La fundación de Bandera Roja es la continuidad, y también un nuevo inicio, de una tradición en su sentido filosófico. De una ética que coloca el principio de los intereses de la revolución como guía de su comportamiento político. Y pone su confianza en la ciencia del materialismo dialéctico que se desarrolla y realiza en la lucha por el cambio revolucionario hacia el socialismo y el comunismo.

Es la continuidad de la tradición del movimiento comunista internacional, que ya es suficiente motivo. Esa que nace con la Primera Internacional, que se va forjando con el pensamiento de Marx y Engels. Con las tesis que sientan las bases del materialismo dialéctico e histórico. Con la configuración de la ciencia económica que nos permite desarrollar una política de manera consciente. Con esa herramienta que permite que no marchemos ciegos cuando definimos la política. Que nos permite hacer valer eso del análisis objetivo de la realidad: cumplir con el análisis concreto de la realidad concreta. Pero también el marxismo nos permite ubicar las determinaciones subjetivas de la realidad. Vernos a nosotros mismos dentro de esa realidad, ubicando nuestro comportamiento luego de estudiar las tendencias y desarrollos con la antelación del caso.

Pero también es el inicio de una nueva tradición en la formación de los partidos políticos venezolanos. Y es que es concreta nuestra formación como partido revolucionario. Somos fruto del combate a las tesis pacifistas y claudicantes del PCV y del MIR. Partidos que, luego de participar en la lucha revolucionaria, asumieron las tesis expresadas por el revisionismo jruschovista, después del golpe de Estado y el asesinato de Beria, eventual sucesor de Stalin en la dirección del partido y del Estado soviéticos.

Esa tradición cuenta con algunas determinaciones que es necesario recrear.

  • La primera, a partir de la cual se desarrollan las demás, es el férreo compromiso con la causa de los trabajadores. Es un asunto ideológico. Es un compromiso tan férreo que llevó al sacrificio hasta de la vida de buena parte de los cuadros fundadores del partido. Tan sólido, que se convirtió en un pilar que sirve de ejemplo para las futuras generaciones. Más cuando ese sacrificio se realiza en la asunción de tareas vitales para la vida del partido. De su funcionamiento y de su vida orgánica: en la guerra revolucionaria o en actividades en la clandestinidad.

Ese compromiso también nos permite aferrarnos al camino revolucionario. Por eso Bandera Roja nace enfrentada al revisionismo moderno. Nos enfrentamos a aquella realidad sintetizada en la breve expresión “socialismo de palabra imperialismo de hecho”. Sin aún avizorar que en nuestra Venezuela se repetiría, aunque de manera mucho más vulgar, la misma sentencia: socialismo de palabra. Solo de palabra. De allí se levanta la estafa más grande de nuestra historia, devenida en dictadura de mafias pero que sigue apelando al “socialismo”.

Es la relación dialéctica entre el compromiso y la aspiración por un mundo mejor con la conquista y asunción de un basamento científico. Solamente ese sustento ideológico, que brinda el compromiso, es lo que permite la aproximación científica que no hace concesiones teóricas a la ideología dominante.

De esa manera, es el compromiso revolucionario lo que crea una sólida organización enfrentada de manera radical al orden imperante, aun en medio de la derrota que sufriera el movimiento revolucionario para el momento. Así, tomamos las banderas de esa epopeya que supuso un intento serio de “tomar el cielo por asalto” por buena parte de lo más granado de la juventud venezolana.

  • Es ese compromiso lo que nos acerca a la cuestión teórica. No puede ser de otra manera. La asunción del marxismo leninismo se hace de manera rotunda. Prueba son los desarrollos en relación con la caracterización de la sociedad mundial y de la sociedad venezolana. Cada situación concreta no solamente es analizada de manera rigurosa, sino que también nos adelantamos y dibujamos las tendencias.

En definitiva, ese compromiso es el que va a permitir asumir la doctrina marxista, la ciencia de la dialéctica, de la economía política y del socialismo científico para definir las tácticas correspondientes a cada circunstancia histórica. De allí que nuestra historia esté cruzada por un continuo que cuenta con hilos conductores tremendamente sólidos. El compromiso es el mismo. La solidez teórica se alimenta. La perspectiva estratégica se mantiene. Todo ello, independientemente de que debamos entrar de lleno en ese sinuoso camino de la política, de la maniobra, siempre aferrados a los principios de quienes luchan por el socialismo científico, cuestión que nunca hemos escondido ni siquiera en las alianzas más controvertidas a que nos hemos visto obligados.

De allí nace la confianza que nos acompaña en todo momento. Es ese optimismo, resultado de la convicción que tenemos en el desarrollo y realización de las leyes y principios que conducen al cambio revolucionario, lo que alimenta nuestro espíritu. Lo que no anula para nada la acción revolucionaria, la iniciativa política y la habilidad y amplitud unitarias. De allí el criterio marxista de no esconder nuestros propósitos. Mismos que algunos en nuestro seno se avergüenzan de exponer abiertamente.

  • De allí que la iniciativa y la audacia política se expresen en cada situación concreta. En cada coyuntura hemos jugado un papel destacado, independientemente de que nos acallen los medios. Sumémosle las limitaciones que al respecto es natural que tengamos. Esa es la tercera dimensión de nuestra tradición. Por eso debemos afianzar al partido como un destacamento para el combate político, la lucha de clases, la defensa del interés nacional y del pueblo venezolano y de todos los pueblos del mundo.

La unidad como principio. La unidad de todos contra el enemigo principal en cada caso. Hasta la configuración de la unidad de las clases explotadas y oprimidas en la salida revolucionaria hacia la edificación del nuevo poder socialista.

De allí que los principales dirigentes de Bandera Roja, quienes brindaron sus vidas por la causa del socialismo científico, no lo hicieron de manera ciega. Esa es la diferencia entre quienes caen por un ideal, de quienes caen con el mismo coraje y más, con un ideal que los hace conscientes de la naturaleza de su muerte. No le resta un ápice al otro tipo de muerte cuando la causa que lo guía es noble. Qué decir de quienes son víctimas de la confrontación ciega fruto de la contradicción entre las potencias imperialistas.

Ésa es nuestra referencia. Por eso, esas tres dimensiones sirven de base también para ubicar claramente el enemigo interno. Aquel que a momentos se presenta agazapado. Que muchas veces, como Yago, siembra o busca sembrar discordia. Busca dividir. Busca sembrar ideas ajenas al marxismo leninismo. Sobre todo, destila ese espíritu pragmático que consigue, a momentos, mucha eficacia. Las discordias para emponzoñar y servir a intereses ajenos a los que han sido tradición en Bandera Roja. De allí vienen esos que, a momentos, por unas migajas, han buscado cercenar el espíritu revolucionario de Bandera Roja.

Buscan cambiar su método. Sus símbolos. Unas veces bajo el argumento de que se hallan anquilosados. En el fondo, buscan cambiar la hoz y el martillo, expresión de la unión del campesino con el obrero, por el cuerno de la abundancia.

Aun así, en las actuales condiciones, esa tradición de Bandera Roja no se ha movido un ápice. Ésa es su naturaleza. Permanentemente amenazada por aquello de la lucha de clases en el seno del partido. De allí la necesidad de la formación, el adoctrinamiento y, sobre todo, el compromiso por mantener una tradición que bastantes muestras de sacrificio han dejado en el camino.

El largo episodio chavista, catástrofe más exactamente, ha permitido evidenciar el talante de Bandera Roja. La capacidad de análisis, expresada en los adelantos que formulamos en 1998, aun antes de la asunción del poder por parte de Hugo Chávez, una vez más se puso de manifiesto. La caracterización del régimen, la estafa que significaba, la naturaleza liberal de sus políticas. Pero de igual manera, permanentemente, hemos estado en la primera línea de la pelea, con iniciativas y orientaciones políticas que han hecho vacilar a quienes enfrentan el régimen, pero no logran ubicar su naturaleza y debilidades. Con una profunda confianza en las masas, hemos formulado tácticas cuya realización han colocado en evidencia, en todo momento, la justeza de nuestra política.

En general, desde que en Venezuela aparece esta política liberal con ropaje socialista, junto a la llamada globalización y un tanto más adelante la posmodernidad, Bandera Roja fue y es vanguardia en su enfrentamiento teórico y práctico. Hoy resulta fácil para muchos comprender que se trató de una circunstancia que produjo esa política destructiva de fuerzas productivas materiales en su máxima expresión. Ayer, Margaret Thatcher en Inglaterra, Ronald Reagan en EEUU y Augusto Pinochet en Chile la inauguran. Hoy Brexit, Trump y el pueblo chileno dan al traste con la religión sobre cuyos cimientos se erigirá una recreación de ideas burguesas en materia filosófica, económica y social. Allí estamos prestos para desenmascarar esa nueva ofensiva en ciernes.

Pero también, en este período, se puso en evidencia, una y otra vez, el respeto a los principios de la política unitaria. Misma que nos acercó a partidos que nada tienen que ver con nuestra filosofía, nuestro objetivo histórico ni nuestra naturaleza de clase. Nos unimos a estos factores por la firme convicción de que los males creados al país y a la mayoría de su gente, demandan de una rápida salida de una dictadura de mafias que para nada importa la vida de los trabajadores sino la preservación del poder a toda costa. También nos unimos porque un paso de avance en la historia, la superación de este escollo nos aproxima a nuestros sueños de siempre.

Las actuales circunstancias, que demandan de la mayor voluntad por adelantar una salida a partir de la rebelión, representan un reto más en nuestra trayectoria revolucionaria. La unidad y la construcción de una dirección política capaz de orientar la rebeldía popular, de aprovechar esa poderosa fuerza material que representa el descontento de la gente por la hambruna, los bajos salario, la inflación, los malos servicios públicos, entre otros males, es tarea en la cual Bandera Roja se compromete siendo fiel a su tradición.

El apoyo brindado a Juan Guaidó es un aspecto cuya justeza acaba de ser corroborada con el arrebatón dado por la dictadura. Es correcta la política de brindar apoyo a quien encabeza un poder alterno que no ha podido derrotar el gobierno mafioso.

Rememorar a nuestros héroes y mártires es asumir las tareas del momento por el derrocamiento de la dictadura. Es aprovechar toda esa experiencia acumulada, esa tradición revolucionaria en momentos de tanta confusión y, sobre todo, de evidentes carencias políticas que podemos cubrir con nuestra templanza y sapiencia. Debemos partir de ese principio ético de colocar los intereses superiores por encima de las cuestiones particulares. Debemos ser fieles a la idea de que las perspectivas hacia el cambio revolucionario demandan de posturas concretas en cada momento, inscritas siempre en los objetivos estratégicos. Debemos confiar en el proceso ininterrumpido hacia la transformación revolucionaria de la sociedad, por lo que este presente termina siendo un soplo de brisa que nos acerca al salto cualitativo de la revolución.

Ese es el mejor tributo que podemos brindarle a quienes abonaron el camino con su vida. Bandera Roja es un partido. Por tanto, es una forma de conciencia orgánica. Esto es, una asociación libre de seres humanos dispuestos a luchar por la transformación revolucionaria de la sociedad. Es una tradición prendida en la conciencia de un grupo de hombres y mujeres que la heredarán y la harán carne en la lucha por un mundo mejor. No tiene dueño. Trasciende a sus integrantes, aunque no los niega. Hay un liderazgo histórico. Dignos representantes de esa tradición. Hagamos bueno el compromiso por mantener firme la lucha revolucionaria y las banderas rojas del socialismo científico.

1 COMMENT

  1. Más bien una consulta, es lícito desde el punto de vista marxista apoyar a Juan Guaido quien claramente aparece apoyado por el gobierno norteamericano. Esto en relación a que nosotros en Chile manejamos una célebre frase de un político democratacristiano, Radomiro Tomic: » cuando se gana con la derecha es la derecha la que gana». Lo que podríamos traducirlo, cuando se gana con el imperio es el imperio el que gana.

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