En estos días debatía con unos compañeros la diferencia entre las categorías exterminio y genocidio. Si bien para quienes no manejamos el lenguaje jurídico, sonaría mejor Genocidio para referirnos al exterminio deliberado de un grupo social por parte del Estado, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional establece que el exterminio se entenderá como parte de un “crimen de lesa humanidad”, acusación que cursa sobre Maduro actualmente.

El debate, a propósito de la instalación sorpresiva de una Oficina de la CPI en Caracas, anunciada —forma también imprevista— por el Fiscal Karim Khan junto a Maduro el pasado 1 de abril, giraba sobre la necesidad de denunciar al régimen chavista de un nuevo crimen de lesa humanidad, esta vez contra la población adulto mayor. Recordábamos que la CPI anunció en noviembre de 2021 una investigación formal por presuntos crímenes de lesa humanidad, pero solo sobre los espantosos asesinatos y torturas contra manifestantes y líderes opositores que dejaron cientos de muertos en años recientes.

Pero es que sobre los adultos mayores salta esta impactante definición de esa categoría en el artículo 7 del Estatuto: “El exterminio comprenderá la imposición intencional de condiciones de vida, entre otras, la privación del acceso a alimentos o medicinas, entre otras, encaminadas a causar la destrucción de parte de una población”. Visto en el contexto del ingreso que asigna el Estado chavista a los pensionados y jubilados equivalente a cerca de 30$ al mes, podemos indudablemente hablar de una política de exterminio contra los adultos mayores.

Entonces, y habiendo perdido el debate frente a mi idea de utilizar la palabra genocidio, podemos convencernos de que, indudablemente, en Venezuela el Estado y su Gobierno aplican una política de exterminio contra la población más longeva del país, dado que es innegable que el salario asignado tras una vida de servicio a la nación, los priva de obtener por su propia cuenta “acceso a alimentos o medicinas, entre otras”. Es inequívoca la realidad, más allá de cualquier justificación político ideológica.

La palabra, entonces, es exterminio. Pero en nuestro caso se extiende a otros sectores sociales. En el caso del menos de medio millón de empleados del Estado en las áreas de salud y educación, para los docentes y siendo que Maduro aprobó un aumento recientemente, se puede hablar también de exterminio. Un maestro de máxima experiencia y 53 horas de servicio semanal, cobrará apenas $137 según el nuevo tabulador. Esto es, apenas poco más de un cuarto del dinero necesario para la subsistencia mínima elemental de acuerdo a la Canasta Básica de Alimentos en Venezuela, que tuvo un costo en febrero de 2022 de $455 según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).

En el caso de los trabajadores de la salud la cosa no es distinta. Un médico jefe, de máxima experiencia, cobrará Bs. 424 de acuerdo a la nueva tabla salarial anunciada por el Ministerio de Salud. Esto es equivalente a unos $95 aproximadamente de acuerdo al cálculo del dólar según el BCV. Utilizando otro modelo de cálculo de la Canasta Básica de Alimentos, el Observatorio Venezolano de Finanzas establece el valor en febrero de 2022 de $365. Por lo que se infiere que un médico venezolano ganaría, igual que los maestros, apenas cerca de un cuarto de lo que requiere solo para alimentarse.

Se trata indudablemente de una política de exterminio, ejecutada principalmente gracias al poder militar que sostiene al régimen de Maduro, un personal militar que por cierto copa cerca del 80% del personal del Estado.

En el caso de los generales que se ocuparán de velar y dirigir para el Estado el monopolio en el uso de la fuerza, por si hay algún levantamiento interno o invasión, ellos también han sido susceptibles de un aumento. De acuerdo a lo divulgado por la investigadora Rocío San Miguel, un General en Jefe y Almirante en Jefe de 2 años de antigüedad, ganará $240. Tampoco les alcanza, pobrecitos, para la Canasta Básica Alimentaria, pero sin duda tiene otras fuentes de ingreso. Eso lo sabe bien el pueblo venezolano, sobre todo nuestros viejitos.

Tomado de El Pitazo

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