Los recientes acontecimientos en Cuba esta primera quincena de julio de 2021, son reflejo de una realidad política y social que tiene en desarrollo décadas. Se trata de una respuesta espontanea de un sector importante del pueblo cubano, frente a las penurias que causan la escasez, los precios y los menguados salarios, los apagones, la censura en internet, en medio de los efectos duros de la pandemia.

Es lógico suponer que exista incidencia del imperialismo estadounidense en este movimiento de masas rebelde. Se nota en algunas de las consignas eventuales. No son mayoría, aunque con bastante experiencia gozan los gringos en la materia. Pero lo principal y lo fundamental es el descontento producto del fracaso de una experiencia que sin duda fue “socialismo de palabra”.

La respuesta del Gobierno cubano, con tradición de décadas, es el reto y la acusación de contrarrevolucionario o gusano a todo el que ose protestar frente a las calamidades y aspiraciones de cambio o bienestar. Pero este, además de ser un movimiento espontaneo en el que busca incidir el imperialismo estadounidense, carece de factores políticos de vanguardia que orienten en una dirección genuinamente revolucionaria las luchas del pueblo. Esta calamidad se presenta ya de forma reiterada en Latinoamérica.

Así como las revueltas y rebeliones en Colombia, Chile, Ecuador, han carecido de vanguardias revolucionarias, igual sucede en este caso en medio del espontaneísmo y la participación de los sectores más empobrecidos de la sociedad. De allí las pocas perspectivas del movimiento, aunque se convierten en un precedente imposible de ser borrado en la conciencia popular. Esto obliga a estimular la conciencia revolucionaria. Las reservas del pueblo cubano pidieran nutrir una vanguardia comunista de forma rápida. Seguro las figuras del Che y Camilo brindan aún una base ideológica y, sobre todo, un espíritu, que se puede convertir en una fuerza material poderosa.

Pero no se hace esperar el anticomunismo. Al anticubanismo se le une con una gran profusión, como siempre, para atacar dos objetivos con la misma ofensiva. Por lo que resulta más apremiante para los comunistas del mundo desenmascarar este proceso y reivindicar la aspiración socialista de los pueblos del mundo, sin hacer concesiones de ningún tipo. Pero también buscando aprovechar las contradicciones interimperialistas para estimular las luchas de liberación nacional y el socialismo.

Un tanto de historia

Cuba, la de los revolucionarios comunistas, sufrió un duro golpe con la desaparición física de Camilo Cienfuegos y, más adelante, la ida de la isla del Che Guevara hacia la muerte. Los ideales y principios inspirados en el Marxismo Leninismo nada tienen que ver con la Cuba actual. El Che lo planteó de manera clara cuando sostuvo que el desarrollo de las fuerzas productivas, para lograr la independencia y soberanía, debía descansar en las fuerzas propias, sin despreciar el apoyo de los aliados.

Fue la política que el Che impulsó mientras estuvo al frente de la dirección económica, cuando se alcanzó un tímido, pero relativo, desarrollo de las fuerzas productivas. De allí el tono de sus visitas entre junio y septiembre de 1959 por Asia, norte de África y Yugoslavia, como representante del Gobierno cubano, en función de alcanzar una relación basada en la complementariedad, beneficio mutuo y solidaridad. Trató, de manera quizás idealista, establecer relaciones comerciales con la Unión Soviética y China, bajo el principio de que el intercambio no debía darse con base en la ley del valor, sino en la solidaridad socialista. En sus orientaciones, buscaba echar las bases para la liberación de las fuerzas productivas represadas durante siglos, cuyos resultados se pudieron apreciar en los índices de crecimiento económico en el sector industrial y agrícola en la primera etapa de la revolución.

Los objetivos en el establecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con las naciones que acababan de lograr la independencia de las potencias coloniales, era muy claro: beneficio mutuo y respeto de la autodeterminación. A su vez, Ernesto Guevara se entrevista con algunos de los líderes que conformarían poco después el Movimiento de Países No Alineados, que durante la llamada Guerra Fría se profesan equidistantes entre los Estados Unidos y la URSS. Incluso, visitó a los EEUU buscando mantener una relación diplomática de aprovechamiento de las contradicciones interimperialistas. Las visitas a la URSS y a China las hizo buscando un intercambio de riquezas naturales por tecnología y medios de producción.

En lo fundamental, como presidente del Banco Nacional y, más adelante, como ministro de Industria, adelantó una política para el desarrollo autónomo y soberano. Era consciente el Che de que la soberanía residía, en última instancia, en el desarrollo. Para alcanzarlo, tenía claro que se debía actuar para apuntalar la ley económica fundamental del socialismo, a saber: “…asegurar la máxima satisfacción de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y el perfeccionamiento ininterrumpidos de la producción socialista sobre la base de la técnica más elevada”. Aun cuando más adelante, ya fuera de Cuba, lo negara. Mientras estuvo, fue consecuente con medidas y orientaciones que apuntalaban esta dirección.

Al frente de la política en materia económica, no logrando profundizar lo suficiente como para alcanzar los objetivos propuestos, las serias contradicciones con las ideas dominantes en Cuba respecto de la construcción del socialismo lo llevaron a buscar nuevos horizontes. Es de suponerse que las posiciones del Che, totalmente contrarias a las que privaron en el naciente Partido Comunista de Cuba bajo el liderazgo de Fidel Castro, motivaron una ruptura irreconciliable. Aun cuando no existen evidencias escritas al respecto, es fácil deducirlas de las orientaciones del Che para la construcción del socialismo en Cuba, sus debates con economistas relevantes de la época, que para nada estaban inscritas con las líneas trazadas luego de su partida de Cuba. Además de los debates adelantados por el Che al frente de la economía cubana, su escrito: “Apuntes críticos de economía política”, dejan claras las ideas del Che que en nada se correspondían con medidas que no apuntaran a la diversificación del aparato productivo, teniendo como centro un impetuoso proceso de industrialización. Por el contrario, la producción de licores, tabaco, azúcar, cítricos y pescados, fue el papel finalmente asumido por Cuba, dentro de la especialización asignada por los nuevos amos rusos. Así, se convierte en un satélite de la URSS, en el que solo es útil para amenazar a EEUU militarmente en medio de la llamada Guerra Fría, además de cabeza de playa para penetrar América Latina y el Caribe, dentro de los planes rusos de expansión de sus áreas de influencia.

Recordemos que en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) que se celebró entre los días 14 el 26 de febrero de 1956, el revisionismo asume el control total de la URSS, abandonando el Marxismo Leninismo para imponer la mascarada. Luego de la muerte de Stalin, la restauración del capitalismo se impone en la URSS y esta política es trasladada a todos los países que configuran su área de influencia, teniendo en el Pacto de Varsovia y el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), sus instrumentos militares y económicos respectivamente.

Bandera Roja, nacido como partido desde la crítica y el combate teórico y práctico a las ideas erróneas que cundían entre los revolucionarios del mundo, advertía en su periódico “Qué Hacer” del 20 de julio de 1977, en un documento de nombre “Cuba, cabeza de puente del socialimperialismo en América  Latina”, sobre esta política. En la publicación define a la URSS como una potencia socialimperialista, asumiendo la categoría desarrollada por Enver Hoxa ( https://banderaroja.com.ve/uncategorized/cuba-cabeza-puente-socialimperialismo ) lo que trajo diferencias, desacuerdos y fracturas en los distintos escenarios, foros y conferencias de socialistas y comunistas del mundo.

Uno de los asuntos que reflejan la restauración del capitalismo en la URSS, su conversión en potencia imperialista, fue la realización de la tesis acerca de la división internacional del trabajo socialista, lo que marca un antes y un después en su orientación económica. Así como Venezuela ha sido condenada a especializarse en la producción de crudo y ahora se suma minería, a Cuba la condenan a la producción en rubros más subalternos. Tradición que busca ser superada con otro dislate al pretender apuntalar el desarrollo en la industria del turismo, sin abandonar el papel asignado antes por los rusos.

Luego, dado que la URSS enviaba bienes finales dentro de lo alcanzado hasta entonces en su desarrollo, se acentúa el desarrollo desigual y no logra mayores alcances en la manufactura de bienes ligeros para la satisfacción de las necesidades humanas. Recordemos que los rusos se especializan en la producción de material bélico en la competencia por la primacía mundial frente al imperialismo estadounidense. Producen bombas atómicas, submarinos nucleares, cohetes para viajar fuera del orbe. De allí que Cuba se arma con los más sofisticados productos bélicos, pero no logra hacerse de bienes que en el resto de países capitalistas abundan.

Así, al desaparecer el bloque revisionista, conocido como el bloque soviético, Cuba no cambia su política económica. Entrada la isla en el llamado “período especial”, muy a pesar de eso, solo cambia la mirada hacia los europeos: España, Italia y Alemania, entre otros. Estos países convierten nuevamente a Cuba en un Gran Casino y lupanar caribeño, coaligados con el régimen cubano y con la ventaja comparativa que brinda una sociedad más culta, saludable y educada, logros innegables de la Cuba fidelista.

Los rusos, luego de la plena restauración de la superestructura en correspondencia con las relaciones burguesa de producción y de cambio, quitado finalmente el lastre que representaba el socialismo de palabra, van a entrar en la disputa de áreas de influencia. Por lo que se apresuran a consolidar a Cuba como uno de sus bastiones. Y nuevamente van a apuntalar la dependencia, descansando en la cuestión bélica y de defensa, así como el sojuzgamiento por la vía del endeudamiento de la isla con el capital financiero ruso.

Es justo reconocer que el bloqueo criminal impulsado por el imperialismo de EEUU ha frenado aún más la economía cubana. A eso siempre nos hemos opuesto. Siempre lo hemos condenado. Es que eso ha incidido significativamente en la crisis crónica que sufre. Aunque también ha ayudado a la dictadura revisionista a esconder sus desaciertos. Pero el problema fundamental no es el bloqueo. Por el contrario. Una orientación basada en el afianzamiento del papel de Cuba en la división internacional del trabajo, abandonando las perspectivas que brinda la industrialización y diversificación de la economía, es la base fundamental a partir de la cual se frena el desarrollo de las fuerzas productivas. Con los últimos pasos dados hacia la liberalización de la economía, la cosa se agudiza.

La aprobación de la Nueva Constitución ha significado un paso más en el cercenamiento de conquistas del pueblo cubano. Además, se le brinda rango constitucional a la propiedad privada. Es que ya no es suficiente el usufructo del producto social creado a través de las empresas del Estado. Es lógico que deban adecuar de manera más clara la superestructura jurídico política, teniendo en la nueva constitución una base fundamental. A partir de allí, no solamente, ha cambiado el lenguaje acerca de las cuestiones económicas y sociales, sustituyendo resabios de uso de categorías marxistas por la jerga del pensamiento económico burgués; sino que también se van dando pasos hacia la implantación de políticas económicas más claramente liberales.

El gran debate a propósito de esta nueva carta magna no fue acerca de la vía económica para alcanzar la independencia y la soberanía, sino el del matrimonio de parejas del mismo sexo. Esto evidencia que este asunto de género y la homosexualidad no solamente ha servido a los países capitalistas tradicionales o convencionales y a los factores políticos de “izquierda” a desviarse de los asuntos fundantes de toda sociedad, sino que también le sirve al revisionismo cubano, tanto como a los chavistas, como discurso “liberador”.

Pero además de las determinaciones objetivas antes indicadas, las diferencias sociales en Cuba son cada vez más ostentosas. Quienes forman parte de la nomenclatura, quienes están al servicio de las grandes empresas extranjeras y los sectores propietarios de medios, se pavonean abiertamente, mostrando el usufructo del trabajo ajeno en zonas exclusivas de la isla. Mientras, las grandes mayorías sufren penurias de décadas de atraso.

Es necesario señalar que los logros alcanzados en Cuba, bien pueden ser conquistados en el marco de las formas de dominación burguesas. Los ejemplos sobran. Aparte de los desarrollos en biotecnología, son realmente muy pocos los logros desde el triunfo de la revolución cubana que tanta simpatía despertó en todos los pueblos del mundo, principalmente en América Latina y el Caribe.

Esas son las determinaciones históricas y objetivas que conducen a la revuelta popular en Cuba, cargadas de espontaneidad. Es absolutamente lógico que el imperialismo estadounidense busque apuntalarla mediante un eventual “bombardeo” a través de las redes sociales. Pero, así como no podemos concluir en que la tal Primavera Árabe haya sido solo el resultado del manejo de los medios de comunicación masiva y alterativos que brinda la web, tampoco podemos llegar a la misma conclusión en el caso que nos ocupa. Acusar al pueblo cubano, alzado hoy en rebelión, de ser conducidos de forma absoluta por el imperialismo estadounidense, es regalarle una rebelión al imperialismo otorgándole poderes supraterrenales; es despreciar las fuerzas sociales que impulsan en las sociedades la revolución social.

La dictadura chavista en Venezuela ha usado esta misma estrategia de criminalizar la protesta sin dar la más mínima muestra de querer asumir un rumbo soberano hacia la democracia, el desarrollo el bienestar y la igualdad social. El reto lanzado por Díaz Canel en nada contribuye a atemperar la rebeldía del pueblo cubano. Se pueden posponer las luchas. Pueden inhibir a los cubanos a la protesta. Pero el fervor revolucionario al que contribuyó Camilo y el Che, se seguirá haciendo presente hasta derrocar la dictadura de uno de los mejores disfraces socialistas del mundo. Está en quienes asuman el reto de ser vanguardia revolucionaria, conducir esta fuerza social hacia los mejores derroteros, o regalarle la rebeldía popular al imperialismo.

El intercambio entre estas dos expresiones del revisionismo moderno, el chavista y el cubano, ha brindado mutuos beneficios. Al favor cubano de brindar ropaje socialista al chavismo, unido al impacto político de médicos cubanos entre la población venezolana en medio de la crisis en el sistema de salud, se le ha pagado con petróleo, satisfaciendo durante más de dos décadas la demanda cubana a precios seguramente solidarios. Pero en nada ha resuelto ese intercambio las penurias de los pueblos hermanados por las necesidades y aspiraciones por un mundo mejor.

Las luchas del pueblo cubano y venezolano deben convertirse en reservas estratégicas en la lucha por un mundo mejor. Luchar contra dictaduras disfrazadas de socialistas y aspirar a la necesaria edificación socialista, son comunes a ambos pueblos. Aquella, la de Cuba, de más tradición, con logros fácilmente conquistables en el marco de las formas de dominación burguesas. Esta, más primitiva y pedestre, delincuencial, sin logro alguno que no sea haber cambiado de amos hacia rusos y chinos del mismo cuño.

 

Comisión Internacional
Partido Bandera Roja
Julio, 2021

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