Ha muerto el presidente Hugo Chávez. Para los revolucionarios no existe alegría en la muerte. Sin embargo, con este fallecimiento cambia dramáticamente la situación política del país pues quien muere fue pilar principal en la edificación de un régimen despótico que hasta ahora ha decidido los destinos del país. De allí que su desaparición física puede marcar el inicio de un acelerado proceso de inestabilidad dada la imposibilidad real de llenar en lo inmediato el vacío que él deja, cuestión que se agrava por los problemas que padece la economía venezolana en la actualidad. 
Solo una figura de tales características y autoridad pudo haber sido factor atemperador como lo fue el Chávez carismático y su alta capacidad de manipulación popular. Todo régimen despótico requiere de la figura de un déspota, y su desaparición física traerá indefectiblemente cambios: una readecuación del poder establecido con base en negociaciones de toda índole, o una crisis que pudiera generar condiciones para un cambio nacional profundo. Con la muerte de Chávez comienza un período de readecuaciones de las fuerzas de la sociedad. 
La lamentable situación que se crea para nuestra patria no puede solazarse simplemente con lamentos y pésames, ni la UNIDAD NACIONAL va a consumarse bajo este método. Para los revolucionarios de BANDERA ROJA los aspectos constitucionales dejan claro el camino a seguir en esta circunstancia. No hay interpretación ni juego político que cambien el panorama de una próxima y cercana elección presidencial. Debemos prepararnos de inmediato para la UNIDAD en torno de un programa alternativo de carácter progresista, y deberemos en lo inmediato seleccionar un candidato de la UNIDAD DEMOCRáTICA. 
La UNIDAD es un factor determinante en la Venezuela que se inaugura a partir de ahora. Quien propicie intentos palaciegos de negociados para mantener estabilidades imprecisas no ha entendido el carácter de este régimen que inicia un proceso de declive, aunque con la transformación de la figura de Chávez en un mito y la propagación masiva de irracionalidad ―producto del duelo sincero que hoy embarga a una gran cantidad de venezolanos― los detentadores actuales del poder tendrán espacios y tiempo para continuar engañando a una gran parte de la población y así seguir usufructuando del mandato con indulgencias ajenas. Venezuela requiere ahora más que nunca de la UNIDAD de los factores democráticos y progresistas en torno a un programa y una estrategia dirigidos a garantizar un futuro inmediato de desarrollo productivo y bienestar social, que llene el vacío que tiende a producirse en el poder establecido y busque superar la dependencia casi exclusiva del precio petrolero, dirigiendo esfuerzos para la sustitución de importaciones como elementos fundamentales en un renacer de una nueva democracia que apuntale la soberanía, la independencia y el progreso nacional. 
¿QUé NOS DEJA LA MUERTE DE CHáVEZ? 
Una economía en condiciones bastante comprometidas ya que depende de manera extrema del recurso petrolero. Su muerte precipita una inestabilidad que hace depender a Venezuela de cualquier vaivén, ya que con precios del crudo con tendencia a la baja, aunque contenida, un giro más fuerte podría conducir al incremento del hueco fiscal que llevaría inexorablemente a la adopción de medidas que impedirán cubrir los gastos sociales presupuestados, dada la naturaleza de clase del régimen. Además, la debilidad de la economía venezolana es de tal grado que, al no estar en condiciones de producir buena parte de lo que consumimos, somos vulnerables en grado sumo a los efectos de la crisis mundial que parece no encontrar salida inmediata. Misiones, dádivas y subsidios de cualquier índole serán afectados y la capacidad de atemperar las contradicciones sociales por esta vía estará comprometida severamente. 
Este eventual déficit fiscal traerá consecuencias sociales que tienden a tornarse explosivas. La demanda de familias que dependen de los dispendios que brinda el gobierno, de viviendas ofertadas y que han afianzado esperanzas y expectativas, entre otros aspectos, puede ser suficiente detonante para el incremento de la protesta social. Las perspectivas de deterioro en las condiciones de vida de los venezolanos marcarán el futuro más o menos inmediato, de allí la tendencia a la elevación del conflicto social. 
La devaluación de la moneda, el endeudamiento público interno y externo, el incremento de los impuestos, entre otras medidas, no hacen más que aumentar todavía más la inflación ya explosiva, y se traducirá en una disminución de la capacidad adquisitiva del pueblo trabajador y una contracción de la demanda que frenará el crecimiento. La presión para mantener los ritmos de importación creará un conflicto ya agudizado por la incorporación plena de Venezuela al Mercosur. A la postre, la reducción del gasto social profundizará el deterioro principalmente en el sector educativo, la salud, el transporte, entre otros, ya que estos son los sectores susceptibles de reducciones inmediatas en su presupuesto. Siempre pagarán la crisis los más pobres. 
Este cuadro, producto de la muerte del Presidente, debe ser asumido de manera firme mediante el impulso de una plataforma de lucha como factor movilizador de las amplias masas, teniendo como propuesta estratégica de fondo un programa alternativo de UNIDAD NACIONAL. La unidad del pueblo, de todos los sectores democráticos incluyendo el descontento chavista, debe ser meta fundamental de los factores democráticos. 
@Bandera_Roja 
Comité Político Nacional 
Caracas, 7 de marzo de 2013

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