La realidad nunca es clara a simple vista. Para comprenderla hay que desentrañarla de la maraña de elementos que la opacan. La semana pasada leí un mensaje que invitaba a la organización social para denunciar la película Cuties, o Guapis (Mignonnes, título original en francés), que la mayor plataforma de streaming del mundo promociona para su estreno, el 9 de septiembre. El petitorio finaliza con la frase “para que Netflix cancele esta BASURA”. Inmediatamente dudé. Dudar es clave para la ciencia. Es lo que mueve a investigar, buscar la verdad. El texto afirmaba que la película “utilizaba a niñas de 11 años para el placer de los adultos» y “propiciaba una cultura de la pedofilia”.

Las redes sociales nos dan la oportunidad de comunicarnos con gente en cualquier parte del mundo. Sirve de plataforma para denuncias, manifestaciones y formas de organización social, pero también para fake news. Una de las características de las noticias falsas es el alarmismo, la intensidad y las palabras en mayúsculas. Y aunque la pedofilia está activa con movimientos que intentan justificarla, generando un estado de alarma constante, yo decidí investigar más. Motivada, además, por una amiga defensora de niños, niñas y adolescentes que acertó al decir “con cabeza fría, buscar información, la redes son expertas en linchamiento rápido”.

Luego de la investigación puedo decir que Netflix erró en la estrategia publicitaria, a pesar de que la publicidad sirve básicamente para engañar. En este caso, cumplía su objetivo de vender una cosa que no es tal. Pero fue equivocado mostrar, como lo atractivo de la película, a un grupo de niñas sexualizadas, exponiendo sus cuerpos como mercancía en una sociedad en la que cada día aparecen denuncias sobre abusos sexuales, redes de trata de personas, explotación sexual y pornografía infantil. Efectivamente, esa publicidad fue contraproducente al utilizar el término “sensualmente” -referencia directa a lo sexual- sobre el baile de niñas de 11 años.

Sin embargo, y a pesar del cambio inmediato por el alboroto social, la sinopsis de la promoción pasó de “Amy tiene 11 años y quiere pertenecer a un grupo de chicas que bailan sensualmente, entonces empieza a explorar su feminidad y a desafiar a su familia religiosa” a “Amy tiene once y quiere unirse a un grupo de chicas de su edad que bailan en competencias, así que empieza a desafiar a su familia conservadora”. La nueva versión intentaba ser inocua, pero ahora no expresa lo que la película quiere transmitir. Dejó de hacer énfasis en la hipersexualización, que se representa en la película como un factor de riesgo y evadió el asunto religioso, describiéndolo tímidamente como “conservador”.

La película, la motivación

El premio de Dirección en el Festival de Sundance y una mención especial en el Festival de Berlín fueron reconocimientos que recibió la opera prima de la directora de cine francesa, Maïmouna Doucouré, además de muy buenos comentarios en general por quienes han visto el filme, por el contenido y abordaje que hace de una realidad social. La directora declaró en el Festival de cine de Sundace que la motivó un evento al que asistió y vio cómo niños y niñas de 11 años bailaban de una forma sexualizada ante la mirada de un público de trajes religiosos tradicionales. El antagonismo cultural y la hipersexualización. Comentó que en la investigación que realizó le sorprendió la sexualidad explícita en tales bailes y cómo las redes sociales promueven una vestimenta que expone a las niñas.

La película, estrenada solo en Francia hasta ahora, no provocó el revuelo que se produjo en las redes sociales por quienes solo han visto el trailer. Hasta este punto, sin haber visto la película, es poco lo que podemos afirmar, y a pesar de conocer las motivaciones y una opinión de la directora sobre la sexualización de las niñas, no sabemos el manejo que hace del asunto. No podemos decir si realmente es una denuncia o si cosifica el cuerpo de las niñas y las convierte en mercancías, como hace ya la cultura contemporánea, redes sociales, medios, internet, que promueven la fetichización de mujeres y hombres y construyen socialmente determinada forma de ser, vestir y exponerse para ser aceptados y pertenecer a lo socialmente impuesto. Creo que el objetivo de la película es el primero, una crítica social, pero no tengo la certeza.

Hay dos temas relevantes en la trama, según el trailer. El antagonismo entre la religión musulmana senegalesa, impuesta familiarmente como dogma, y la realidad “moderna”. Este parece el centro del filme: una niña que crece en una familia conservadora y que al estar a pasos de su adolescencia, comienza a confrontar la autoridad parental, en un proceso de construcción de una personalidad propia. También parece confrontar la crianza coercitiva -en este caso por religión-, que la castra. Este proceso suele ser drástico y en materia de sexualidad, la cultura religiosa ortodoxa es un factor de riesgo. El segundo tema parece versar sobre la identificación con sus pares, las normas sociales y la transmisión cultural desde los medios de comunicación, la hipersexualización, la exposición sexual como atributos relevantes sobre cualquier atributo. La tendencia de niños y niñas a abandonar la infancia para parecerse a la mujer adulta o el hombre adulto, imitando generalmente al difundido en mass media, en publicidades, show de talentos, videos musicales y novelas. La crítica pareciera dirigida a los medios, convertidos en los principales responsables de la masificación de esas idea en las que las niñas deben “explotar su feminidad” como si se tratara de un proceso dirigido a la actividad sexual y no como el autorreconocimiento y aceptación como niñas y adolescentes, hasta convertirse en mujeres. En el concepto difundido, lo femenino está vinculado a lo sexual y el cuerpo de las mujeres se convierte en una mercancía que propende a su comercialización, objetivo del sistema capitalista en general y del patriarcado en particular. Así, vemos hoy la masificación de redes de trata de personas, explotación sexual y pornografía infantil, las peores formas de degradación de la dignidad humana.

Uno de los elementos controversiales que despierta el debate sobre Cuties, y que debe ser foco de la sociedad, es si los niños, niñas y adolescentes (NNyA) han recibido educación para una salud sexual y reproductiva libre, sana y placentera, que les eduque en formas de protegerse y cuidar sus cuerpos. Porque decir que determinado baile o forma de vestir es consumo para los pedófilos, es delegar en las niñas la responsabilidad de los pedófilos. Lo principal es que NNyA tengan disponibles herramientas para su protección, educación sexual alternativa que desmonte los tabúes que sectores conservadores han mantenido, que las familias cuenten con herramientas para orientar sobre los peligros de ideas difundidas en medios de comunicación y en la sociedad en general.

El cine, ¿para qué sirve?

El que haya ganado los premios que ha logrado, y que Netflix haya decidió incluirla en su parrilla siendo una plataforma que promueve contenido con importantes críticas a lo establecido, me permite darle un voto de confianza y esperar verla, tal como han recomendado los críticos de cine de Francia. Vincular temas tan duros no es cuestión sencilla, si se aspira a dejar una reflexión en los espectadores.

El cine es la síntesis de todas las expresiones artísticas. De allí su importancia para la cultura y para el desarrollo de la sociedad. Es una construcción artística que activa en el espectador sentimiento y pensamiento y finalmente produce una reflexión sobre el contenido, permitiendo hacer conciencia de situaciones de la historia o de la realidad como crítica social que moviliza, para cambiar lo que está mal o para comprender dónde se está. El cine es necesariamente político, porque tiene un impacto, genera algo y eso que genera debe propender siempre a enaltecer, de la sociedad, lo mejor y más sublime para la humanidad, o el cambio inevitable de lo malo.

No siempre existe la capacidad en el espectador de comprender el mensaje tal como fue pensado, porque lo social determina cada conciencia y el proceso de reflexión se dará con base en la formación, educación y creencias de quien aprecia la obra de arte. En este caso, la película. Así como para unos una película, una canción, un poema puede resultar sublime y profundo, que hace una crítica social a la violencia, por ejemplo, para otros puede constituir una “apología al delito” y ser catalogado como “inadecuado”.

La movilización y escándalo generados por la publicidad y sinopsis de Netflix, son válidos solo en el caso en el que la película no sea una crítica a lo que la sociedad, de forma cotidiana, le presenta a NNyA como divertido, atractivo y necesario para ser aceptados. Entre tanto, el debate debe darse entre una educación para la salud sexual y reproductiva alternativa, y la visión conservadora y de riesgo, impuesta desde la religión. Y también debe darse entre letras de reguetón que denigran y cosifican a las mujeres como objetos sexuales, con obscenidad que se difunden a todo volumen en transportes públicos, centros comerciales, fiestas, medios de comunicación y una educación culta y de apreciación de la creación artística sublime de la humanidad. Debe darse frente a los medios de difusión, redes sociales y la cultura patriarcal que define una forma particular de feminidad y la autoconcepción desde la libertad. Debe darse y con más fuerza, frente al sistema capitalista que convierte todo en mercancía, transable para extraer de ella el plusvalor que hace más pobre al pobre y más rico al rico; que mantiene incólume al sistema mientras nos hace desvariar en sus efectos particulares y no en los efectos generales de su degradación. Entonces, veamos Cuties primero y hagamos crítica después.

Publicado en El Pitazo, 28/08/20

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