Pedro Arturo Moreno

En estos tiempos de saltimbanquis, titiriteros y
vendedores ambulantes debemos extremar los esfuerzos para distinguir la paja
del trigo. Quienes utilizamos transporte público —tren, metro, busetas— ya no
nos extraña la extendida proliferación de personas vendiéndonos caramelos,
tostones, chicles, conservas de plátano, y también remedios y pócimas para
picaduras, torceduras y contra el “maldiojo” (mal-de-ojo). Recuerdo que unas
décadas atrás nos topábamos en los buses con un vendedor de una pomada
milagrosa que servía para una infinidad de males, desde tos y asma hasta ataque
de lombrices; tenía un lema muy característico: “la Casa Apache pierde y se
ríe”, dando a entender que vendía esa pócima untuosa por debajo de los costos.
La afabilidad de ese vendedor nos llevaba a comprarle su mercancía
medicamentosa y sentir que casi lo estábamos timando.

En eso de mercadotecnia soy un verdadero neófito, casi la
víctima perfecta para un “paquete chileno”. Sin embargo, y precisamente por
ello, en otros campos de mi vida —política, lucha social, sindicalismo,
conocimiento científico— trato de ser más acucioso para no caer tan fácil en
las estafas, no tanto por un cuidado especial hacia mi persona sino porque
entiendo que estaría contribuyendo inconscientemente a que ese engaño se
expandiera en el círculo de la gente que me conoce, y eso para mí sí sería
imperdonable.

La profundidad, generalización y magnitud de la crisis
—no solo política, sino más agudamente social y económica— que hoy agobia al
pueblo venezolano nos obligan a desentrañar las confusiones que la enmarcan, y
poder ubicar si las varias posturas que existen frente a ella están llevadas
sinceramente por el afán de buscar salidas reales —medicamentos que ataquen el
fondo del problema— o son meras poses —pócimas engañosas y milagreras— para
seguir usufructuando lo que el statu quo da a cada uno de los contrincantes,
con una enorme ventaja para las mafias que controlan el gobierno y el Estado.
Las variadas lecturas de la crisis tienen expresiones tanto en el campo de
quienes apoyan al régimen como en el de quienes dicen oponérsele.

Una parte importante del estamento político opositor
actúa guiándose por una lógica que coloca sus intereses partidistas por encima
de los requerimientos populares por el cambio, y ubica los tiempos del
desarrollo de las luchas en un calendario donde sus esfuerzos por colocar sus
fichas en los espacios de elección popular son lo principal. El sufrimiento del
pueblo ante las calamidades insoportables a las que nos ha llevado este
desastroso gobierno solo es tomado en cuenta en las cifras de las encuestas y
en los negociados para repartirse los cargos. En esta dirección, la actuación
de la directiva de la MUD es muy clara al considerar que la lucha social y la protesta
popular por el cambio son un “atajo” que distrae fuerzas que deben ser
concentradas en eventos electorales, que hay que maniatarlas para ponerlas en
la institucionalísima función de presionar para abrir espacios de “diálogo” que
traigan estabilidad y paz al gobierno actual, ¡y si en el camino se aparecen
unos dos puesticos en el CNE y unos cuatro más en el TSJ y uno que otro en el
poder (in)moral no serán mal recibidos! Creer y apostar junto con el gobierno,
en una comandita tras bastidores, que con acercar las elecciones parlamentarias
de diciembre a junio de 2015 van eliminar o descomprimir la molestia y el
descontento de las mayorías nacionales, es sencillamente una táctica política
que evidencia que en verdad no se está buscando un cambio sustantivo del actual
régimen político y del rumbo al abismo a que nos conduce.

Los partidos AD, PJ y UNT, como ductores de la MUD, no
han podido ser más claros en la escogencia del rumbo que quieren darle al
rechazo tan generalizado de la población contra este gobierno inepto, corrupto,
represivo y estafador: transformarlo en 2015 en votos para la Asamblea
Nacional, lograr una mayoría en esa institución e ir mejor preparados para las
elecciones de 2019. Un guión del cual Hollywood se sentiría envidioso, al igual
que Osmel Sousa. Y la escogencia del nuevo secretario ejecutivo mudista solo
sirve para que el escenario —puesta en escena lo llaman algunos— parezca de
vinculación con los sectores más pobres de la sociedad. La fallida convocatoria
a marchar cuatro calles el pasado sábado 4 de octubre hizo ver las
contradicciones en que se debate esa instancia unitaria, ya que las
controversiales y diferentes banderas por las cuales se debía protestar dejaron
un mar de dudas en la gente y aumentan la incredibilidad en esa coalición.

Si hubiese un Indepabis para la política —el CNE está
demasiado devaluado y descreído—ciertamente independiente e imparcial, habría
que denunciar allí esta oferta engañosa de la MUD. Y no se trata de diferencias
en cuanto a las formas de lucha, pues pensamos que es en el marco de la
Constitución vigente donde debemos encontrar los caminos menos traumáticos para
un cambio en el país. Se trata de que esas parcialidades partidarias han
perdido su catadura de hacer verdadera y sustancial oposición a los desmanes de
este régimen. Solo quieren administrar la realidad política y temen ser
desplazados por los nuevos liderazgos que ya comienzan a levantarse en los
distintos sectores sociales para enfrentar el reto actual de construir una
alternativa de progreso, justicia y democracia, nacionalista y unificadora de
todos los venezolanos que sentimos con dolor cómo  conducen nuestro país a profundo abismo.

Pedro Arturo Moreno 

@pedroxmoreno

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