El MACC muestra desde 1973 en su fachada, el logotipo diseñado por Gert Leufert, precursor del diseño gráfico en Venezuela. En la hermosa estructura arquitectónica compuesta por 11 salas para exposición, se mostraban, catalogaban y conservaban alrededor de 5.000 piezas de grandes artistas nacionales e internacionales como Picasso, Léger, Kandinski, Warhol, GEGO, Marisol, Borges, Soto, Miró, por nombrar algunos.

Recientemente, Sergio Monsalve, presidente del Circulo de Críticos de Caracas denunció a través de un artículo publicado en el Observador Latino, que el MACC, conocido internacionalmente como Museo de Arte Contemporáneo Sofia Imber, y ahora nombrado Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Armando Reverón, cerrará sus puertas definitivamente por el deterioro producido por la falta de mantenimiento y de recursos. La humedad, filtraciones y falta de iluminación adecuada llevaría al cierre definitivo de la ultima de las salas en actividad. Se desconocen cuantas obras de arte han “desaparecido”. A saber, las substracciones comienzan en 2003 con Odalisca con pantalón rojo de Matisse, valorada en más de 10 millones de dólares (recuperada). No así piezas de Jesús Soto, Henry Moore, Jasper Johns, Luis Barba y otros artistas, solo desaparecieron.

Durante casi 21 años hemos sido testigos de la decadencia progresiva de la producción y el patrimonio cultural de nuestro país. En Venezuela se ha demostrado que en ocasiones el gobierno cambia las balas por votos para someter al país. Lentamente se desvistió la dictadura, desarrollando mecanismos sofisticados de dominación. Incluye la producción cultural engendrada por agentes dedicados a la producción simbólica para la cultura de masas, que construye un imaginario participe en la instalación del modelo autoritario que hoy desgobierna.

El régimen asegura la delimitación entre alta cultura, entendida como la actividad de museos y galerías, y la cultura popular; consolidando conceptos elitistas sobre el arte y una cultura sometida al proyecto político de la tiranía.

El chavismo ha forjado una identidad cultural, con patrones ideológicos definidos. Afianza su identidad política, ideológica y religiosa sobre un falso socialismo, con base en el deterioro progresivo de los derechos civiles, la corrupción de los poderes, el acoso a los periodistas y el cierre de medios de comunicación, el lenguaje despectivo, la infantilización del mensaje, entre otros. El discurso cultural oficial responde a la promoción del folklore y el arte acrítico, sobre todo de tema nacionalista y tradicional, a la depuración ideológica de los espacios e instituciones culturales, al desmantelamiento de las universidades, a la exclusión de los artistas, curadores, críticos y creadores opositores.

El Museo de Arte Contemporáneo de Caracas guardaba una de las colecciones de arte más valiosas de América Latina. Fue el primer museo venezolano en ofrecer una biblioteca especializada en artes visuales y exposiciones para personas con discapacidad visual. En el circuito generado entre el MACC, la Galería de Arte Nacional y el Museo de Bellas Artes se desarrolló el turismo cultural más importante de Sur América.

Somos seres icónicos, creamos y utilizamos la imagen porque es nuestra forma de ver el mundo y entenderlo. Las artes se constituyen en símbolos, con los cuales una sociedad se siente identificada. Cuando un régimen los destruye, pretende infundir terror y extinguir la idiosincrasia de un grupo social, y en el peor caso desaparecer culturas enteras. Lo hicieron los europeos en la conquista de América, los invasores en Cartago, los talibanes en Palmira y en el museo de Mosul, el nazi Goebles con la quema de libros o los egipcios con algunos faraones.  Simboliza el triunfo de un sistema sobre otro, del vencedor sobre el vencido. El poder se implanta por la apropiación y la destrucción de los referentes, demostrando su superioridad.

Destrucción de la memoria, damnatio memoriae.

El 21 de Julio de 356 a.C Eróstrato, a quien le aterraba desvanecerse en el olvido, prendió fuego al templo de Artemisa, una de las 7 maravillas del mundo antiguo. Como castigo las autoridades de Éfeso intentaron borra su nombre de la historia, pero no lo consiguieron. Así nació el erostratismo: manía que lleva a cometer actos delictivos para conseguir renombre. Algún parecido con esta realidad, no es pura coincidencia.

Museos, galerías y bibliotecas resguardan nuestros tesoros culturales, nuestras memorias y la belleza de la creación humana. El arte es enemigo de las dictaduras, representa un documento de la historia de una sociedad. Pueden exterminar a una generación, pueden destruir nuestras casas y seguro nos levantaremos de nuevo. Pero si permitimos que la barbarie asole nuestros logros, nuestra historia, será como si nunca hubiera existido.

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