Hay muchas razones para estar desesperanzado, en el seno de la universidad venezolana, habida cuenta de que, en los últimos tiempos, obreros, empleados, estudiantes y profesores, han sido víctimas de tres actores de la vida universitaria, en donde estamos colapsando y el futuro de la investigación, docencia y extensión, ya no existe. Menos aún, la garantía de un país enrumbado hacia el progreso y desarrollo, más allá de la gran fábrica de pobres que se está labrando como meta o ‘Misión’ (ahora, de moda), con la formación de mano de obra simple o medianamente calificada, con profesionales chatarra.

La principal determinación, es la acción totalitaria del gobierno nacional, que ha avanzado en el adocenamiento de toda la comunidad universitaria, sobre la base del control y chantaje económico (financiero y presupuestario) y ha logrado que la vida se convierta, de un hecho natural, a uno de supervivencia, lo que nos advierte la pronta presencia de un detonante social, con consecuencias inimaginables, a pesar del terrorismo de Estado y la abulia desde la alteridad.

Además, como apéndice de la anterior, tenemos el caso de las políticas erráticas de algunas autoridades universitarias (desde rectores y vices, hasta coordinaciones de limpieza, etc.), quienes aculillados o resteados en una irracionalidad, han devenido en administradores de la crisis impuesta por el régimen y han hecho que su comunidad universitaria sea víctima de sus ‘políticas antipolíticas’, evidente paradoja postmoderna, de la que se jactan.

En el limbo de todo lo posible, entre la realidad virtual y lo indecible, están: por una parte, la representación gremial que nuclea a las asociaciones de profesores universitarios y que ha debido llevarlos por derroteros de éxito y firmeza en las luchas, ha devenido en un cuerpo ilegítimo enquistado en los cargos del Comité Ejecutivo, sin dar paso a una nueva dirigencia, sobre la base democrática de las elecciones, enganchados en la burda excusa y la complicidad de unos cuantos, de un antichavequismo institucional, mientras que; por la otra, se han fortalecido y pululado los sindicatos patronales y sus federaciones, en defensa y resguardo de los más bajos intereses patronales, con el trapito rojo de la defensa de una supuesta revolución que no existe.

Así, entre estos tres actores del desastre universitarios, hemos llegado al presente, con un aumento salarial arbitrario, del Mesías con solideo, puesto que no se corresponde con las relaciones contractuales entre patrono y clase trabajadora, en el marco legal, convenido entre las partes, sino que, entre los vericuetos legales de los que se pueda valer el régimen y todo aquel que tenga alguna autoridad en la ‘microfísica del poder’, se ha venido abusando de acuerdo con las posibilidades y extensión, en reguardo de las parcelas tribales de pequeñas cuotas de poder, lo que devendrá en una gran crisis de gobernabilidad, que partirá del seno de las universidades y se hará extensiva a todos los espacios de la vida nacional, lo que pudiera ser de una magnitud inimaginable para el hegemón de turno y para aquellos que juegan al caos institucional, desde bandos diferentes.

Hoy, a pesar de la versión criolla del Mito (Mitema) del Mesías, a pesar del oportunismo de algunos sectores que pugnan por el poder, mas no por un cambio real de nuestra sociedad, a pesar de ellos y de la abulia de quienes debieron asumir la vanguardia en defensa de los intereses de los universitarios y no lo hicieron, a pesar de ellos, podremos afirmar con sobriedad, que la crisis universitaria que está profundizándose y se extiende al país, devendrá muy pronto, en una crisis de gobernabilidad, en donde los gobernados no están dispuestos a seguir soportando a la clase hegemónica, ni los llamados gobernantes están, ni en condiciones, ni en capacidad de mantenerse como hegemones.

Todo lo anterior expuesto, con la venia del mitema mesiánico y la abulia de los llamados dirigentes universitarios, nos abren una brecha de optimismo, en medio de esta crisis universitaria y del país, a pesar de las migajas salariales, del goteo presupuestario y el adocenamiento generalizado. Mientras tanto, los profesores universitarios, hemos perdido la capacidad de vivir dignamente, el sistema autoadministrado de hospitalización, cirugía y maternidad (HCM), las cajas de ahorros (CAPA), los fondos de Jubilación (que a nadie han jubilado), los institutos de previsión social (IPP) y, sin que suene a chiste, hasta el derecho a que nos den tiza y borrador, para las clases.

Prof. Luis Pino.
Universidad Simón Bolívar (USB)
04164054021

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