El cambio político requiere de una nueva Unidad Nacional y
de mayor protagonismo social
2016 será un año de luchas por una vida digna y por la
libertad
REFLEXIÓN DE FIN DE AÑO
Al finalizar este terrible y doloroso año 2015, Bandera Roja
lleva a todos los venezolanos honestos y de buena voluntad un mensaje de
aliento y de fortaleza para enfrentar el año venidero. Muchos son los
problemas, pero el pueblo ya comienza a abrir los caminos para superarlos. Las
constantes dificultades y pesares para sobrevivir en este país “rico” han hecho
de él un espacio inhóspito, irritante y desagradable para el pueblo venezolano.
La destrucción de nuestros sueldos y salarios, la carestía y el
desabastecimiento, el deterioro creciente de los servicios de salud, educación
y hábitat, el alza de la delincuencia y la inseguridad, junto a la ruina de
nuestras capacidades productivas y la hipoteca del futuro de nuestra patria
serían suficientes razones para estar tristes y acongojados… pero la esperanza
de salir de esta catástrofe comienza a construirse en los deseos y acciones de
millones de hombres y mujeres que han dicho ¡basta! a las tropelías de este
régimen autoritario y estafador.
Los augurios económicos para el entrante 2016 apuntan al
agravamiento de nuestras condiciones de vida y de trabajo, no solo por la baja
estrepitosa de los precios petroleros sino por la continuidad de una política
erosiva de la producción nacional y de entrega de nuestras riquezas y recursos
a los nuevos “socios” imperialistas del BRICS (China y Rusia, principalmente) y
EEUU. Los deseos de cambio se reafirman como mayoría sustancial en los
venezolanos, quienes han dado clara muestra con la aplastante y arrolladora
derrota que le infligieron a la fórmula oficialista en las pasadas elecciones
parlamentarias del 6-D, y que seguramente seguirán manifestándose en el
incremento de las luchas sociales por salario digno, por empleo, por
abastecimiento, por presupuesto para educación y salud, contra la inseguridad,
etcétera. Luchas sociales que deben ser encauzadas en una gran plataforma
unitaria y que deben contribuir en el impulso de un Programa de Reconstrucción
Nacional que requerirá la edificación de una NUEVA UNIDAD NACIONAL y de un
mayor protagonismo social en la definición de los derroteros del pueblo y de la
nación, como soporte y base que dé sostenibilidad a los cambios.
Preocupa mucho el giro que le está dando la MUD a la fuerza
parlamentaria adquirida y su visión de la lucha política. Primero fue una
propuesta de agenda parlamentaria que ni siquiera daba la relevancia necesaria
a la libertad de los presos políticos y a los exiliados, priorizando por el
contrario la reversión de las expropiaciones y el aumento de la productividad,
que no de la producción nacional. Luego siguieron las afirmaciones de Capriles
Radonski en una declaración de convivencia y cohabitación con el régimen, al
colocar a la MUD como bomberos al servicio del Ejecutivo nacional (C.R.: “Quien
quiera eso [luchas y protestas], le saldremos al frente con firmeza”) y de
colaboración en sus planes y medidas económicas, a la par de echar al pajón a
quienes hemos desarrollado las luchas de calle, la resistencia ciudadana, la
protesta cívica permanente contra los desmanes de este gobierno, no solo en
2014 sino desde mucho antes. Es sencillamente lamentable que esos enormes
deseos de cambio vayan a ser conducidos únicamente a complacer vanidades y
deseos presidencialistas, y a incrementar las pugnas candidaturales,
apropiándose positiva o negativamente y haciendo mofa de la gesta libertaria
que el movimiento estudiantil y el pueblo desarrollaron el año pasado.
No se observa en la dirigencia opositora un aliento
histórico para enfrentar la crisis general, para impulsar una gran unidad
nacional que saque las raíces del actual régimen, para construir un programa de
salvación de nuestra patria, para desarrollar la Política (así: con mayúscula),
queriendo salvar esta obligación enviando a los diputados a un “recorrido casa
por casa” que sea luego convertido en un spot publicitario. Impera una visión
oportunista y de provecho y uso parcializado de las “cuotas de poder” logradas,
bajo la falsa idea de que el poder puede ser rebanado. Dicen querer impulsar el
cambio económico pero manteniendo el statu quo, con este régimen y con el
gobierno de Maduro, principal blanco del voto castigo en las pasadas
elecciones.
La MUD, de seguir por ese camino, traerá una nueva decepción
o frustración en los deseos de cambio del pueblo venezolano. Pretender que la
derrota parlamentaria es suficiente y que ahora queda esperar a que “Maduro
caiga por sí mismo” es un error político que puede hacer revivir a un régimen
que ya tiene contados sus días de existencia. No querer hacer uso de las
potestades constituyentes o revocatorias de la mayoría calificada en la
Asamblea Nacional es no entender el mandato de los millones de votos logrados y
de quienes se abstuvieron también de seguir acompañando la farsa oficialista,
es castrar la lucha política y convertirla en un sainete que cuida los modos y
las maneras para no irritar a los gobernantes.
Bandera Roja —así como ha desenmascarado este falso “socialismo
del siglo XXI”— no convalidará esta vil estafa en la oposición. La esperanza y
el futuro de Venezuela merecen una mejor y más sabia conducción. Con castigos,
revanchas y resentimientos no se construye una fuerza transformadora y de
cambio político. 2016 será el año en que las máscaras serán derrumbadas y el
pueblo venezolano abrirá los caminos de una nueva democracia, de desarrollo y
de prosperidad, realzando nuestra independencia y nuestra soberanía.
La esperanza de Venezuela es democracia y revolución
industrial. Es respeto a la organización ciudadana, social y sindical sobre la
base de una nueva democracia, no de mayorías sino de inclusión y respeto a la
disensión y a las minorías. Es la búsqueda del desarrollo productivo con
protección de nuestra industria y agroindustria para alcanzar el
autoabastecimiento alimentario con nuestro campo y no a través de los puertos,
lo que requerirá dirigir la riqueza petrolera hacia el desarrollo productivo y
no al negocio de la riqueza fácil, requisito insoslayable para ser
verdaderamente soberanos e independientes. Es la edificación de un nuevo
Estado, eficiente, honesto y con una nueva ética de servicio, con una justicia
que castigue al delincuente y premie la honestidad. Urge en definitiva un nuevo
régimen político, radicalmente distinto al que este grupo de mafias construyó
para su provecho particular. Quienes militamos en @Bandera_Roja estaremos, como
siempre, en la calle y junto al pueblo, labrando un camino de UNIDAD y de
LUCHA, que evite una nueva estafa y que se dirija a promover el cambio urgente
y la construcción de un nuevo poder político, democrático y popular, que
propenda a la reconstrucción nacional y la verdadera paz: la paz de la
dignidad, el bienestar y la democracia de la gente.
Por el Comité Político Nacional
GABRIEL PUERTA APONTE
Secretario General de Bandera Roja
29 de diciembre de 2015

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