Todo indica que, nuevamente, el chavismo recurre a eliminar los sueldos y salarios de los empleados públicos. Reiteran esta medida para realizar ahorros en función de pagar deuda pública. Lo que conduce al incremento de la miseria y el hambre. El exilio social aumentará. Pero también las funciones del Estado de verán más afectadas y más privatizadas.

Ha pasado un año desde el aumento de sueldos y salarios bajo la modalidad Onapre. Bastante quitaron del aumento decretado. De esa fecha a este tiempo mucho nos quitaron. Ya vamos camino nuevamente a salario cero. Seguramente pronto producirán un nuevo aumento. Algunos gritarán que implanten la indexación. Puede hacerlo el gobierno. Es que es probable que aumenten no mucho en relación con marzo de 2022. La Inflación se ha comido ese aumento, siendo absorbida esa riqueza por el Estado. Así, producirán un aumento, seguramente no muy superior al del año pasado. O sea, indexarán en relación con 2022. Comienzan a cumplir con la indexación que muchos ingenuamente demandan. Otros la piden ubicados en los beneficios que le brinda a la dictadura y a los empresarios.

Pero en el caso de los trabajadores productivos, los obreros de las fábricas, los que laboran para un patrón y producen plusvalía, la cosa no es tan dramática como lo es en la administración pública.

La esclavitud capitalista tiene los mismos límites de la esclavitud antigua. El esclavista no puede llevar a una situación límite al obrero, toda vez que eso impide sacar el mejor provecho para la valorización del capital. De allí que se ha elevado el salario hasta ser muy superior al del empleado público. Aunque es uno de los más bajos de América Latina y el mundo. Claro, comparar el ingreso de un obrero que puede girar en torno de unos 100$, con los 5$ de salario mínimo en la administración pública, supone una diferencia porcentual muy alta. Pero ese salario apenas le permite al obrero reproducirse de manera muy precaria.

La participación del trabajador de la empresa, del trabajador productivo, así como la del empresario que lo explota, para el pago de deuda pública, se extrae de la plusvalía que produce el obrero y realiza el capitalista en el mercado. De allí transfiere al Estado, un porcentaje de la plusvalía en forma de impuesto sobre la renta. Además, el pago que realiza el obrero por IVA y presión tributaria, por consumir, también nutren el presupuesto de ingresos del Estado.

Mientras, el trabajador improductivo adscrito a la administración pública, participa en la configuración del presupuesto de ingreso y, por ende, en el pago de deuda, al serle arrebatado el salario.

La deuda pública, tal como lo señala Marx, es un negocio de dividendos seguros. Es que: “La única parte de la llamada riqueza nacional que realmente se encuentra en posesión colectiva de los pueblos modernos es su deuda pública”. De allí que termina siendo un compromiso de todos los venezolanos. Se suma que la deuda externa se convierte en un mecanismo de dominación del imperialismo que hace valer la sentencia del presidente de Estados Unidos, John Adams, a finales del siglo XVIII, según la cual: “Hay dos formas de conquistar y esclavizar a una nación, una es con la espada, la otra es con la deuda”.

Las diferencias están en que unos pagan su parte de la deuda con la plusvalía que extraen de los obreros. Otros de la usura bancaria. Otros del comercio, por tanto, de la estafa. Pero a los trabajadores públicos se la arrancan de su salario. El Estado se convierte en una sanguijuela que chupa su sangre. Es lo que explica que pudiésemos estar yendo camino a una nueva desaparición de los sueldos y salarios de los trabajadores del Estado.

De los trabajadores del sector público, el sector más afectado, sin duda alguna es el de educación. Lo que se explica, por la función que prestan, que les obliga, en buena medida, a hacerse de estrategias de sobrevivencia sui generis. Sin que se afecte su función como educador.

Pero hay un sector privilegiado en la administración pública. Se encuentra en varios escenarios y facetas de la función pública. Los policías, en sus múltiples expresiones; quienes integran la fuerza armada; los funcionarios del sistema de “justicia”; los que laboran en la tramitación de diversos documentos que debe otorgar el poder público, como el apostillamiento. Buena parte de los funcionarios que laboran en estas dependencias, se hacen de ingresos que les permiten vivir en mejores condiciones.

Luego, son muchos los servicios que ahora son realizados con base en el pago al “servidor público“. La matraca, la mordida, el martillo, la estafa, se hace cotidiana y son muchos los capitostes que buscan legitimarlas. Recién un diputado chavista señaló que los policías debían matraquear, porque el salario no les alcanza. En las gasolineras la cosa es abierta. No hay el más mínimo rubor. Cobran en dólares la gasolina subsidiada. Hay funcionarios públicos que reciben cupos diarios de 120 litro y los venden a los bomberos o guardias nacionales. Todos ganan. Claro, esa medida llega al general en jefe, al ministro, pasando por toda la cadena de mando, dejando algo a su paso, en mayor o menor medida. Para el chavismo eso es, de suyo, legítimo. Se lo merecen. Así como el corrupto más connotado ve su tajada como algo propio de su condición. Luego, buena parte del erario es apropiado por quienes encuentran alguna porción en el camino.

Pero, además, hay dependencias del Estado cuyos integrantes perciben sueldos y salarios más elevados que el resto. Es el caso de quienes laboran en el Banco Central de Venezuela, la Contraloría General de la República, el Consejo Nacional Electoral, El Poder Moral, principalmente.

La riqueza y cómo se reparte

A partir de allí, del despojo del salario de quiénes están inscritos en la función pública y el resto de ingresos -petróleo, minería, impuesto sobre la renta, entre otros- se configura el presupuesto de ingresos. Mientras, el presupuesto de gastos se formula con base en las prioridades de la dictadura. Antes que nada, honran el compromiso adquirido con los usureros mayores. China, Rusia, Estados Unidos, entre otros prestamistas, reciben lo suyo. La banca venezolana también se lleva su tajada. Ellos también cobran porque la dictadura, con su mecanismo aspiradora, emite bonos de deuda de corto plazo, que les entregan a la banca a tasas de interés elevadas.

También se explica uno de los logros del chavismo: el Estado mínimo. Los funcionarios públicos, haciendo a un lado a los tales milicianos, alcanzan apenas un millón y medio de personas. Los milicianos son más de tres millones.

Junto a esta nueva circunstancia, la función pública se ha degradado de manera extrema. La privatización de los servicios va pareja a la corrupción extrema.

Venezuela repartida por una dictadura malandra. Agotado el disfraz del socialismo, afianza argumentos cada vez menos creíbles. Eso del bloqueo resulta una cuestión falaz cuando es la petrolera Chevron la que busca sacar riquezas del subsuelo, que les puede permitir a los chavistas seguir en el poder.

Resulta realmente insólito que haya gente honesta, que la hay, que siga creyendo en este engendro diabólico, como diría un cristiano. Aunque ya son muchos los que, no pudiendo seguir tapareando el engaño, se separan del “proceso”. Se enfilan contra la dictadura. Asumen un papel militante contra la dictadura, aunque respaldando el “legado” de Chávez, sin saber qué es eso. No terminan de ver que la raíz se echa durante el difunto. Maduro le da continuidad sólo que sin los recursos que manejó aquél. Pero al menos buscan enfrentar la dictadura. Son sectores a atraer para sumar a la protesta y las luchas sociales.

La respuesta de la dictadura y sus aliados

La respuesta de los economistas del gobierno y uno que otro de la oposición, ubican la supuesta imposibilidad del pago de aumentos salariales. Los de la dictadura, al menos lo disfrazan. Pero, por ejemplo, Oscar Torrealba, miembro del Comité Académico del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico, afirma que: “Es técnicamente imposible realizar un aumento salarial”. Es que: “hay mucho desequilibrio fiscal en Venezuela”, por lo que “hay que ver la magnitud del gasto público y hay que identificar las prioridades del gasto público”. La prioridad es el aumento de salarios. Pero seguramente Torrealba se identifica con los perjuicios que crea no pagarle a la banca y otros asuntos importantes a su juicio, frente al hambre de los venezolanos.

Ciertamente la dictadura cuenta con recursos que permitirían satisfacer las demandas salariales. Los empresarios extraen riqueza de los trabajadores suficientes como para disminuirla un tanto para brindar salarios dignos a los obreros. Por su parte, la dictadura tiene prioridades que fuerzan a desconocer las demandas y llevar nuevamente el salario de los empleados públicos a nada. Los empresarios, ya cebados por la sobreexplotación a la que someten al obrero, no quieren soltar una tasa de beneficio que conduce a superganancias. Además, la baratura de la mercancía fuerza de trabajo quieren mantenerla a toda costa, a ver si fluyen las inversiones extranjeras.

De tal manera que aún sin los recursos extraordinarios que pueda obtener la dictadura con el incremento de la producción y precios del petróleo, de la explotación del arco minero, entre otros ingresos, sí hay para cumplir con las demandas salariales. Esto es, el problema está en la manera cómo se distribuye la riqueza. Esta es una de las razones por las cuales el gobierno no brinda datos acerca del ingreso nacional, en cuya formula encontramos cómo se distribuye la riqueza. Cuánto hay para los trabajadores y cuánto para la usura, la renta del suelo y la ganancia capitalista.

Las ideas para la lucha inmediata y estratégica

Se viven tiempos en los que se sigue dando fuelle al descontento. La presión que se crea tiende al estallido. Circunstancia que, al contar con un detonante cualquiera, debe contar con una dirección política capaz de guiar a las masas en sus luchas inmediatas y de sentido estratégico. El impulso de la coordinadora nacional de luchas es una tarea impostergable. Es prioritario este asunto. Hay resistencia para que esta cuestión se realice. Hay diferencias y reservas de unos contra otros. También imperan posiciones encontradas en relación con la dictadura. Pero debe hacerse valer el principio ético según el cual se deben colocar los intereses superiores por encima de las apetencias particulares. Se observa lentitud en las decisiones para crear una dirección, así como para definir una estrategia y un plan de acción. Hay que apurar el paso. Más cuando la dictadura sigue ganando tiempo y sigue sacando del bolsillo de los trabajadores lo poco que reciben.

Debe prevalecer la unidad, edificada a partir de una plataforma de luchas cuya meta principal debe ser un aumento general de sueldos y salarios. De igual manera, debe labrarse la unidad con la definición de un plan de acción que, contando con el impulso de asambleas, puede unificar al movimiento de protesta en la acción.

El programa de los trabajadores debe ser colocado en el tapete como referente de lo que podemos y debemos alcanzar. Una Venezuela desarrollada, llena de industrias, con soberanía alimentaria, en perspectivas hacia una revolución industrial. Los trabajadores con salarios dignos. Sus hijos con educación gratuita y de calidad. Salud para todos. Es que nuestras riquezas dan para eso y más. Hay que luchar para salir de la dictadura y, además, para edificar una nueva sociedad. A eso deben disponerse los trabajadores. Luchar por un mundo mejor, en el que impere la solidaridad y no el despotismo de los dueños del capital.

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