No es gratuito que el chavismo llame a Estados Unidos El Imperio. En vez de imperialismo estadounidense, se le llama El Imperio. También aboga el chavismo por un mundo multipolar para superar el mundo unipolar liderado por Estados Unidos. No. No es gratuito nada de esto.
  Con ello se busca justificar alianzas con otros imperialismo que están llamados, de acuerdo a esta idea, a crear un mundo multipolar que conduciría a un equilibrio garante de mejores relaciones internacionales en «paz».
   No sabemos si se trata de ignorancia, cretinismo o cinismo. Todo indica que la tercera acepción motiva el uso de estas categorías y conceptos, mientras se avanza en esta política.
   Eso de creer que las leyes de la producción capitalista en China son diferentes a las que prevalecen en EEUU; o las que rigen la usura de los préstamos chinos son diferentes a los que guarda el Fondo Monetario Internacional; más que una ingenuidad, es cinismo.
   El gobierno chavista sabe que eso es mentira. Lo propagan para mantener el engaño. Si no, ¿cómo se explica que los obreros chinos sean los que sufren los mayores niveles de explotación en el planeta?
   Las Tesis del revisionismo moderno, entre sus objetivos, siempre se han centrado en negar la vigencia del leninismo y sustituirlo por ideas que buscan alejarnos de su núcleo revolucionario. El chavismo, por muy primitivas y vulgares que sean sus ideas, no se aparta de esa tradición, más cuando busca legitimar una política basada en el discurso socialista mientras profundiza lo peor del capitalismo. Siempre que haya recursos, lo esconde con el reparto en amplios sectores pobres de dádivas que brindan algunas condiciones para mermar la pobreza. En realidad, amplía el mercado para los productos chinos, estadounidenses o brasileños, principalmente.
   La contundente realidad nos indica que las tendencias de la fase imperialista siguen en pleno desarrollo. Eso del mundo multipolar, del equilibrio, es una tontería que se estrella frente a la rivalidad interimperialista, aun cuando EEUU haya mantenido una hegemonía hoy debilitada.
   El bloque conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudafricana (Brics), resume una fuerza económica indiscutible. Para 2014 el PIB nominal de este bloque superará al de Estado Unidos y la Unión Europea. China conserva la primacía en la producción manufacturera a escala planetaria, destacando como primer productor mundial de vehículos. Por ello la expansión de este bloque es fuente de conflicto, de rivalidad por cada vez más mercados. Por eso resulta una tontería la tal alianza de Venezuela con China, el país más competitivo del planeta; así como la incorporación de Venezuela a Mercosur, estando entre los países que lo integran la 6ta economía del planeta: Brasil, uno de los integrantes del bloque Brics.
   Chávez firmó un convenio con China para la elaboración del mapa geológico en febrero de 2012, comenzando su ejecución en agosto de ese mismo año. China está muy interesada, además del petróleo venezolano, en la riqueza inconmensurable de Coltan, uranio y oro. Es difícil que un país, por muy entreguista que sea su gobierno, confíe la elaboración de su mapa geológico a cualquier potencia imperialista.
   Con esta política, apoyándose en los conceptos de El Imperio y el Mundo multipolar, el chavismo ha hipotecado buena parte de su futuro a otra potencia imperialista. Ahora dependemos del imperialismo estadounidense y del imperialismo chino. Por lo pronto, en esta etapa de acuerdos entre las potencias imperialistas, se reparten el botín que representa la riqueza y el mercado interior venezolano. Así como se convienen para profundizar la explotación de los obreros en el planeta entero, se acuerdan para el despojo de una tradicional área de influencia estadounidense, fruto, en parte, de la inmensa deuda de EEUU en manos chinas. Pero la rivalidad interimperialista por mercados y fuentes de materias primas dará paso al conflicto. Siria es un claro ejemplo de cómo se «resuelven» estos conflictos. A eso nos lleva el chavismo.
   La soberanía, como afirmara el Che, se conquista con el desarrollo de las fuerzas productivas, no con alianzas antinacionales.
Dr. Carlos Hermoso

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