A casi dos meses de implementarse el paquetazo-tablazo de medidas fiscalistas y monetaristas de Maduro, aplicadas con el pretexto de abatir la inflación y recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores, ha quedado evidenciado en los hechos que el paquete madurista fracasó y que sus únicas víctimas son los trabajadores y el pueblo. Ni los dueños del capital financiero, los monopolios, oligopolios e importadores, ni la casta político-militar que gobierna, están siendo afectados por este programa de rescate impuesto por el imperialismo chino.

Sin consultar con los trabajadores ni reparar en formalidades y procedimientos, el régimen, arbitraria e ilegalmente, modifica unilateralmente las condiciones de trabajo, imponiendo un tabulador único que comprime todas las escalas de sueldos y salarios, desconociendo todas las convenciones colectivas y borrando de un solo plumazo casi 70 años de luchas laborales, reivindicaciones económicas, sociales, profesionales y sindicales.

Pero también se sacrifica a toda la educación. Las escuelas y universidades sufren la diáspora de alumnos y docentes por la ruina a que las somete el gobierno, con presupuestos deficitarios, sin comedores ni PAE y falta de dotación de todo tipo. Hoy los niños y jóvenes no quieren estudiar porque la educación dejó de ser un mecanismo de ascenso y progreso social.

En el caso de los educadores, el paquetazo-tablazo desconoce el carácter profesional de la docencia al equipararla con los oficios. En efecto, el artículo 104 de la Constitución Nacional reconoce a la docencia como una profesión y una carrera a la que se ingresa y permanece mediante ley, a través de evaluación de méritos, mediante la cual al educador se le reconoce «un régimen y nivel de vida acorde con su elevada misión». De modo que la remuneración de los educadores, por criterio constitucional, no puede ser objeto de salario mínimo, ya que al ser una carrera, nos regimos por un tabulador diferente al de la administración pública, expresado en capacidades, destrezas académico-profesionales, antigüedad, categorías, jerarquía, entre otros méritos.

Si algo debe cuidar una sociedad, un estado y un gobierno es su educación, pues es la única profesión que forma ciudadanos y construye ciudadanía; fomenta el sentido de pertenencia, de identidad nacional y amor por la patria, valores intrínsecos que soportan la integridad de un país. Los educadores son los primeros y más importantes funcionarios públicos, son los responsables de la reproducción de la fuerza de trabajo, por lo que tan gigantesca e invalorable función no debe ser mezquina e injustamente remunerada, menos aún si quienes tienen la responsabilidad del estado dicen ser intérpretes de la justicia social. Pues bien, deberían hacer buena la letra y espíritu del artículo 104 constitucional.

Al ser una violación masiva y generalizada de derechos adquiridos de los trabajadores, que afecta a todo el sector educativo y el derecho humano a la educación, los educadores de todos los niveles y modalidades tenemos que hacer un frente común en  defensa no solo del salario y la convención colectiva, sino de toda la educación.

En el magisterio, en particular, debemos estar atentos y exigir a nuestros representantes de la coalición sindical que cualquier diálogo con el patrono-estado debe estar acompañado con la movilización permanente de la base de los trabajadores. La convención colectiva y la educación se defiende en todos los escenarios posibles, ya sea en la calle y o en la mesa de diálogo que de forma natural hay entre los sindicatos y el patrón estado. Ello es la garantía para que no se nos madrugue con acuerdos que lesionen nuestros intereses, los del niño y la escuela.

¡Hacia la Protesta Nacional de la Educación!

¡En cada escuela, en cada universidad, en cada municipio un Comité de Defensa de los Derechos Laborales y la educación del pueblo!

#NoAlPaquetazoTablazo

 

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