Aunque no es verdad, Bandera Roja es considerada una organización de ultraizquierda por una parte del mundillo político, principalmente el más conservador. Siendo una organización de ideología marxista leninista, este partido, fundado en 1970 como desprendimiento de una agrupación guerrillera, es actualmente la organización partidista venezolana con más presos políticos en el país.

Desde su fundación Bandera Roja se cuidó de ser calificada de «izquierda», algo de lo cual tanto Marx cómo Lenin renegaron de igual forma e incluso se mostraron muy contrarios a las tendencias autodenominadas «de izquierda» en sus épocas respectivas. Y aunque dentro de las simplificaciones políticas contemporáneas BR termina agrupada en ese discrecional espectro ideológico, resulta sorprendente que sea precisamente un partido comunista, de carácter ML, el que hoy sea el más perseguido en un país cuyo régimen se considera «socialista» o de «izquierda». Ya no simulan correspondencia entre práctica y discurso, ni siquiera en el terreno de la represión.

El sábado 2 de julio el Partido Comunista de Venezuela (PCV) acusó a Nicolás Maduro de «incitar al odio» en su contra. «Con un discurso lleno de ‘cinismo’ y ‘arrogancia’, (el PCV) alertó de posibles agresiones en contra de sus dirigentes y militantes, incluso ‘hasta la liquidación física’”. Los comunistas señalaron que la acusación de «izquierda trasnochada (…) se parece mucho a la orden dada por Rómulo Betancourt, en los años 60 del pasado siglo, de perseguir, aislar, segregar y asesinar a los militantes del PCV, a los del MIR y a la izquierda de URD». Horas más tarde caían presos cuatro comunistas, no precisamente de esta organización, sino de Bandera Roja, partido que por cierto nunca tuvo relación con el régimen chavista, al que se opuso desde un inicio en 1998, incluso antes de la llegada de Hugo Chávez al poder, acusándolo de fraguar un nuevo engaño a los trabajadores. Y así fue. 

Pero parece que en Venezuela se han torcido y distorsionado las cosas a niveles extremos. Así, organizaciones conservadoras, de origen genuinamente burgués y de carácter liberal, no solo se asumen «progresistas» sino que son acusadas por sus pares de «socialistas» y hasta de «comunistas». Tal es el caso de Voluntad Popular, otra de las organizaciones más perseguidas por el régimen chavista en los últimos años y que actualmente tiene dos presos políticos, Roland Carreño y Oswaldo Castillo, ambos encarcelados en calabozos de la policía política.

Lista de Presos Políticos militantes de partidos, actualizada al 22 de julio de 2022.

  1. Juan Requesens (PJ) casa por cárcel 
  2. Roland Carreño (VP) 
  3. Oswaldo Castillo (VP)
  4. Jhon Betancourt (EC) 
  5. Juan Gámez (PJ) 
  6. Edgar Barreto (Tupamaro) 
  7. Néstor Astudillo (BR)
  8. Alcides Bracho (BR)
  9. Alonso Meléndez (BR)
  10. Reynaldo Cortés (BR)

Una característica en esta lista de presos políticos lo constituye el hecho de que, en los casos de los primeros seis, todos reciben el trato de presos políticos. Para los cuatro detenidos de BR, así como el de los otros dos procesados no militantes, a los seis se les ha ingresado en cárceles de la Policía Nacional Bolivariana junto a presos comunes de alta peligrosidad. No se les ha brindado el trato correspondiente a su estatus. Esta diferencia se suma al resto de distorsiones entre discurso y práctica del régimen de Miraflores en materia de retórica izquierdista.

Gobierno obrerista

Destaca también que los cuatro militantes de BR, además de militantes revolucionarios, sean luchadores sociales y líderes del sector de los trabajadores. Alcides Bracho, el primero de los detenidos, forma parte de una de las fuerzas magisteriales más extendidas en el país, el Movimiento de Educadores Simón Rodríguez. Además de docente con una larga carrera y reconocimiento, es artista plástico. La acusación de terrorismo, en el mejor de los casos, suena algo descabellada. Pero sucede que el paraguanero Alonso Meléndez, otro de los detenidos, es líder de trabajadores de la pesca en el estado Falcón. Reynaldo Cortés es dirigente de la CTV en el estado Guárico y secretario general de Bandera Roja en la región; y Néstor Astudillo es luchador social del estado Miranda, además de ser reconocido integrante de la unidad opositora al régimen chavista en la zona de Charallave, donde fue detenido. 

En el caso de los otros dos presos en la más reciente ola represiva del régimen de Maduro, ambos tienen diversos vínculos con BR. En el caso de Blanco, fue militante de la organización hasta 2017, cuando se separa para dedicarse al trabajo sindical en la agrupación ASI, que forma parte reconocida de la OIT. También Emilio Negrín, luchador social y sindicalista, quien es amigo y vecino de Bracho desde hace varios años y quién tiene un activismo sindical reconocido.

Venezuela se ha convertido en el país con los salarios más bajos de la región latinoamericana. De acuerdo al Observatorio Venezonalo de Finanzas el ingreso promedio mensual en el sector privado en la zona metropolitana de Caracas apenas llega a 118$ en el mes de julio, mientras que en el sector público el salario mínimo más bonos de alimentación representó apenas 8% del costo de la canasta alimentaria para el mes de abril según la misma organización. Sumado a esto y sin mencionar la sobreexplotación del trabajo y la esclavitud moderna denunciadas por diversas organizaciones, el promedio de ingresos se ha distorsionado a la baja aún más, luego del establecimiento de un instructivo especial establecido por Maduro, a través de una oficina llamada Onapre, que restringe al menos en 4 veces el salario promedio respecto al sector privado.

Retórica puntofijista

Nicolás Maduro ha iniciado un diálogo con sectores opositores en el último año, que consiste en la negociación sobre la suspensión de sanciones ejercidas por los EEUU sobre el régimen de Caracas, a cambio de la realización de unas elecciones transparentes y supervisadas por organizaciones internacionales. Con base en esto ha iniciado una suerte de «convivencia» con sus «enemigos», similar a la establecida durante el régimen bipartidista, luego del pacto de Punto Fijo. Mientras, acrecientan la ola represiva contra luchadores del espectro revolucionario, principalmente de dirigentes sociales, sindicales y de trabajadores que reclaman contra una política que denuncian como criminal y atentatoria de las libertades sindicales y las relaciones de trabajo aceptadas a nivel mundial. 

La actividad represiva del régimen de Maduro se ha concentrado en el último año en la persecución y acoso a luchadores sociales vinculados además a organizaciones que acompañaron al gobierno de Hugo Chávez. Tal es el caso del PCV, cuya última denuncia fue la detención arbitraria y violenta de uno de sus dirigentes al término de una manifestación pacífica por salarios y respeto a las conquistas de los trabajadores, el día 21 de julio. El militante Angel Castillo, dirigente de trabajadores de Barrio Adentro en Caracas, fue liberado luego horas más tarde. 

El discurso «izquierdista» del régimen chavista, liderado por Nicolás Maduro, parece haber llegado a su fin, así como las reservas económicas que permitieron la compra de apoyos y respaldos internacionales de sectores también considerados de izquierda. Hoy, la característica de estas agrupaciones del espectro marxista parece ser el silencio ante los últimos atropellos o, en su mejor interpretación, el desconcierto. Aunque aún Maduro y su régimen recurren al engaño, ficciones y truculencias para mantenerse con las uñas en esa asociación discursiva con la llamada izquierda internacional, a esa retórica recurre cada vez menos. La última carta, llamarlos «ultraizquierda trasnochada», como otrora lo hicieron los que ellos denuncian como «sus perseguidores» en el régimen del bipartidismo.

Tomado de El Pitazo

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