Las leyes de la economía capitalista, a pesar de que se evidencian una y otra vez, no pueden ser domeñadas desde la perspectiva antinacional y antipopular. La mejor expresión de lo que afirmamos, son las crisis cíclicas. Muy a pesar de Keynes y sus desarrollos y aportes a la política económica burguesa, las crisis cíclicas se presentan con una regularidad que pueden ser previstas por el tiempo transcurrido. Cada 8 a 10 años aparecen de manera clara y cada vez más graves.

El incremento de la composición de capitales, así como la cuota de la ganancia (G’), también observan un desarrollo imposible de ser obviado. Crece la composición de capitales y más temprano que tarde, cae G’. La competencia capitalista lleva a que cambie la relación entre el uso de nuevas máquinas -cada vez más avanzadas, que absorben crecientes volúmenes de materias primas y auxiliares-, y el trabajo humano. Desciende el trabajo humano en relación con los medios. Más medios de producción, menos fuerza de trabajo. Luego, ello se manifiesta en que caiga el rendimiento de los capitales en una u otra rama de la producción, hasta hacerse tendencialmente generalizada en una economía concreta, hasta abarcar la economía mundial.

De otra parte, el desarrollo de la composición de los capitales, siendo una tendencia dominante, aún sin dejar lugar a dudas, se ve frenada por los intereses del capital de una manera clara, en condiciones del imperialismo. Lo que convierte a esta, la última fase de las relaciones basadas en la propiedad privada de los medios de producción, en un período en descomposición.

Es así como el comportamiento a la baja de la cuota media de la ganancia, se convierte en un acicate de tendencias que permiten frenar su caída. Base objetiva de las contradicciones políticas internacionales.

La presión a la baja del salario, el incremento de la explotación obrera, la ampliación del mercado mundial, la búsqueda de materias primas abundantes y cada vez más baratas y el mercado de deuda y la especulación financiera, resumen las condiciones, refugios y tendencias que permiten frenar la caída de G’.

Lo que explica la agudización de las contradicciones entre las naciones imperialistas. Así como la lucha por áreas de influencia en manos de una u otra potencia. Cada potencia busca arrancar la condición de dependencia de un país en relación con un imperialismo para hacerlo propio.

Economías con obreros más baratos que los propios de cada economía imperialista, propicia la relocalización de capitales. Materias primas baratas se convierten en polo de atracción de capitales. Cada economía se ve como ampliación del mercado de un imperialismo u otro. La deuda pública de cada país y nación se convierte en la guinda.

Además, cada imperialismo busca que el rival no se haga de ninguna ventaja ni que le quite las geografías y economías conquistadas.

La pugna se agudiza. No niega la articulación de capitales pero sí de la lucha por los controles y nexos de dependencia hasta hacerlos propios. Cada área de influencia es protegida. La celopatía aparece, buscando proteger los nexos con una economía frente a un rival. Se condicionan los acuerdos políticos. Se protegen Gobiernos de un signo u otro. Todo en medio de la agudización de contradicciones por mercado, materias primas y obreros baratos.

La política

Aquello de que las condiciones objetivas determinan comportamientos políticos, se expresa de manera clara en este asunto del comportamiento de la cuota media de la ganancia y las expresiones del imperialismo. Desarrollos que van a conducir inexorablemente a la agudización de la tendencia guerrerista y su realización en distintos puntos del planeta. Apuntando a una nueva conflagración mundial.

Y es que la agudización de las contradicciones entre las potencias imperialistas, obedecen a cuestiones objetivas. Estas determinaciones parecen suficientes como para que las posiciones políticas de los imperialismos, sobre todo los que se disputan la hegemonía planetaria, puedan ser explicadas.

Todo lo anterior permite comprender cuestiones de nuestra realidad contemporánea mundial y nacional.

Es el caso de la guerra comercial desatada por EEUU bajo mandato de Trump. Quienes propagaron la idea de que este sujeto estaba descolocado psicológicamente y que actuaba motu proprio, ya podrán percatarse de que es un hombre de estos tiempos en favor de los intereses del imperialismo estadounidense.

Trump, vistas así las cosas, se nos aparece como un agente más del imperialismo yanki que busca apuntalar tendencias y desarrollos para recuperar la hegemonía mundial hoy en disputa.

Xi Yin Ping y Putin, nos resultan personalidades correspondientes con la ambición del imperialismo que representa cada uno. El primero apuntala las tendencias antes dichas, para frenar la caída de G’, como resultado del encarecimiento de la fuerza de trabajo china. De manera coaligada, chinos y rusos, buscan, por todos los medios, apuntalar estas tendencias antes indicadas. Una ruta – una franja, supone una ampliación sin precedentes del mercado mundial de signo asiático, uno de cuyos puntos bisagra lo encontramos en el Caribe en el puerto de Mariel (Cuba) y el proyectado canal de Nicaragua. Las costas venezolanas, cabeza de playa para Sudamérica.

Desaparece la fantasía de algunos de que la amistad de Putin y Trump puede conducir a un acuerdo que permita superar la conflictividad entre estas potencias.

Las pugnas y Venezuela hoy

Se hace más nítida la cosa. Las contradicciones interimperialistas y los realineamientos de uno u otro país con sentido nacional o definitivamente semicolonial de una u otra potencia, alcanzan desarrollos inusitados. Turquía resulta un emblema.

En medio de esta realidad, aquello de que sobre las estructuras de las sociedades se erigen las formas políticas y culturales, alcanza un desarrollo cuyas manifestaciones son diversas y muchas veces originales. Entre otras cosas, aparecen formas de dominación sui géneris. El caso de Venezuela es un buen ejemplo. De allí podemos ver algunas cosas que suceden en nuestro país, como la de una eventual negociación del Gobierno con una oposición.

Se dice que existe la capacidad como para sentar a los factores en disputa. Nacionales, Gobierno y oposición. Así como internacionales, EEUU y Unión Europea, por un lado. China y Rusia, por el otro.

Descuidan muchos, a la hora de ubicar esta perspectiva, los asuntos objetivos antes indicados. Además, el Gobierno, a toda costa, trata de ganar tiempo. Con todo y los problemas, cuenta con la perspectiva china y rusa. La política económica afianzada en las nuevas medidas cuentan con esta orientación.

El Gobierno dictatorial ciertamente tiene muchas debilidades, sobre todo en el terreno económico y de legitimidad. Pero cuenta y sabe administrar la potencia que representa el apoyo de China y Rusia, cuyo bloque pugna por afianzarse como el hegemónico mundial de estos tiempos, para lo cual trata de preservan a toda costa las áreas de influencia conquistadas.

Caro le sale a nuestro país esta entrega hecha por el chavismo a este bloque imperialista. Hipotecaron nuevamente nuestro futuro. Todo en aras de mantenerse en el poder y seguir afianzando las relaciones sociales basadas en la explotación del obrero y la dependencia del imperialismo.

Algo debemos sacar de allí a la hora de validar o no tal negociación. Aunque siguen prevaleciendo las mismas consignas, una de ellas: ¡fuera el imperialismo! de cualquier signo.


Tomado de Efecto Cocuyo

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