El abandono del país de manera forzada alcanza una escala jamás vista en nuestro país. Salvo la guerra de independencia y la guerra federal, nunca hubo una movilización forzada de venezolanos. Razones políticas, sociales y económicas resultan eufemismos para esconder que se trata de la huida en masa de nuestra realidad, producto de una dictadura que cierra los caminos para el progreso del país. Una dictadura que ha larvado el genocidio a una manera tan sui géneris, que resulta difícil encontrar parangón. Sin haber guerra destruyó al país. El hambre llegó a muy buena parte de la familia venezolana. La muerte de niños por desnutrición se ha hecho cotidiana.

Abandonar Venezuela de manera forzada supone una ruptura. Un trauma. Un dolor. Abandonar la familia, dejar atrás una idiosincrasia e imbuirse en otra. Somos un pueblo. Particular, como todo pueblo. Nos comportamos de una manera. Informales, alzamos la voz, tuteamos, cantamos. El miedo escénico parece no ser nuestro fuerte, somos abiertos. Hasta de nuestra tragedia hacemos un chiste. Pero somos gente de trabajo, de eso no hay dudas.

La idiosincrasia venezolana se encuentra otras culturas. Despertamos descubriendo que somos distintos. Aunque en esencia iguales, provenimos de otras construcciones. Extrañamos lo nuestro. Es natural. Más, cuando no cargamos ninguna elaboración reflexiva. Simplemente salimos por la presión, por hambre, por la inseguridad, por desempleo, por falta de perspectivas; porque no se ve salida, porque la oposición es derrotada, porque el chavismo siembra el escepticismo. Parece aplastar la voluntad de cambio mediante la dictadura cada vez más clara.

Todo supone condiciones para que alguien propenso caiga en un estado depresivo. Lo que explica suicidios e intentos de suicidio de migrantes forzados. De eso hay una larga historia, más cuando esta penosa enfermedad sigue siendo un tanto desconocida muy a pesar de que afecta a un elevado porcentaje de la población mundial. También sucede lo mismo entre quienes quedan. Total, es una pérdida para quien se va y para quien se queda. Deben guardar un luto.

Por su parte, se aprovechan los patronos de otras latitudes de esta circunstancia. Una fuerza de trabajo que se oferta en condiciones tales que permiten la sobreexplotación, es aprovechada de manera clara. Muchas veces de mayor calificación, permite brindar al dueño de algún medio de producción menor salario que el que debe darle a un nativo. De allí que se hace más competitivo el venezolano. Se ve sujeto a una mayor explotación.

Así, ingenieros, enfermeros, entre otros muchos profesionales, trabajan en áreas diversas de mucho menos calificación por bajos salarios, pero más elevados que los que se perciben en Venezuela.

Más penoso es el hecho de muchachas que se prestan a la prostitución. Las venezolanas, con la fama de su belleza que les acompaña, ante la desesperación y el hambre, pueden ser presa de esta opción.

Termina siendo ventajosa para la economía del país receptor esa migración. Fuerza de trabajo barata, calificada, dispuesta a la explotación feroz ante el acoso del hambre. Se convierte en una ventaja comparativa adicional que permite un mayor crecimiento económico al esperado por ese país. Al menos para las naciones a los que más han ido los venezolanos. Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Brasil… En buena medida de elevada calificación, contribuye con el desarrollo de las fuerzas productivas del país receptor. Se destruyen fuerzas productivas en Venezuela. Es una exportación forzada de talento para otros países.

Ya existe una estrategia general entre los exiliados. Sale del país en búsqueda de un empleo quien más condiciones tenga para trabajar. Ya establecida la base, se va llevando a la familia. Al resto. A los que puedan o quieran.

Ya los migrantes venezolanos se reúnen en determinados espacios. Plazas donde se encuentran. Intercambian experiencias. Se despierta la solidaridad de manera espontánea. Se ayudan.

Solamente una fuerza de atracción contraria puede detener a la gente a no irse del país. En unos casos es la familia. En otros el temor a lo desconocido. La esperanza de que las cosas cambien. La conciencia política. Quedarse a luchar para cambiar las cosas.

A la inversa, se dispara un mecanismo de atracción poderoso. El hijo que se va y oferta a la madre la eventualidad de migrar para mejorar sus condiciones. Los hijos más jóvenes o niños que están obligados a irse con sus padres.

La remesa, estrategia económica

Muchas las familias venezolanas que viven a costa de la remesa que les envían desde el exterior. Apenas diez dólares representan mucho más de un salario mínimo. 50 dólares representan un salario elevado. Ya hay quienes no dejan de trabajar por mantenerse en actividad. De cara a la remesa del familiar, el salario es simbólico. Ya son millones de familias venezolanas que viven de la remesa. Las estadísticas así lo podrán corroborar. Se calcula que para 2017 las remesas alcanzaron alrededor de 2 mil millones de dólares.

Este es uno de los resultados de una estrategia económica que parece querer alcanzar el objetivo así el país se despueble. ¿El objetivo? Ganar el tiempo suficiente como para obtener recursos de la minería y así, crear nuevas bases para sostenerse en el poder. Mientras, el hambre campea en el hogar venezolano.

En esta estrategia de la dictaduras parece beneficiarse con este éxodo de venezolanos. Disminuye la presión social. La balanza de pagos ve mejorar el déficit producto de las remesas. La escasez, una de las determinaciones de la presión de demanda, se pudiese hacer menos ostentosa. Aun cuando no observamos evidencias de tal idea. Seguramente la incapacidad gubernamental es tan grande que no logran siquiera adecuar el mercado aprovechando la ventaja que supone que haya cerca de 2 millones menos de demandantes.

El Gobierno se aprovecha del exilio masivo en el sentido político. La disminución de la presión social supone un atemperamiento de la cuestión política. La inmensa mayoría de quienes migran son opositores al régimen. Muchos jugaron un papel protagónico en las rebeliones del año 2014 y 2017. Lo que explica la morigeración de barreras para la entrega de pasaportes y demás requisitos.

La migración debe ser atendida con el rigor del caso. Debe ser motivo para la acción política. Convertir la migración en una fuerza contra la dictadura. Fuente de denuncia, de elevación de conciencia y de organización. El migrante debe buscar a sus compatriotas y crear instancias para la solidaridad y atención social y jurídica. El migrante debe tener como objetivo el regreso a la patria para contribuir con el derrocamiento de la dictadura. Mientras, ser activista en la denuncia y propagadores de nuestro inconfundible gentilicio.

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