No solamente recibe más oxígeno de la oposición venezolana. La dictadura también recibe algo de la economía. Aún en medio de la escalada pandémica, se avizora algo de crecimiento. Pero ese aliciente no supera la bombona que le brindan los del G10.

Así, volvemos a atender un asunto que mantiene a alguna gente a la expectativa. Es que hay nuevos elementos en el escenario político, que nos hacen pensar que se pudiesen estar echando las bases para un nuevo momento. El leve crecimiento económico, unido a determinaciones de la política, así lo indican.

Nuevos tiempos que estimulan su análisis para las apuestas acerca de cómo salir del desastre. Al menos es lo que toca a algunos políticos y uno que otro metido en las ciencias históricas. Aunque a lo mejor no pasa a mayor cosa. Pero hay asomos de que hay cambios.

La economía

Como señalamos en su oportunidad, la política económica del gobierno, ajustada de manera fiel al rancio liberalismo dieciochesco, llevó el proceso de destrucción de fuerzas productivas a tal punto que ajustó la forma valor a su expresión natural. Los precios comenzaron a reflejar el valor de las mercancías y, a partir de allí, se crean mejores condiciones para el crecimiento económico, muy a pesar de que el salario real de los trabajadores en la empresa haya caído a mínimos históricos. Es que al venderse las mercancías con base en precios que se le corresponden, la plusvalía se hace más elevada, dado el bajísimo salario de los obreros. Mientras, los empleados públicos no perciben salario. Luego, se presenta una situación contradictoria. Mayor explotación por los bajos salarios, pero, ante la baja de la demanda social a la que conduce esta circunstancia, se reducen las posibilidades de elevación de la oferta de bienes y servicios. Irresoluble hasta ahora la cuestión, más cuando el gobierno sacrifica al extremo a los funcionarios públicos.

De allí que, para el primer trimestre de 2021 hay quienes le brindan a la economía un crecimiento de hasta 4%. Igual que para el resto del año. Lo que supone el primer ejercicio fiscal en el cual se pudiera dar un crecimiento del PIB, luego de 2013. En ese lapso la destrucción del aparato productivo alcanzó el 80%. Por lo que un incremento del PIB en ese orden representa un muy pequeño rebote.

De allí las predicciones no muy alentadoras. Es que: “…Según el último informe de Focus Economics, Banc Trust pronostica que la economía venezolana, que en 2020 se contrajo en torno a 30%, descenderá 0,5% en 2021. Lo acompañan en las proyecciones negativas Fitch Solutions y Ducker Frontier… Entre los que esperan un ligero repunte destacan la firma AGPV y la calificadora de riesgo Moody’s Analytics, que proyectan un crecimiento de 1,9%, mientras que Oxford Economics estima un alza de 2,9%”. 

Por su parte, para el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF): “…el Índice de Precios al Consumidor del mes de marzo de 2021 se ubicó en 9,1%. Así, la inflación acumulada se ubicó en 155,3% e interanual en 3.867%. Sin embargo, marzo 2021 tiende a mostrar las inflaciones más bajas del año debido al pago de Impuesto sobre la Renta, cuando muchas empresas y hogares venden divisas para comprar bolívares, y pagar el tributo…

«La menor tasa de crecimiento de la liquidez (+18%) respecto al mes de febrero y una moderada devaluación del tipo de cambio (+6%) debida al pago de impuestos, dieron como resultado … la tasa de inflación en marzo (+9)…

«Pensamos que los precios se van a acelerar en abril nuevamente, y seguir la senda hiperinflacionaria, informó el OVF”.

Por lo que apenas se prevé una desaceleración de la hiperinflación, al igual que de la caída del PIB. La crisis sigue su curso, pero los asomos pueden jugar a favor de un nuevo engaño del gobierno.

Dentro de la perspectiva de la dolarización, el salario de los trabajadores productivos, viene experimentando un incremento que a la postre puede contribuir con la leve recuperación de la economía.

A su vez, buena parte de los trabajadores improductivos, quienes se reproducen por cuenta propia y no dependen del aparato de Estado, han experimentado un mayor crecimiento en sus ingresos en dólares. Circunstancia que no poca cosa aporta al afianzamiento de esta tendencia.

Pesa sí, el sacrificio al que lleva la dictadura de los trabajadores públicos que no perciben salario alguno, sino una limosna que no sirve para la adquisición siquiera de un cartón de huevos.

La economía pudiese experimentar un crecimiento mucho más elevado de cambiar la política económica, sobre todo en relación con el tratamiento que le brinda la dictadura al asunto de la deuda pública. Busca honrar a toda costa los compromisos adquiridos con la oligarquía financiera, sobre todo de la china. Por lo que destina buena parte del presupuesto de ingresos a este asunto, mientras hace morir de hambre a millones de venezolanos. Claro, en esta materia encuentra el beneplácito de buena parte de la oposición para quienes no cumplir con estos compromisos es un pecado capital. Por lo que no se unen al clamor de No pago a la deuda con la banca. Sí al pago de salarios dignos.

El afianzamiento de la tendencia al crecimiento descansará principalmente en la realización de la política de atracción de capitales. Su palanca principal es la Ley antibloqueo que liberaliza la economía para satisfacer la avaricia de los inversionistas, principalmente en el área de la minería. Crecimiento, pero con depredación del ambiente, sobreexplotación de los trabajadores, desconocimiento de las leyes laborales, entre otras consecuencias.

De allí que se pudiese alcanzar un relativo crecimiento que puede marcar a tal punto la situación política que contribuiría con el inicio de una nueva etapa de la dictadura.

Las nuevas políticas

Otra determinación que nos hace pensar que podríamos estar frente a un nuevo momento, son los cambios en la política, con todo y que las condiciones objetivas siguen siendo en esencia las mismas, que apuntalan una salida rebelde.

El descontento y desesperación de la gente no encuentra guía que no sea el engaño y la estafa del gobierno y de los dueños de esa oposición que parece pensar en la gravidez de las aves o, en su defecto, sus propios intereses inmediatos.

La decisión del G4, junto a otros seis factores, por lo que ahora suman el G10, bajo la clara orientación estadounidense de luchar por ayuda humanitaria y elecciones libres, no solamente supone un cambio de estrategia sino también del proceso “unitario”, para que todo siga igual, aunque un poco mejor repartido el pastel.

Parecen no ajustarse estos cambios a la política que se calculó desarrollaría el imperialismo estadunidense para Venezuela. Aunque EEUU siempre trabaja con base en varios escenarios. El que adelante uno, no significa que abandone los otros. En este caso, resulta difícil pensar que esté tan metido en el negocio de un eventual acuerdo del gobierno con sectores de la oposición –más allá de los que conformaron en su oportunidad la “mesita”– para unas elecciones que permitiría nuevos bocados para los del G10. De ser así, seguro que prepara otros escenarios menos ilusos. Por lo que no deben contar con mayores expectativas respecto de esta maniobra, que no sea crear una “unidad” más a su gusto. Pero los del G10 sí tienen muchas expectativas de esta negociación. Ya la vienen adelantando con mucho entusiasmo. Se aprecia en las distintas regiones del país, donde llueven los candidatos.

La Unión Europea, por su parte, también cuenta con este escenario. Noruega, por su parte, ha jugado el papel más relevante al respecto. Pero no observamos que se metan en las propuestas unitarias de la oposición. En eso lucen más respetuosos. Al menos no existen evidencias de lo contrario.

Si tuviesen eficacia estas orientaciones políticas, alguien pudiese saludarlas. Pero son realmente tontas. Por lo que debemos buscar la explicación yendo a la esencia de los asuntos definidos por Estados Unidos. La especulación, a falta de evidencias que no sean las declaraciones del embajador Story, es la herramienta a mano. Sobre todo, tomando en cuenta que la oposición apenas cumple con la orientación desde “arriba”, sin tener más argumento que la conquista de nuevos espacios. O sea, un nuevo reparto de lo ya repartido.

De este G10, son varios los factores que buscan desarrollar las luchas concretas de los trabajadores, de los pobladores del campo y la ciudad, de los estudiantes, de todo el movimiento popular, para contribuir con las negociaciones. Manera oportunista de valerse del sufrimiento y luchas de la gente por rebelarse contra la dictadura frente a condiciones de vida cada vez más difíciles.

Mientras, el pequeño rebote apenas da para que el gobierno intente crear un nuevo espejismo. Siguen huyendo muchos venezolanos buscando salidas a la precaria situación, lo que hace que el rebote sea un tantico más pronunciado. Mientras menos seamos, el pequeño salto se hace más efectivo. La ilusión puede hacerse mayor. Esta tragedia parece no ser tomada en consideración por los dueños de esta “unidad”.

Las vacunas representan en estos momentos un clamor del pueblo venezolano. De todos los venezolanos. Es que la dictadura, con lo poco que ha llegado se ha dedicado a vacunar a los chavistas de la estructura de gobierno, en vez de atender al personal sanitario y de mayor riesgo. Claro, bajo el argumento de que son la garantía de la tal revolución, los jerarquizan junto a sus familiares, por encima de la gente que cumple la labor principal en el combate a la pandemia. Circunstancia que motiva la protesta y alimenta la rebeldía.

Por eso, con todo y que la peste tiende a afectar a cada vez más venezolanos, hay que definir caminos que despierten sus esperanzas. Hay que brindarle a la gente una perspectiva en la que se anime el entusiasmo por cambiar la realidad. Así, a la decisión desesperanzadora del G4, hay que plantear una alternativa para seguir luchando. Además, la gente ya no puede esperar. El hambre, más que al acecho, hace estragos. Las luchas por salario, servicio público, alimentos, medicinas, para ubicar lo más urgente, deben ser estimuladas. Pero esas luchas deben ser respetadas y no inscribirlas de manera oportunista en una estrategia que, además de equivocada, atiende aspiraciones particulares. Las luchas, más bien, deben nutrir el camino de esperanzas para el derrocamiento de la dictadura y el cambio por un mundo mejor.

Este eventual nuevo momento político, es atendido por el G10 dejando a un lado a muchos factores políticos. A su vez, busca recibir el espaldarazo de los factores más débiles. Aunque eso de los más fuertes y débiles a estas alturas parece referirse a lo crematístico y no al apoyo popular.

Pero ya surgen y se afianzan ideas que permitirán una nueva unidad. La participación y las luchas de los venezolanos decidirán a fin de cuentas un nuevo proceso unitario. A su vez, la reconstrucción de Venezuela por el camino de la soberanía y la independencia nacional, está ligada a este nuevo proceso. Los nuevos escenarios ya comienzan a aparecer. Hay que nutrirlos con las luchas de la gente y hacer valer las sentencias de la consulta de diciembre de 2020.

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