algo desdeñable y bochornoso. No son más que traidores del pueblo.

Para que eso no vuelva a ocurrir es necesario la organización. Tener en claros cuáles son los objetivos de las lucha. La organización permitirá la vinculación con otras personas e identificar fortalezas y debilidades. También creará vínculos de solidaridad y intercambios de conocimientos. Eso es mediante las asambleas de ciudadanos u otro instrumento que las masas decidan aplicar para su vinculación. ¿Qué se busca? irrumpir y sacudir el orden establecido. En pocas palabras, que el que Gobierno no tenga tranquilidad y que todos sepan que es posible la rebelión popular y se suman a ella. ¿Qué se quiere? Un cambio de Gobierno y un cambio de rumbo cuantitativo y cualitativo. Que sea el que sufre y lucha el que marque la pauta de lo que es necesario para Venezuela.

Dejar el destino político y social en manos de quienes no padecen ni sufren las necesidades y penurias, es dejar la victoria en manos de traidores y negociadores. Esto ya ha pasado. Por eso es necesario estar claros por qué razón nos organizamos y luchamos. Se busca precisamente la salida del régimen en su totalidad. Sin negociación o acuerdos de cúpulas. Nos negamos a las salidas electoreras para minimizar las lucha. Nos negamos a la criminalización de la protesta.  El pueblo siempre ha salido a la calle a reclamar y protestar, y siempre lo hará mientras no tenga respuesta a sus necesidades y problemas. Marchas, trancas, tancartazos, cacerolazos, tomas, volanteos). La criminalización de la protesta no es nueva pero tampoco la rebelión.  No borremos la historia que hay mucho que aprender de ella.

La Rebelión (subversión, irreverencia, insurgencia,) ha sido el instrumento de los pueblos del mundo para organizarse y luchar en contra de las dictaduras y sus colaboracionistas y en Venezuela no es diferente. También es un instrumento para la defensa de las comunidades frente a los camisas azules en la dictadura franquistas o las camisas pardas de la Alemania nazi, que hoy son los colectivos chavistas, paramilitares que irrumpen con el apoyo descarado de la PNB y la GNB,  y demás instrumentos de persecución y represión que tiene le régimen. El pueblo debe defenderse de estos grupos que van saqueando y destruyendo bienes y servicios, y luego unos seudosrepresentantes del pueblo opositor comparan esas acciones con las del pueblo en rebelión, y confunden como «bochinche» las protestas legitimas y autónomas de la gente. Otros opositores se callan ante ese calificativo, del cual acusa el mismo régimen también. Queda en claro de qué lado de la historia están; se nota que están totalmente ajenos a las penurias y dolores que el pueblo padece.

Junto al pueblo en rebelión, no clasifiquemos ni caigamos en los juegos del poder. A seguir en la lucha organizada y con objetivos claros que nos permitirán obtener la victoria popular y impulsar con esa organización la alhelada reconstrucción nacional.

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