Una cuestión controversial de la situación política venezolana es la coincidencia que tiene la mayoría de la dirigencia opositora con la política económica de la dictadura, en sus aspectos medulares. Destaca lo relativo a la apertura petrolera (AP) y las zonas económicas especiales (ZEE).

Es natural. Se desprende del carácter de clase de estos partidos en favor de la oligarquía financiera. De un lado, los del gobierno. Sobre todo, el PSUV: pro oligárquicos e inclinados al bloque que encabeza China. Del otro lado, principalmente los partidos hegemónicos de la oposición, se inclinan de manera absoluta en favor de ese sector hegemónico, pero en beneficio de sus expresiones estadounidense y europea.

Están de acuerdo con la política, pero no con que sean los chinos y rusos los principales usufructuarios. Las clases sociales se expresan políticamente a través de los partidos, principalmente. Su cultura política es correspondiente. De allí la coincidencia entre las expresiones oligárquicas de un lado y el otro.

Las ZEE y la AP, teniendo en las inversiones extranjeras la gran deidad, parecen unificar a la dictadura con sectores del capital, en una perspectiva gananciosa, aunque sea en contra de los intereses nacionales. De allí que las expresiones políticas que representan intereses similares, desde la perspectiva de la dependencia, se unifican. Aunque políticamente se enfrenten.

Lo mismo parece suceder en materia social. Los luchadores sociales tienden a unificarse, pero los partidos pro oligárquicos no apoyan nada que vaya en contra del capital. Del gobierno y de la oposición.

Sin embargo, factores políticos de la dictadura se resienten. Se agudizan las contradicciones de la dictadura con sectores que comienzan a guardar distancia. Es factor de división en la dictadura. En la oposición, son tan contadas las voces críticas en relación con estos asuntos que apenas sirven para anunciar que el día después, ante una eventual superación de la dictadura, vendrán realineamientos en estos momentos insospechados.

Las críticas de los economistas son de forma. Aunque defienden al gobierno en la materia. Decir que, a falta seguridad jurídica, las ZEE fracasarán, resulta una tontería. La ley misma es una evidencia de que el gobierno da todo para realizarla. Contempla la posibilidad de dirimir diferencias con terceros en el orden jurídico internacional. ¿Qué más quieren nuestros flamantes economistas?

No logran ubicar que las limitaciones de las ZEE obedecen a otras razones. Principalmente, el papel de Venezuela en la división internacional del trabajo. Se trata la venezolana de una economía que debe cumplir con el rol asignado en siglos: proveer materias primas. Petróleo y minería, principalmente, en la modernidad. Con los recursos que obtiene, demandar bienes finales de los países que invierten. Ésa siempre ha sido la lógica.

Pueden prosperar las ZEE destinadas a turismo. A eslavos y asiáticos les cae bien un playazo en Margarita, La Tortuga o Paraguaná.

Puede haber algo de retraso en la afluencia de inversiones en las áreas consideradas, debido a las limitaciones en el crecimiento económico que ha sufrido el país. Las expectativas no se cumplirán. Pesa el precio del crudo, así como las limitaciones en la recuperación de su producción. La tendencia recesiva mundial ralentiza buena parte de los procesos. Hasta China ve descender su escala esperada de crecimiento económico para 2022.

Coincidencias, unidad y apoyo popular

Coincide buena parte de la oposición con la dictadura en esta y otras materias. Sectores de la producción y el comercio se motivan a distender en la medida en que la perspectiva de las inversiones extranjeras se afianza. De allí que orientan a sus expresiones políticas. Les condicionan los “apoyos”.

Esto incide a la hora de establecer los cimientos sobre los cuales se erige la unidad. Su fortaleza ha estado sujeta al grado alcanzado en la confrontación entre la dictadura y la oposición. Mientras se eleva, se fortalece la unidad, aun siendo mínima la base programática. Es inexistente. Pero, mientras se distiende el enfrentamiento, no habiendo programa, no hay motivación en muchos sectores.

De allí que la unidad opositora se reduce a quienes cuentan con más apoyos internacionales y se hacen de recursos suficientes como para destacar. Pero los sectores populares, los que se identifican con una salida nacional y de desarrollo, se llenan de confusión y escepticismo. Mientras, sus expresiones políticas son casi apartadas del espectro unitario.

Situación que también se expresa en el nulo apoyo de los partidos opositores hegemónicos a las luchas de los trabajadores. Solamente cumplen con lo declarativo. Algunos dirigentes sindicales de los partidos de esta oposición se incorporan a las luchas motu proprio. Aunque son diversos los factores que han definido la participación en la pelea social como un asunto de primer orden. Todo lo cual incide en la idea programática.

La experiencia de 1958 es emblemática. La libertad de los presos políticos, el regreso de los exiliados y elecciones libres fueron su programa. Solamente esos puntos motivaron la unidad en tiempo breve. Ir más allá hacía más difícil la posibilidad unitaria contra Pérez Jiménez. No era un programa político para el cambio. Se convirtió en una plataforma para salir de esa dictadura. Similar a lo que acontece en estos momentos. Esta plataforma resume lo posible a ser alcanzado para el proceso electoral o un eventual colapso del régimen.

Sumemos que vivimos tiempos en que eso de derecha e izquierda parece cada vez más difuminado y etéreo. Habría que ver si entregar la soberanía a un imperialismo para enfrentar a otro supone una posición de izquierda. Además, habría que valorar eso de derechas cuando la dictadura y, más en general, el régimen, es expresión acabada de la derecha, dada su asunción del irracionalismo, muy propio del fascismo.

Luego, hay ideas compartidas en materia económica, también en materia de la filosofía política, que los hace ser expresión del irracionalismo de derecha. La diferencia está en que unos están en el poder y otros en la oposición. Unos pugnan en favor de los chinos y otros de estadounidenses y europeos.

Falta hace afianzar una perspectiva popular y nacional que apuntale una unidad superior. Entretanto, seguimos en la misma.

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