Nunca olvido mis raíces, vengo de un hogar humilde y desde muy niño tuve que salir a trabajar para ayudar en el sustento de mi familia. Estoy orgulloso de eso, soy un trabajador venezolano que defiende los derechos de los trabajadores y sus familias. El ser ayudante de chofer de camión es un oficio honesto y digno que merece el respeto de todos.

El señor Maduro, quizás por detentar desde hace 14 años cargos burocráticos, reniega de su condición primaria de chofer de autobús, aunque su trayectoria es muy diferente a la mía. A él se le recuerda en el Metro de Caracas, como un insigne reposero.

El señor Maduro debe aclarar sus pensamientos antes de hablar. Por un lado dice que tengo bienes económicos y, por el otro, afirma con desprecio que soy pobre, “un pata en el suelo”, que me desempeño para sobrevivir como “ayudante de un camión”.

Yo estoy muy atento a la crisis de gobernabilidad en mi país, las angustias de los venezolanos por la inflación, escasez, falta de energía e inseguridad. Problemas que el gobierno en el cual ha sido parte fundamental el señor Maduro, lejos de resolver, a maximizado.

Finalmente, Maduro habla desde la usurpación, desde el ejercicio de un cargo para el que nadie lo eligió… Carlos Ortega les habla con la contundencia de quien desde la dirección sindical, lo único que ha querido es servir a Venezuela y a sus trabajadores.

A mis familiares, amigos, trabajadores y a todo el pueblo venezolano les reitero que desde el digno exilio en el cual me encuentro, sigo con los principios y valores de libertad, democracia y justicia intactos, ganando el sustento honrada y limpiamente. Nada temo. Usted Maduro, ¿puede decir lo mismo?

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