Tania tiene unas trenzas tejidas en su pelo largo. Una cara tostada, india, de mujer y madre trabajadora. «Trabajo en mi casa. Me dedico a la costura y bordados, básicamente soy ama de casa y trabajo en el hogar». Su voz es dura. El dolor que siente la hace pronunciar cada palabra con la rabia de la impotencia. A su hijo de 19 años lo hirió la Faes a balazos el 22 de enero, cerca de la media noche.

«VEAN LA LUNAAAAAAA ESTÁ SUPER CANDELA», escribió Alejandro Benavides en su Facebook a las 8:35pm de ese martes. Como un presagio, advertía el fuego que, tras decenas de barricadas, se extendía sobre Caracas esa noche, luego de dos días de intensas protestas protagonizadas principalmente en zonas populares de la capital venezolana. El Valle, donde vive su novia, no fue la excepción. Esa noche, una inmensa luna llena daba luz a las calles de la ciudad.

La protesta contra el régimen de Nicolás Maduro, tras su juramentación en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) el 10 de enero, había empujado a un pequeño grupo de militares de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) a insurgir. Se atrincheraron durante varias horas de la madrugada del 21 de enero, en la Unidad Especial de Seguridad Waraira Repano en el barrio Cotiza, y desde allí llamaron mediante videos a la población a apoyarlos, pero tras un despliegue de las fuerzas militares y policiales del Gobierno, se entregaron. La barriada caraqueña desde donde insurgieron se lanzó a la calle a respaldarlos pero fue inmediata y duramente reprimida.

Las manifestaciones se extendieron durante el día y hasta la madrugada siguiente por toda la empobrecida zona caraqueña de Catia. “No quiero bono, no quiero Clap, lo que yo quiero es que se vaya Nicolás (Maduro)”, gritaban. Se resistían a volver a sus casas. Nicar Bermúdez Muñoz, de 32 años, fue la primera asesinada en la noche del 21 de enero, presuntamente a manos de un miembro de un colectivo oficialista. Alixon Osorio Dos Santos Pizani, de 19 años, y Stefany Maholy Jajoy Natera, de 20 años, fueron las siguientes víctimas la madrugada del 22 de enero tras intervención policial contra las enardecidas protestas. Ambos fueron llevados al hospital Periférico de Catia con heridas de bala en sus cuerpos. Murieron allí.

Alejandro Benavides tiene apenas 19 años. Su mamá, Tania, dice que ya terminó el bachillerato y que ahora trabaja como DJ. Su Facebook muestra a un chamo dedicado profesionalmente a ponerle música a fiestas de Caracas. «Desde chiquito practica fútbol, artes marciales»… y advierte luego: «Básicamente no opinaba sobre política, para no involucrarlo».

Póster de una de las fiestas que planeaba animar como DJ este 25 de enero

El 22 de enero en El Valle cientos de jóvenes hicieron barricadas desde la calle Cajigal hasta la calle 14. A las 9:00 pm un estruendoso cacerolazo contra el Gobierno de Maduro contagió a los habitantes, quienes por centenares salieron a las calles a cerrar las vías con escombros y basura a la que prendieron fuego. Alejandro estaba en la calle 14 con su novia, cuñado y algunos amigos. No había ningún dirigente político opositor cerca.

«Él no salió de mi casa para ninguna manifestación, el salió para donde su novia. Como la calle estaba tan alborotada, le dije que no inventara, que se quedara tranquilo», dice Tania. El ambiente en Caracas estaba sumamente tenso desde el 21 de enero. Ese martes los heridos, detenidos y muertos por manifestaciones plenaban titulares en medios digitales independientes. Las organizaciones de DDHH comenzaban su sistemático conteo de violaciones. A las 11:40 pm llegó la Faes (Fuerza de Acciones Especiales de la Policía Nacional Bolivariana).

Daniel García, habitante de El Valle, entrevistó a la mamá de Alejandro en el Hospital Universitario de Caracas (HUC). Aunque no son sus vecinos, fue cerca de la calle donde García vive, el lugar en el que balearon al joven Benavides. Un video difundido en redes sociales muestra el momento en que el muchacho es recogido del suelo por otros manifestantes tras recibir al menos un impacto de proyectil.

«Al chamo lo hirieron cerca de las 12 de la noche, pero llegó al Clínico (HUC) como a la 1 am», detalla García. Tania le explicó que cuando la llamaron para decirle que a su hijo lo habían herido, se molestó mucho, pero con el joven. «Yo dije que no me iba a mover de la casa porque de perdigón no tienen que llevar a nadie al hospital». Sin embargo, cuando vio el video en el que muestran a Alejandro herido, se dio cuenta que era una bala lo que le sobresalía de la espalda. «Ahí sí corrí, a esa hora, a las 12 de la noche y sin transporte desde la Nueva Granada (donde vive la familia)».

«Los pendejos»

Los vecinos ayudaron a Tania a llegar al Hospital. Minutos antes, la novia de Alejandro había llamado para decir que tenían que meterlo a quirófano y como ella es adolescente, necesitaban el representante del joven para intervenirlo. «Cuando llegué al hospital, resulta que no era una bala, sino dos. Una en la cabeza y otra en el estómago», recuerda Tania con voz quebrada.

«Pagan los platos rotos los más pendejos. En este caso pagaron él y su cuñado (también herido), y los demás también», dice la madre. Por eso ha decidido «no opinar nunca en política». Es de ese segmento de la sociedad venezolana que ha escogido no involucrarse. «¿Mi opinión sobre el Gobierno? Sin comentarios. No me involucraba en política para no figurar. Yo prefiero no opinar en política, porque esta es una lucha política. Supuestamente, al margen de ambos, pero igualmente fui afectada», lamenta.

Según la cifra que maneja la ONG de Derechos Humanos Foro Penal el 23 de enero de 2019, el día después de haber sido herido Alejandro, fue el cuarto día con mayor número de detenciones arbitrarias durante manifestaciones en Venezuela desde 2002, con 369 detenciones arbitrarias en su mayoría en zonas populares.

De acuerdo con Efecto Cocuyo, entre el 21 y el 27 de enero y en 12 estados del país han sido asesinadas 44 personas, principalmente jóvenes (varios adolescentes) luego de la violenta represión. Solo en el Distrito Capital efectivos policiales y militares asesinaron a 12 personas. Todos murieron por balas disparadas principalmente por la Faes, cuerpo policial responsable de al menos 13 muertes de acuerdo al registro de la ONG de derechos humanos Provea.

Sin perdón

Sin embargo Tania, con voz de impotencia, no habla de rencor. Tampoco habla de perdón. «Arriba hay un Dios que para abajo todo lo ve. Recuerden que son hijos y deben tener hijos. En esta vida todo se paga. Lo que aquí se hace, aquí se paga», les increpa a quienes le dispararon a su hijo.

El 23 de enero, una multitudinaria concentración en Caracas y en las principales ciudades del país recibía entre júbilo y sorpresa la juramentación de Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional (AN), como Presidente Encargado de Venezuela, tal como le faculta el artículo 233 de la constitución al cual apeló para asumir la jefatura de Estado. Ese día, los médicos luchaban por salvar la vida de Alejandro Benavides, de su cuñado y de varios jóvenes heridos de bala durante las dos noches anteriores, en medio de la represión gubernamental.

Luego de la manifestación, zonas populares como Palo Verde, Petare, La Vega, Catia, El Amparo y San Martín, se llenaron de barricadas y cauchos incendiados. La noche de ese 23 de enero también fue de protestas, saqueos y fuerte represión, que siguió incrementando la cifra de muertos, heridos y detenidos. El Valle nuevamente fue escenario de protestas de cientos de jóvenes en la misma calle en la que hirieron a Alejandro Benavides.

Cuando Tania llegó al hospital, encontró a su hijo consciente. «Me dijo: ‘Tranquila que yo estoy bien’«. Su sorpresa llegó luego de la operación, cuando los médicos le explicaron lo que ahora padece. El joven perdió un riñón. «Gracias a Dios y a los amigos de su trabajo, del liceo, todo el mundo se ha abocado y nos han colaborado bastante. Ahora es urgente la Vacuna Neumo 23 valente y la Hidrocortisona«. Los médicos no han confirmado ningún pronóstico pero algunos han señalado que a pesar de que el joven ha reaccionado bien al tratamiento, probablemente tenga que tomar medicina de por vida. Alejandro Benavides tenía planes de irse del país este 2019.

Foto principal: Pasillo del piso 5 del HUC donde está Alejandro Benavides

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